TU Unidad 1: La organización actual del
territorio argentino
T1 Organización política del
territorio nacional
Desde el siglo XIX la
Argentina es un Estado nacional reconocido internacionalmente.
Como los otros Estados-Nación del mundo posee un territorio propio sobre el que
imparte soberanía organizando la vida económica, social, política y cultural de
su población, mediante el dictado, la aplicación y el control de leyes.
El territorio de lo que actualmente constituye la República Argentina
es el resultado de un proceso histórico, de conflictos y negociaciones.
La delimitación del territorio nacional durante los siglos XIX y XX
conllevó la aplicación de múltiples tratados, acuerdos y arbitrajes con los
países limítrofes, prolongándose este proceso hasta 1999 cuando Argentina y
Chile firmaron el Tratado de los Hielos Continentales. Ese año se completa la
definición de los límites terrestres internacionales del territorio nacional.
Todo
está listo en el Senado para que esta tarde se apruebe -por amplia mayoría- el
proyecto de ley que ratifica el nuevo acuerdo firmado por la Argentina y Chile sobre
los Hielos Continentales. Así, se pondrá fin al último de los veinticuatro
diferendos limítrofes que ambos países mantenían desde el retorno de la
democracia a la
Argentina.Hoy también, en forma coordinada y simultánea, la Cámara de Diputados de
Chile completará la aprobación del tratado que, en su nueva versión, fue
suscripto en diciembre por los presidentes Carlos Menem y Eduardo Frei.Este
nuevo entendimiento, que reemplaza a la cuestionada línea poligonal acordada en
1991, ya cuenta con la media sanción de la Cámara de Diputados argentina, y a principios de
marzo tuvo la aprobación del Senado trasandino, con el voto mayoritario de los
legisladores democristianos y socialistas, aliados en la Concertación que
gobierna ese país.
Cita: © Clarín, Votan en simultáneo el acuerdo por los Hielos, 2 de junio de
1999
El establecimiento del territorio de un Estado y su aceptación
internacional es primordial. El estado (nacional o provincial) es soberano
respecto del ordenamiento y manejo de los recursos naturales que se encuentran
tanto en en la porción terrestre de su terriotiro como en la acuática y en la
aérea.
Esto significa que el Estado tiene la facultad de decidir cuáles de esos
recursos se explotan y de qué manera se
lo hace.
Abordaremos a continuación el estudio de los aspectos físicos y
políticos de cada una de las tres porciones:
Porción terrestre
Porción acuática
Porción aérea
T2 Porción terrestre
Como resultado de un proceso de subdivisión interna, actualmente la
porción terrestre del territorio nacional está conformada por 24 unidades
territoriales.
En conjunto son:
La capital del Estado nacional:
1880 Capital
Federal
1994 Ciudad
Autónoma de Buenos Aires
23 provincias
definidas entre los años 1820 y 1991.
Estas unidades territoriales (la Capital del Estado Nacional y las 23
Provincias), por el carácter federal adoptado en la Constitución Nacional,
son autónomas, es decir, poseen los gobiernos facultados para dictar
sus propias constituciones acordes con los principios, declaraciones y
garantías de la
Constitución Nacional, redactada por primera vez en 1853 y
modificada por última vez en el año 1994.
Además del mencionado carácter federal, por disposición constitucional también
se adoptó la forma republicana
representativa de gobierno, por lo que el pueblo gobierna a través de sus
representantes (ante cada unidad territorial y ante la Nación) elegidos
periódicamente.
En un segundo nivel de partición territorial, las 23 provincias se
hallan subdivididas en departamentos,
unidades territoriales menores que poseen uno o más gobiernos locales que
ejercen su autoridad en áreas llamadas municipios, comunas o comisiones de
fomento, según la provincia.
T2 Porción acuática
Vimos que la porción terrestre del territorio nacional está conformada
por 24 unidades territoriales, políticamente determinadas.
Avanzaremos ahora en el estudio de las particularidades que cobran las
cuestiones de organización política de la porción acuática del territorio
argentino. Nos referiremos a:
- La zona
marítima de la
Argentina.
- La Zona Económica exclusiva del Estado Argentino.
- Los
tratados internacionales que definen nuevas categorías territoriales como
la de mar territorial.
- La cuestión
de la soberanía nacional sobre esta porción.
La zona marítima se ubica por encima de la plataforma continental, es
decir, la prolongación del continente por debajo del mar hasta la isobata de 200 metros de
profundidad, entre los 35º y los 55º de latitud Sur.
El área posee una superficie cercana a 1 millón de km² con un frente
oceánico algo superior a los 4.000 kilómetros de extensión. Allí, el Estado
nacional posee una Zona Económica Exclusiva (ZEE) hasta las 200 millas marinas (370 kilómetros)
desde la línea de bajamar costera.
Esta ZEE no siempre coincide con la plataforma continental y con el mar
que se ubica sobre ella, llamado Mar
Epicontinental. Debido a esta falta de coincidencia, la Argentina aprovecha
tanto recursos marítimos (los que están sobre la plataforma) como oceánicos
(los que quedan fuera de la plataforma pero en las 200 millas marinas – ZEE
-). Entre los recursos obtenidos se encuentra fauna (como moluscos y peces),
flora (como algas) y minerales (como petróleo y gas).
En la Convención
de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar se establecieron también:
- la
existencia de un Mar Territorial que
se extiende desde la línea de bajamar hasta las 12 millas marinas,
en el que el Estado ejerce derechos aduaneros, inmigratorios, sanitarios y
fiscales,
- y una zona contigua a ese mar cuya
extensión se prolonga 12
millas marinas más desde la culminación de aquél.
Existe la posibilidad para todos los países ribereños del mundo de
correr hacia el océano el límite internacional.
En el año 2009 vence el plazo otorgado para presentar el trazado del
límite definitivo del Mar Argentino ante la Comisión de Límites de la Plataforma Continental
de la Organización
de las Naciones Unidas. Por jurisprudencia internacional ese límite puede
extenderse más allá de la actual isobata de 200 metros de
profundidad, según lo fijado por la Convención sobre el Derecho del Mar.
Si el nuevo trazado de la isobata (que será definido por una comisión
formada por científicos argentinos) es aceptado por este organismo, se duplicaría
la porción acuática argentina, ampliándose un 27% la superficie del territorio
nacional, y con él las posibilidades de manejo de recursos minerales y recursos
vivos existentes en esa zona.
En relación al dominio soberano del Estado en el territorio acuático es
importante aclarar que la soberanía nacional incluye a las islas Malvinas, las
islas Georgias del Sur y Sándwich del Sur y el espacio marítimo e insular
correspondiente, debido a que se encuentran sobre la plataforma continental, es
decir a profundidades menores a la isobata de 200 metros.
T2 Porción aérea
El Estado también es soberano sobre esta porción o espacion aéreo.
Las aeronaves pueden sobrevolar el espacio aéreo nacional siempre que
exista un tratado bilateral entre naciones (aquella a la que pertenece la
aeronave y aquella soberana del espacio aéreo) que permita esa circulación.
Aún no hay acuerdo internacional para establecer el límite superior
atmosférico hasta dónde ejerce derecho soberano un Estado.
Algunas posturas consideran que ese límite se encontraría entre los 40 y
los casi 200
kilómetros de altura, mientras que otras lo extienden
localizándolo en el comienzo del espacio exterior o cósmico, a unos 2.000 kilómetros
de altura aproximadamente.
El espacio antártico
La
Antártida es
una masa de tierras emergidas y constituye uno de los seis continentes del
mundo. A diferencia del resto de las masas continentales, ésta no está
subdividida en territorios nacionales.
Argentina es uno de los siete países firmantes del Tratado Antártico del
año 1959, junto con Francia, Reino Unido, Australia, Nueva Zelanda, Noruega y
Chile. Cada una de estas naciones se comprometió, como co-administradora de las
tierras y de las aguas ubicadas al Sur de los 60º Sur, a garantizar su uso de
forma pacífica, preservando el ambiente y fomentando la investigación
científica para el conocimiento del área, instalando para ello bases
científicas de cooperación mutua.
Vencido el plazo establecido por el Tratado Antártico, en el año 1991 y
por un período de 50 años, entró en vigencia el “Protocolo de Madrid” que
designa al área como “Reserva Natural consagrada a la Paz y a la Ciencia”. A los países
citados se sumaron Bélgica, Estados Unidos, Japón, República Sudafricana y la Comunidad de Estados
Independientes (ex URSS).
Nuestro país, que al igual que el resto no tiene dominio soberano en el
área, ha fijado los límites de la porción terrestre y acuática sobre la que
pretende hacerlo en un futuro. Esa zona está comprendida entre el paralelo de
60º Sur y el Polo Sur y los meridianos
de 25º y 74º Oeste, y se superpone íntegramente con la porción reclamada
por el Reino Unido (desde los 58º S al Polo Sur y entre los 20º y los 80º
Oeste) y parcialmente con la de Chile (desde los 60º S al Polo Sur y entre 53º
y los 90º Oeste), por lo que se espera un acuerdo entre las partes para
determinar los límites definitivos.
TU Unidad 2: Las bases naturales
de la Argentina
Será importante que al abordar los textos y para estudiar sus
contenidos, vaya localizando la información en los mapas e ilustraciones a
medida que avanza e la lectura.
T1 Las grandes unidades de
relieve
La formación del relieve actual de nuestro territorio, con predominio de
altas montañas hacia el oeste, llanuras en el centro-este y mesetas en el
sur y noreste, es resultado en gran medida de la colisión que hace millones
de años se produjo entre las placas tectónicas Sudamericana, donde se apoya
nuestro territorio, y la de Nazca, en el océano Pacífico Sur.
Ese choque dio como resultado la formación de la cordillera de los
Andes, tanto por elevamiento de nuevas montañas como por rejuvenecimiento de
antiguos relieves, a la vez que actuaron los procesos exógenos de erosión y
meteorización.
El encadenamiento andino se extiende de sur a norte por el oeste (a
excepción de la provincia de tierra del Fuego en donde la cordillera tiene
orientación oeste – este) actuando como límite con la república de Chile. El
origen volcánico de la cordillera se remite a esa colisión y a sus fracturas
consiguientes.
Más recientemente, en el período Cuaternario, además de una intensa
actividad volcánica y las glaciaciones en el Oeste, el agente modelador del
relieve más relevante es el proceso erosivo sedimentario que formó la llanura
chaco-pampeana, con similar formación que las otras llanuras sedimentarias de
Sudamérica, las de los ríos Amazonas y Orinoco.
T1 La cordillera de los Andes
Se extiende en nuestro territorio desde el extremo noroeste, en las
provincias de Salta y Jujuy, hasta el extremo sur, en la provincia de Tierra
del Fuego (exceptuando las islas oceánicas del Sur). En esta estructura se
pueden reconocer diferentes unidades, como la Puna, la Precordillera, la Cordillera Principal,
la Cordillera
Frontal y la Cordillera
Patagónico-fueguina.
En el noroeste, la cordillera da lugar a una gran meseta de altura
denominada Puna (Altiplano en Bolivia y Puna de Atacama en Chile), con alturas
promedio que superan los 3.500
metros sobre el nivel del mar. La Puna está recorrida por
valles de gran valor en la zona porque concentran la riqueza minera de salares,
encauzan la red hidrográfica de la zona y constituyen centros turísticos de
importancia. Entre las salinas y salares se destacan las Salinas Grandes, y los
salares de Antofalla, Hombre Muerto y Pocitos.
Hacia el este de esta meseta de altura se encuentra la Cordillera Oriental,
con elevaciones superiores a los 5.000 metros y dirección norte-sur, limitando
por el este con las sierras subandinas. Su altura máxima se encuentra en los
Nevados del Cachi, a más de 6.700 metros sobre el nivel marítimo.
Esta sección montañosa del noroeste está surcada por valles y quebradas
en los que se asienta gran parte de la población del lugar, como en el valle de
Lerma, en el que está enclavada la ciudad de Salta, y el valle del río Grande
de Jujuy, las quebradas de Humahuaca, del Toro y de los valles Calchaquíes,
entre otras áreas deprimidas.
Hacia el sur (27º Sur) se elevan los Andes Centrales conformados por la Cordillera Frontal,
entre el sur de Catamarca y el norte de Mendoza, y la cordillera Principal, que
se extiende hasta el centro-oeste de la provincia de Neuquén. Ambas configuran,
en este tramo de nuestro territorio, el límite con Chile, pues son altas
cumbres y divisorias de aguas. Es en este sector donde se hallan las mayores
alturas de todo el continente americano, con su cúspide en el cerro Aconcagua,
que pertenece enteramente a nuestro país y asciende a 6.959 metros sobre el
nivel del mar. Otras montañas de este sector andino que superan los 6.000 metros son el
Ojos del Salado, Tres Cruces, Pissis, Bonete, Mercedario y Tupungato. Entre los
cerros de gran altura hay valles transversales que constituyen pasos hacia el
país trasandino, con elevaciones de 3.500 a 4.500 metros.
Al este de la
Cordillera Frontal se eleva la Precordillera de La Rioja, San Juan y Mendoza,
con formación más antigua, alturas menores (hasta 5.000 metros) y cimas
redondeadas por acción erosiva. Además presentan una marcada aridez y gran
cantidad de conos de deyección por transporte de materiales hacia el pie de los
cerros.
A aproximadamente 39º de latitud sur los Andes Centrales dan paso a los
Andes Patagónico-fueguinos, con alturas bastante más bajas que las anteriores
como resultado de la intensa acción erosiva de la última glaciación, donde el
volcán Lanín, de 3.776
metros en la provincia de Neuquén, cercano a Junín de
los Andes y a San Martín de los Andes, es la mayor altura. Este tramo se
caracteriza también por la presencia de humedad que da lugar a bosques, por la
gran cantidad de valles lacustres transversales al encadenamiento andino (lagos
Nahuel Huapi, Lácar, Argentino, Buenos Aires, Viedma, Huechulafquen, etc.), la
escasa altura de los pasos fronterizos (muchos a menos de 700 metros sobre el
nivel del mar), la presencia de nieves eternas o persistentes a bajas altitudes
y una importante superficie cubierta por los denominados hielos continentales,
como los del glaciar Perito Moreno. En Tierra del Fuego, como se dijo, la
cordillera tuerce en dirección oeste-este para sumergirse por debajo del océano
y reaparecer en el continente antártico (Antartandes).
T1 Las sierras
Entre los sistemas serranos de nuestro territorio destacan las sierras
Subandinas, al este de la
Cordillera Frontal, abarcando parte de las provincias de
Salta, Jujuy y Tucumán; las sierras Pampeanas, al sur de los sistemas
montañosos del noroeste (Puna, Cordillera Oriental y sierras Subandinas) y al
este de la Precordillera
y los Andes Centrales, que está conformada por diferentes sistemas, como el de
Famatina, el de Córdoba y San Luis, el de Aconquija y el de Velasco; las
sierras de Tandilia y Ventania, ambas en el sur de la provincia de Buenos Aires
y las Mahuidas, en el sur de la provincia de La Pampa.
T1 Las llanuras
Gran parte del territorio argentino está conformada por la extensa
llanura chaco-pampeana, área deprimida de origen cuaternario creada por una
continua sedimentación. Esta llanura puede ser dividida en dos grandes sectores
debido a sus características fisonómicas actuales, si bien tienen origen
geológico común: la llanura pampeana al sur y la chaqueña al norte. En conjunto
tiene suave pendiente noroeste-sudeste.
La llanura Chaco-pampeana, asimismo, presenta diversas áreas
diferenciadas por sus características de relieve, drenaje y vegetación, lo que
deriva en usos diversos del suelo.
La llanura chaqueña presenta dos unidades bien diferenciadas: el Chaco
Oriental, húmedo, y el Chaco Occidental, más árido. Ambas zonas se diferencian
por su vegetación, con bosques xerófilos en el oeste y bosques húmedos en el
este.
En la llanura pampeana también se pueden distinguir dos grandes
unidades: la Pampa
occidental, hacia el oeste, más árida y elevada, y la oriental, más húmeda y
baja. Esta última, además, presenta diferentes sectores: la Pampa Baja, la Pampa Deprimida y la Pampa Alta. En esta
área, además, se asienta la gran mayoría de la población argentina,
principalmente en el núcleo urbano formado por el Área Metropolitana de Buenos
Aires, pero también en otras ciudades grandes y medianas como Rosario (en la Provincia de Santa Fe,
Córdoba, en la provincia homónima, La
Plata, San Nicolás, Zárate, Olavarría, Bahía Blanca, Mar del
Plata, Arrecifes y muchas otras de la provincia de Buenos Aires, y Santa Rosa,
capital de La Pampa
(se verá en la unidad 6: El espacio urbano).
Las características climáticas y edáficas (de suelo) hacen de esta
llanura una zona muy apta para el desarrollo de las actividades agrícolas y
ganaderas. Como se verá más adelante, además, sobre la planicie Chaco-pampeana se
halla gran parte de la cuenca hídrica más extensa de nuestro territorio, la del
Plata.
T1 Las mesetas
Dos grandes unidades mesetarias se distinguen en el territorio nacional
(además de la Puna):
la meseta Misionera, en el noreste del país y la meseta Patagónica, en el
sureste. Son relieves planos, elevados en bloque por procesos epirogénicos y
desgastados por la acción erosiva y la meteorización.
La meseta Misionera presenta como singularidad la alta composición de
hierro en sus suelos (lateríticos), que le confieren un color rojizo debido a
la oxidación originada por la fuerte humedad del lugar. Dicha meseta tiene un
relieve con mayor altura hacia el centro y más bajo hacia los extremos, que
están surcados por ríos, como el Iguazú, el Uruguay, el Pepirí Guazú y el
Paraná. El río Iguazú forma saltos antes de encontrarse con el río Paraná,
conocidos como Cataratas del Iguazú, de gran valor paisajístico.
La meseta Patagónica se originó por continuos movimientos de ascenso y
descenso de bloques y avance y retroceso del mar, por lo que presenta
sedimentos terrestres y marítimos. Tiene una disposición escalonada con alturas
que descienden desde el oeste hacia el este hasta terminar en forma de elevados
acantilados en el mar Argentino. Estos escalonamientos están cortados
transversalmente en sentido oeste-este por valles fluviales surcados por ríos
como el Deseado, el Chico, el Negro, el Chubut y el Senguerr, entre otros.
T1 Los esteros y lagunas
correntinos y las lomadas entrerrianas
Ambos son relieves muy particulares; los esteros y lagunas correntinos
son depresiones sobre suelos arenosos, cubiertas de agua. En general cubiertos
por camalotes y juncos, los esteros poseen escasa profundidad, al igual que las
lagunas, más libres de vegetación. Entre los esteros más conocidos se
encuentran los del Iberá y de Santa Lucía.
Las lomadas o cuchillas entrerrianas son elevaciones bajas redondeadas y
enmarcadas por los numerosos ríos que atraviesan o forman el límite de la
provincia de Entre Ríos, como el Uruguay, Paraná, Gualeguay, Gualeguaychú y
Guayquiraró. Hacia el sur de Entre Ríos las lomadas dan lugar a la llanura
pampeana.
T1 Las islas Malvinas
Este archipiélago está situado en la plataforma continental del mar
Argentino y está conformado por dos islas mayores, Gran Malvina y Soledad y
otras menores. El relieve está formado por sierras bajas y llanuras. Las
elevaciones no superan los 700
metros de altura, con un pico máximo a 689 m en el cerro Adam.
T1 Las características climáticas
del territorio
Por su posición latitudinal casi totalmente situado en latitudes medias,
nuestro territorio presenta predominantemente clima templado. Sin embargo, los
diversos factores que intervienen en la composición climática favorecen la
presencia de otras variedades, como el desértico, el subtropical y el frío.
Entre los factores que modifican el clima se pueden mencionar la latitud, la
altitud y el efecto oceánico o de continentalidad.
Cada variedad o tipo climático se distingue por sus características de
temperatura y de humedad, por lo que podemos reconocer climas subtropicales con
y sin estación seca, templado húmedo y seco, frío húmedo, entre otros.
Entre los factores mencionados que intervienen en nuestro territorio se
destacan la cordillera andina, la presencia de determinados tipos de vientos y
la cercanía de corrientes oceánicas frías y cálidas.
La cordillera de los Andes actúa como barrera climática al paso de los
vientos provenientes del anticiclón del Pacífico, provocando la precipitación
por ascenso y condensación del vapor de agua entre los 39° Sur y los 55° Sur,
lo que favorece el desarrollo de un bioma selvático en Chile y
predominantemente boscoso en la cordillera Patagónico fueguina argentina. Al
norte del paralelo de 39° S, como se vio en el apartado de relieves, la
cordillera presenta alturas mucho mayores, que impiden el paso de prácticamente
toda la humedad proveniente del Pacífico, que ya es menor por la diferencia de
temperaturas entre las capas bajas de la troposfera (temperaturas un poco más
cálidas) y de la corriente marina de Humboldt o Perú (aguas muy frías), por lo
que precipita principalmente en el mar. Hacia el norte la cordillera no recibe
casi humedad porque se agudizan las diferencias térmicas descriptas
recientemente, por lo que la humedad del Pacífico ni siquiera llega a las costas
de Chile (formando el desierto de Antofagasta) y la poca humedad que recibe el
Noroeste argentino (NOA) proviene desde el Este.
Entre los vientos locales que atraviesan con diferentes características
la cordillera y actúan sobre el territorio nacional se encuentran el Pampero,
que ingresa desde el centro-sur con dirección SO-NE y es frío y seco; el Zonda,
en Mendoza, San Juan y La Rioja,
con características de viento seco y cálido por el descenso desde las altas
cumbres de la masa de aire (llamado calentamiento adiabático); el Blanco, muy
frío, que afecta a las provincias del NOA y el cinturón de vientos polares del
Oeste, húmedo en la zona cordillerana y seco en la meseta Patagónica, además de
frío, muy fuerte y persistente.
Desde el océano Atlántico ingresan las masas de aire húmedo desde el
Anticiclón del Atlántico Sur, siempre a partir de los 40°-45° de latitud hacia
el norte, por lo que la meseta Patagónica recibe vientos exclusivamente desde
el Oeste. En territorio bonaerense (ciudad de Buenos Aires y provincia de
Buenos Aires), y con efectos sobre Santa Fe y Ente Ríos, ingresa ocasionalmente
desde el Sudeste un viento persistente, frío y húmedo conocido como Sudestada,
que provoca inundaciones de importancia en la zona costera de Ciudad de Buenos
Aires y de la provincia homónima. Desde el Noreste, ingresa sin atravesar áreas
montañosas de importancia, un viento cálido y húmedo proveniente desde la
corriente cálida del Brasil, con dirección NE-SO, que en ocasiones se choca con
el viento del Sudoeste (frío y seco) provocando precipitaciones frontales,
típicas de latitudes medias. El ingreso de este viento del Noreste produce un
gradiente de precipitaciones que disminuyen desde el Este hacia el Oeste en el
norte y centro de nuestro país.
El efecto oceánico o de continentalidad se manifiesta principalmente en
la amplitud térmica diaria y anual y en la abundancia o escasez de
precipitaciones en el territorio. Cuanto más cerca se está de la costa, en
general más se siente el efecto moderador de las aguas sobre las temperaturas
(efecto oceánico) y a medida que nos alejamos hacia el interior, se siente con
más intensidad el efecto de continentalidad, con temperaturas más extremas y
por lo tanto mayor amplitud térmica y menos humedad.
Amplitud térmica: diferencia entre la mayor y la menor temperatura.
Puede ser diaria, mensual o anual, dependiendo del período medido.
T1 Los tipos climáticos
De acuerdo con lo visto se distinguen en el territorio argentino ocho
variedades o tipos climáticos, que se han reagrupado aquí en seis.
T2 Subtropical con y sin estación
seca
Presente en latitudes cercanas al trópico de Capricornio, el clima
subtropical se encuentra en el centro-norte y noreste del país. Debido al
mencionado gradiente de humedad en esas latitudes, el viento que ingresa desde
el océano Atlántico aporta humedad la que va perdiendo paulatinamente a medida
que se desplaza hacia el Oeste. Con temperaturas promedio que se acercan a los
20° C, la diferencia entre ambas variedades está dada por la humedad, que es
mayor en las provincias de Misiones, Corrientes y Este de Chaco y Formosa, con
precipitaciones que superan los 1.000 mm y presencia de bosques húmedos, selvas
y esteros, y va disminuyendo hasta los 400-500 mm en el oeste de Chaco
y Formosa, norte de Santiago del Estero y de Santa Fe y este de Salta, dando
lugar a la presencia de bosques arbóreos y arbustivos de especies xerófilas,
como los Prosopis (caldén, algarrobo,
etc.). Las precipitaciones, además, varían de acuerdo con su persistencia o
estacionalidad, lo que da nombre a cada variedad: en el subtropical sin
estación seca, precipita de manera regular durante el año (régimen
pluviométrico isohigro) mientras que en el subtropical con estación seca,
predominan las precipitaciones estivales debido a la presencia de un ciclón
temporario en el norte del país que atrae los vientos húmedos del Atlántico (régimen
pluviométrico monzónico).
Hacia el oeste, en las sierras subandinas, se presenta otra variedad de
clima subtropical, el serrano, húmedo por la presencia de este relieve que
favorece el ascenso de las masas de aire húmedo provenientes del océano Atlántico,
que en condiciones de altura se enfrían y precipitan dando lugar al desarrollo
de un ecosistema selvático.
T2 Templado húmedo
Está presente en el centro-este del territorio, en latitudes medias,
entre 30° y 40° Sur. Las precipitaciones oscilan entre 700 (hacia el occidente)
y 1.000 (hacia el oriente), por lo que, sumado a las características edáficas
de la llanura pampeana oriental, propicia el desarrollo de las actividades
agrícolas y ganaderas de enorme importancia en el desarrollo económico nacional.
El bioma resultante característico es la pradera o pastizal, originalmente
herbáceo sin estrato arbóreo, con la excepción de las barrancas costeras de los
ríos Paraná y de la Plata
y de otros ríos y arroyos. Las temperaturas anuales promedio varían entre 14 y
18° C, con escasa amplitud térmica.
T2 Templado seco
Al oeste del clima templado húmedo se desarrolla el templado seco,
siguiendo el gradiente mencionado en los climas subtropicales, con mayores
amplitudes térmicas y precipitaciones que rara vez alcanzan los 500-600 mm. El resultado de
estas características es el empobrecimiento de los suelos, con mayor contenido
de sales, menor presencia de cuerpos de agua dulce y por lo tanto, menos
productivos. Aquí se desarrolla una vegetación de bosque bajo xerófilo
(Prosopis como el chañar) o monte y sabana.
T2 Árido y semiárido
Estos tipos de climas se definen principalmente por su ausencia o
escasez de humedad más que por el gradiente de temperaturas debido a la gran
amplitud térmica que presentan.
Desde el noroeste del país hasta el sudeste se presenta la denominada
diagonal árida, con condiciones de escasez de precipitaciones y el desarrollo
de ambientes desérticos y semidesérticos. En el NOA, como se vio anteriormente,
los vientos del Pacífico no llegan con humedad al continente pues la descargan
con anterioridad, por lo que las costas de Chile presentan condiciones de
extrema aridez, mientras que desde el Atlántico, la humedad se pierde casi
definitivamente cuando el viento atraviesa las sierras subandinas, por lo que
la cantidad de precipitaciones anuales en esa zona varía entre 100 y 300 mm. Más hacia el sur, en
el área cuyana, provincias de La
Rioja, San Juan y Mendoza, la escasa humedad que llega desde
Chile queda retenida en la cordillera, que en esa latitud presenta gran altura,
por lo que el registro de precipitaciones rara vez supera los 300-400 mm. En la meseta
Patagónica, la aridez se extiende debido a que los vientos muy húmedos
provenientes del Pacífico descargan su humedad en territorio chileno y en la
cordillera andina, por lo que una vez atravesada esa barrera montañosa, dicho
viento va dejando su humedad a medida que se dirige hacia el Este, con
precipitaciones que oscilan entre 700 y 200 mm desde la cordillera hasta la costa.
T2 Frío húmedo
Se extiende por la cordillera Patagónica fueguina entre los 39° y 55°
Sur, dando lugar al desarrollo de un bosque denso húmedo con predominio de Nothofagus, como la lenga y el ñire. El
promedio de temperaturas anuales oscila entre 10° y 5° C desde el Norte hasta
el Sur y las precipitaciones suelen superar los 1.000 con extremos de 2.500 mm en algunas áreas
de la cordillera neuquina, lo que da origen a una selva templado-fría,
continuación de la selva Valdiviana chilena. Estas precipitaciones son predominantemente
invernales (régimen pluviométrico mediterráneo).
T2 Alta montaña
Las áreas montañosas presentan climas diferenciados según la altura,
actuando esta como el gradiente de humedad y temperatura. Es por eso que en
altura, sobre todo después de los 3.000 metros sobre el nivel del mar, comienza a
desaparecer la vegetación y recrudece el frío, por lo que se da lugar a la
aparición de ambientes con condiciones de extrema aridez y rigurosidad térmica.
Los climogramas
Para representar el clima de algún lugar se utilizan gráficos
denominados climogramas, en los que se señalan a lo largo de un período, en
general un año, los promedios de temperatura mensual y las precipitaciones
totales. Una vez obtenidos los registros mensuales de temperatura y precipitaciones,
se grafica la primer variable en forma lineal y la segunda en forma de barras a
lo largo de los doce meses. Este tipo de gráficos permite analizar la amplitud
térmica anual, la temperatura media y las precipitaciones totales y su
distribución según meses y estacionalidad, entre otras variables.
T1 La red hidrográfica (ríos) y lacustre (lagos, lagunas y acuíferos)
Gran parte del territorio argentino está recorrido por la segunda cuenca
hidrográfica en extensión de Sudamérica, la cuenca del Plata, que tiene un
caudal medio de m3/seg. y crecidas diferenciales según ríos y tramos. El río de
la Plata
colecta las aguas provenientes de parte de la cordillera andina y desde otras
áreas situadas en Paraguay y Brasil, por lo que la alimentación depende tanto
del deshielo del Oeste como de las precipitaciones en las llanuras, sierras y
mesetas del Centro y Este. Entre los ríos que forman esta cuenca se hallan el
Paraná, Paraguay, Uruguay, Iguazú, Salado del Norte, Carcarañá, Salado de
Buenos Aires, Pilcomayo, Bermejo, Gualeguay, etc.
La alta sedimentación en el curso inferior del río Paraná originó en su
desembocadura la formación de islas que en conjunto integran el delta del río
Paraná. Este proceso de sedimentación de origen natural, se aceleró en las
últimas décadas como consecuencia de la veloz deforestación de las selvas
amazónica, tucumano-oranense y misionera y del Matto Grosso en la cabecera de
los ríos Paraná y Paraguay. Cuando quedan desnudos los suelos, actúan las
fuertes lluvias produciendo el lavado y arrastre de sus componentes hacia los
cursos de agua, completándose el proceso erosivo cuando esos sedimentos son
transportados y depositados en las zonas en que el río Paraná pierde fuerza de
arrastre.
En su recorrido están las principales represas hidroeléctricas de
América del Sur, como las de Itaipú (sobre el Paraná en Paraguay y Brasil) y
Yaciretá-Apipé (también sobre el Paraná, en territorios de Argentina y Paraguay),
además de más de medio centenar de represas más pequeñas, la mayoría en
territorio brasileño. Estas se utilizan para la provisión de energía
hidroeléctrica, agua para riego, vías de transporte (como puentes), recreación,
etc.
Otra cuenca de importancia es la del río Desaguadero, endorreica salvo
excepciones en las que el agua del Desaguadero llega hasta el río Colorado, en la Patagonia, y de allí se
dirige al Atlántico. El río Desaguadero recibe las aguas de afluentes como el
San Juan (en la provincia homónima), Mendoza, Tunuyán, Diamante y Atuel (los
cuatro en la provincia de Mendoza), muy utilizados para la provisión de agua
para consumo humano y para riego en la importante producción de oasis frutales
de estas provincias.
En la Patagonia
argentina, los ríos descienden de la cordillera y atraviesan la meseta con
dirección Oeste-Este, a través de amplios valles, como en el caso de los ríos
Negro (y sus afluentes Neuquén y Limay), Colorado, Deseado, Senguerr, Chico y
Chubut.
Existen otras cuencas menores tanto endorreicas (con desagüe en lagos o
lagunas), como las de los ríos Primero y Segundo en Córdoba que desaguan en la
laguna de Mar Chiquita, como arreicas, tal el caso del río Quinto, que nace en
las sierras de San Luis y se infiltra y evapora en el Sudeste de Córdoba y
Noroeste de Buenos Aires.
Entre los lagos y lagunas, los primeros se encuentran predominantemente
en el sur cordillerano argentino, con sentido casi exclusivamente Oeste-Este,
como los lagos Aluminé, Huechulafquen-Paimún-Epulafquen, Lácar, Nahuel Huapi,
Puelo, Futalafquen, Buenos Aires, Argentino, Viedma y otros, todos ellos de
origen glaciario y alimentados por las
aguas del deshielo. Las lagunas están distribuidas en diferentes provincias,
principalmente de la llanura Chaco-Pampeana, como Epecuén, Carhué, Mar
Chiquita, entre otras; y en Corrientes. También se originaron lagos con la
construcción de diques y represas, como en el caso de El Nihuil en Mendoza,
Cabra Corral en Salta y Salto Grande en Entre Ríos.
En áreas con déficit hídrico superficial (escasez de ríos y cuerpos
lacustres) o con alta demanda de agua, son importantes las aguas subterráneas o
napas freáticas, presentes en el subsuelo a profundidades variables según la
composición y estructura de las rocas, para uso diversos como riego,
residencial, industrial, etc.
El acuífero Guaraní
Se trata de una inmensa reserva de agua subterránea localizada en los
territorios de Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay. Su superficie
aproximadamente es de 1.200.000 kilómetros cuadrados y coincide con
una gran parte de la cuenca del Plata. En nuestro país se localiza a diferentes
profundidades, en el subsuelo de las provincias de Misiones, Corrientes, y
parcialmente en los territorios de las provincias de Chaco, Santa Fe, Santiago
del Estero, Córdoba y Entre Ríos.
Aunque es escasa su utilización en nuestro país (se limita al
aprovechamiento de aguas termales con fines terapéuticos y recreativos), se
reconoce la importancia del manejo sustentable de este recurso a nivel
internacional, dado el valor que posee el agua potable a escala mundial. Para
ello trabajan conjuntamente organismos internacionales y universidades de los
cuatro países con el fin de conocer más sobre este reservorio y pautar formas
seguras para su manejo, dado que, como todo cuerpo de agua subterránea, es
susceptible de ser contaminado por infiltración de aguas residuales domésticas,
industriales y rurales.
T1 Biomas y problemas ambientales
Según las características de relieve, clima, vegetación y suelo, se
pueden distinguir en nuestro territorio diferentes biomas terrestres como
selvas, bosques, pastizales (praderas y sabanas), montes, estepas y desiertos.
Además, como la Argentina
tiene territorio marítimo, también se considera la inclusión de este bioma.
T2 Las selvas misionera y
tucumano oranense
Se desarrollan en el Noreste del país, principalmente Misiones, en las
sierras subandinas (Tucumán, Salta y Jujuy), y en un pequeño sector del extremo
oeste de la provincia de Neuquén. También, por la presencia de epífitas y la
ausencia de especies arbóreas dominantes, se pueden enumerar otras selvas más
pequeñas, ligadas a los albardones costeros de los ríos, como el caso de las
selvas marginales de San Isidro, Berazategui y Punta Lara, a orillas del
estuario platense en la provincia de Buenos Aires.
Este tipo de bioma se distingue por la gran cantidad de precipitaciones
que recibe, de más de 2.000
mm anuales en Neuquén y Misiones, por la importante
biodiversidad de especies animales y vegetales y de individuos de cada especie,
por las temperaturas elevadas en el caso de las selvas del Norte, por la
ausencia de especies arbóreas dominantes y la presencia de lianas y epífitas.
Debido a la ausencia de especies dominantes, las selvas reciben comúnmente el
nombre del lugar en el que crecen, tal el caso de la selva misionera. Un tipo
especial de selva es el de las sierras subandinas, cuya vegetación se
desarrolla en las laderas húmedas de las montañas, entre las nubes, por lo que
recibe el nombre de nubiselva o yunga. Algunas de las especies que crecen en
estas selvas son el lapacho amarillo y negro, marmelero, laurel negro,
incienso, ibirá-pitá, curupay, guatambú, pino del cerro, tipa blanca, etc.
Los usos que se da a este tipo de bioma son: turismo, explotación
forestal (aserradero: para muebles, postes, pasta celulosa, etc.),
farmacéutico, entre otros. Desde hace más de un siglo se desmontan para usos
agrícolas y ganaderos.
Primero fue por la extracción de
madera; ahora, por el avance continuo de la frontera agrícola. Por estos
motivos Argentina pierde todos los años 250.000 hectáreas
de bosques, más de 12 veces la superficie de la Ciudad de Buenos Aires,
advierte un estudio que presentará hoy la Fundación Vida
Silvestre Argentina. El trabajo no habla sólo del problema de la deforestación.
Bajo el nombre "Situación Ambiental Argentina 2005", se trata
de un libro que busca abarcar los principales problemas ambientales del país. Más
de 80 artículos realizados por más de 140 autores de cerca de 50 instituciones
—académicas, ONGs, privadas— que vienen a suceder al diagnóstico que Vida
Silvestre realizó en el 2000. Clarín accedió al Resumen Ejecutivo del
trabajo que, con entrada libre y gratuita, se presenta hoy a las 12.30 en el
Auditorio Borges de la
Biblioteca Nacional."Según los indicadores de desarrollo
sostenible elaborados por el Estado Nacional (SAyDS, 2005), las grandes
tendencias ambientales del país siguen siendo preocupantes", señala la
investigación.
Si hay un punto crítico, ése es la deforestación. El proceso de
conversión de ecosistemas en tierras de cultivo lleva a regiones como el Chaco
Seco a sufrir la pérdida del 70% del total (175.000 hectáreas).
También disminuyen los bosques en el Chaco Húmedo, la Selva Paranaense
(Misiones) y en las Yungas (Salta). La selva pedemontana de las Yungas, así
como el llamado "bosque de tres quebrachos" en el Chaco Seco, se
asegura, "están en una situación verdaderamente comprometida".
El número que se pierde por año es relevante si se considera que en el 2002 quedaban
en el país alrededor de 33 millones de hectáreas de bosque.
Además del Chaco Seco, se afirma que apenas el 7% de la selva misionera,
refugio de una alta biodiversidad, ha sobrevivido hasta ahora. En este caso
aparece como causa el reemplazo del bosque nativo por forestaciones para uso
industrial
El informe hace un llamado a desarrollar un modelo productivo sustentable.
Subraya, como ejemplo, que hay en este momento en el país empresas que
trabajan en bosques con normas de calidad y control certificadas, acorde
con la demanda de los consumidores que quieren saber qué impacto ambiental
tiene la elaboración de los productos que adquieren. Y reclama la presencia del
Estado en la planificación y desarrollo de planes de ordenamiento territorial.
Otro problema es la degradación del suelo y de la vegetación, en general
asociado a la quema intencional. En el Chaco Húmedo, se afirma, se queman
entre 2 y 4 millones de hectáreas por año, y en la ecorregión del Monte, 10
millones de hectáreas fueron afectadas por incendios en los últimos 10 años.
En cuanto a pesca, se observaron problemas de sobreexplotación en
recursos como la merluza común, el calamar y el langostino. Se puntualiza acá
también la falta de planes de manejo, lo que permite que de especies
como el sábalo se extraigan entre 60 y 80 mil toneladas al año en la Cuenca del Plata.
El libro tiene varias recomendaciones que tienen el carácter de necesidad. Una
de ellas es elevar la cantidad de superficies protegidas en el país. Actualmente
existen unas 360 áreas protegidas, de variadas categorías y por distintas jurisdicciones.
El promedio en el país es del 6,8% del territorio nacional protegido. Pero en
ecorregiones como "Campos y Malezales" el porcentaje protegido es
menor. Y del 6,8% general, apenas el 19%, afirma el informe, tiene un nivel de
protección aceptable.
El objetivo estatal de proteger
al menos el 15% del país debe ser implementado con urgencia", señala el
informe.
El panorama no es mejor en
rubros como erosión de suelos, tanto en términos hídricos como eólicos,
o el problema de los residuos sólidos urbanos e industriales, que aumentan. Pero
hay algunos avances, como el acceso al agua potable: en diez años, el país pasó
de 21 millones de habitantes con agua potable a más de 28 millones (de 66% al
78% de cobertura a nivel nacional). Y las emisiones argentinas de gases que
influyen en el cambio climático siguen siendo pequeñas.
Cita: © Clarín, La
deforestación anual equivale a 12 veces la superficie de Capital, 23 de mayo de 2006.
T2 Los
bosques
Se extienden por gran parte del territorio argentino. Se distinguen de
las selvas por la dominancia de una (bosque monoespecífico) o dos especies
arbóreas (bosque mixto), por ejemplo bosque de arrayanes, bosque de sauces y
alisos, bosque de quebrachos, etc.
De acuerdo con la humedad recibida, pueden ser bosques húmedos o secos.
En Argentina se distinguen:
- el bosque chaqueño, con especies maderables de alto valor
como el quebracho colorado y blanco, viraró, lapacho, urunday y algarrobo
- el bosque austral, en la cordillera patagónico-fueguina,
con ejemplares de Nothofagus
(lenga, ñire, raulí, guindo, roble pellín, coihue), alerces, araucarias,
cipreses, y otras,
- los bosques marginales en las riberas de los ríos (Paraná,
Paraguay, Uruguay), donde crecen, entre otras especies, timbó blanco, ingá
colorado, aliso de río, espina de bañado, ibapoy, tala y sauce.
T2 Los pastizales: praderas y
sabanas
Se extienden sobre todo por la llanura Chaco-Pampeana. En el caso de las
praderas, la vegetación dominante y casi exclusiva es herbácea (Stipa, Poa, Festuca, etc.). Se trata de
ecosistemas con un elevado grado de transformación tanto por las actividades
agrícolas y ganaderas como por el crecimiento urbano, por lo que quedan pocos
rastros de los ecosistemas originarios, a lo que se suma que es, además, un
espacio con muy escasa representación dentro del sistema de áreas protegidas a
escala provincial y nacional. Las sabanas se presentan dominantemente en
condiciones de menor humedad y desigual registro de precipitaciones durante el
año, por lo que se desarrollan generalmente en condiciones de climas con
estación seca, en los bordes occidentales de la gran llanura platense (Chaqueña
y Pampeana). Se caracterizan por ser pastizales en los que se destacan de
manera aislada o en pequeños grupos, árboles como el caso de los caldenales de
la provincia de La Pampa.
T2 Estepa, monte y desierto
Estos tipos de biomas se caracterizan por la escasez de precipitaciones,
lo que da lugar a la formación de vegetación adaptada a condiciones de déficit
hídrico, denominada vegetación xerófila, y por presentar cobertura parcial del
suelo, lo que favorece los procesos de erosión y desertificación. Las
precipitaciones en estos biomas no alcanzan los 700 mm y en ocasiones son
muy inferiores a este valor.
Las comunidades vegetales varían desde cactáceas en zonas con fuerte
déficit pluviométrico hasta estepas arbustivas y arbóreas espinosas y de hojas
pequeñas y pastos duros. En áreas salinas o salitrosas se desarrolla vegetación
halófita.
Estos biomas se desarrollan en gran parte del territorio argentino, en
la mencionada diagonal árida, y a diferentes alturas, como en el Noroeste,
Cuyo, parte de las Sierras pampeanas, Pampa occidental y meseta Patagónica.
El uso del suelo aquí se ve limitado principalmente a los oasis de
regadío, donde se asienta gran parte de la población de estas áreas y se
practican actividades agrarias. Entre los problemas ambientales que se producen
en estas áreas se destacan la salinización de suelos por riego excesivo y
elevada insolación y la erosión y desertificación de los suelos por prácticas
inadecuadas tanto agrícolas como ganaderas.
T2 Bioma marítimo
Compuesto por ecosistemas diferenciados según la proximidad a la costa y
la profundidad. Debido a la presencia de las corrientes frías de origen
subantártico, la fauna y flora está adaptada a las bajas temperaturas del agua.
Entre las especies animales se destacan los peces, como la merluza común y la
austral, corvina rubia y negra, sardina fueguina, caballa, besugo, mero,
tiburón, abadejo, etc; los crustáceos, como el langostino, camarón, almeja,
mejillón, centolla y centollón; y los moluscos, como el calamar, que al igual
que la merluza común (hubbsi) son
intensamente explotados hasta niveles tan extremos que hacen colapsar las
poblaciones, por capturas tanto de buques nacionales como extranjeros y obligan
a decretar la veda o prohibición de la pesca hasta alcanzar las tasas de
reposición de estas especies a niveles que aseguren su reproducción.
TU Unidad 3: La formación
histórica del territorio argentino
El territorio de los pueblos
originarios
Los diferentes grupos que habitaban el territorio que posteriormente se
convertiría en la Argentina,
poseían características muy disímiles, y por lo tanto su impronta espacial fue
también diferente.
En el Noroeste argentino (NOA), las Sierras Centrales y Cuyo habitaban
pueblos que tenían contacto o formaban parte del imperio Inca a la llegada de
los españoles. Eran comunidades sedentarias, con elevadas densidades
demográficas (en relación con los otros grupos) y cierta complejidad en sus
estructuras sociales; el aprovechamiento de los pisos ecológicos heredados de
los Incas les permitía desarrollar tanto la agricultura como la ganadería de
camélidos (llamas, vicuñas, alpacas y guanacos). En sus sistemas agrícolas,
además de utilizar las diferentes altitudes de las montañas, practicaban el
barbecho, la roza y el riego para obtener principalmente maíz y papa. La
producción de sus territorios abarcaba, por otra parte, la construcción de
caminos y de canales, los silos de piedras y la actividad minera de metales
preciosos. Sus vestimentas consistían principalmente en tejidos elaborados a
partir de las lanas de los camélidos y sus viviendas permanentes eran
construidas con piedras. Entre estos grupos estaban los diaguitas, omaguacas y
calchaquíes.
El Noreste (NEA) estaba poblado por grupos predominantemente
seminómadas, se dedicaban a la caza, pesca, recolección y a una ganadería y
agricultura rudimentaria; entre ellos estaban los guaraníes, matacos,
guaycurúes, chiriguanos, mocovíes y tobas. La apropiación de sus territorios
era llevada a cabo mediante el uso de canoas hechas con troncos para
trasladarse por la gran cantidad de ríos de esa zona y para llevar a cabo la
actividad pesquera. Fabricaban condimentos, venenos, estimulantes y pigmentos
(Narvaja y Pinotti, 1996).
Las áreas pampeana y patagónica estaban habitadas por pueblos nómades y
seminómades como los ranqueles, pampas, querandíes, tehuelches, pehuenches,
puelches y mapuches, entre otros, quienes recorrían grandes extensiones
territoriales en busca de alimentación a través principalmente de la caza, la
recolección y la pesca, aunque también, debido a la influencia de los
araucanos, practicaban una agricultura simple. En el extremo sur patagónico
habitaban pueblos nómades principalmente pescadores como los onas (selk’nam) y
yámanas.
En menor o mayor medida estos pueblos han dejado escasas huellas
territoriales, en parte debido a sus características propias, sobre todo el
nomadismo que impedía un fuerte afincamiento y por lo tanto, mayor
complejización social, y en parte debido al sometimiento posterior al que
fueron sometidos con la llegada de los españoles.
T1 El territorio colonial
Como la Argentina
fue colonia española desde el siglo XVI hasta principios del XIX, la
conformación del territorio nacional estuvo estrechamente ligada a ese proceso
de colonización.
Sin los grandes yacimientos minerales de oro y plata que sí poseían los
territorios de México, Perú y Bolivia y sin grandes densidades demográficas
aborígenes debido al carácter principalmente nómade de los pueblos originarios
de nuestro territorio, los españoles no establecieron importantes centros
urbanos de población europea como lo hicieran en el Potosí o en México.
Sin embargo, entre las importantes transformaciones espaciales que
dominaron el territorio nacional (entonces aún territorio colonial) entre los
siglos XVI y XVIII, se encuentra la fundación de ciudades. En el siglo XVI se
crearon Salta (1582), San Salvador de Jujuy (1593), San Miguel de Tucumán
(1565), La Rioja
(1591), Santiago del Estero (1553), Córdoba (1573), Corrientes (1588), Santa Fe
(1573), Buenos Aires (1580), San Juan (1562), Mendoza (1561) y San Luis (1594).
En el siglo XVII se fundó San Fernando del Valle de Catamarca (1683). Estas
ciudades estaban conectadas mediante sistemas de caminos que unían el Noroeste
con Buenos Aires, el Litoral y Cuyo para extraer el producto de las economías
de esos lugares y después llevarlos a España a través de los puertos de El
Callao (en el actual Perú) primero y de Buenos Aires luego. Entre los productos
primarios o levemente transformados que se dirigían a Europa se encontraban el
tabaco, la yerba mate, vid, vino, aguardiente, cueros, lanas, carne, leche,
tasajo, algodón y metales.
Si bien durante los siglos XVI y XVII los principales núcleos
poblacionales y comerciales estaban en el Noroeste y Corrientes, el creciente
comercio portugués y británico a través del río de la Plata y desde y hacia el
puerto de Buenos Aires hizo que España prestara más atención a esta zona e
instalara en esa ciudad el virreinato del Río de la Plata a fines del siglo
XVIII (1776). Este crecimiento de Buenos Aires y de la importancia de su puerto
fue impulsado por el auge de las ideas fisiócratas (doctrina que sostenía que
el suelo –y los recursos naturales en general- era la más importante fuente de
riqueza), por la rivalidad entre las potencias que encontraron en este sitio un
resquicio por donde competir en el comercio ultramarino con España y por los
cambios ocurridos en el seno de la corona española, que buscaban reordenar el
territorio americano.
Las ideas fisiócratas dieron entonces un fuerte impulso a la actividad
ganadera y más tarde a una incipiente agricultura en los fértiles suelos de la
llanura pampeana. Dicho impulso se acrecentará mucho más durante los siglos XIX
y XX. Las reformas en el seno del gobierno español coincidentes con la instauración
del Virreinato del Río de la
Plata en nuestro territorio, además, dieron fuerte impulso al
comercio exterior hasta entonces relegado.
Estos cambios en el territorio, es decir la necesidad de incorporar cada
vez más tierras para la actividad
económica, sobre todo entonces para la ganadería, fueron desplazando a los
pueblos indígenas produciendo una fuerte retracción territorial de la mayoría
de estos grupos.
La expansión de la ganadería en la zona pampeana desde el siglo XVII y
más fuertemente desde el XVIII guardó relación con la aptitud ecológica de este
ecosistema y con la ausencia de alambrados. El fértil pastizal pampeano fue un
lugar ideal para que el ganado traído de Europa, vacas, caballos y ovejas, se
reprodujera ante la ausencia de competidores (otros grandes herbívoros) y de
grandes predadores. Durante este período, la presencia de ganado en la llanura
pampeana, sobre todo de caballos, fue motivo de la presencia de los malones en
las poblaciones criollas
T1 El territorio en épocas de la Independencia
El Virreinato del Río de la
Plata había dado un importante paso en la formación de Buenos
Aires como principal centro político y económico del incipiente país, y el
siglo XIX, caracterizado por las guerras de Independencia y las luchas internas
entre diferentes grupos de intereses políticos y económicos, terminó por
consolidar el papel de la ciudad que en 1880, hacia fines de este período, se
convertiría en la
Capital Federal de la Argentina.
Durante este siglo XIX las ideas fisiócratas fueron arraigando cada vez
más a la par que el puerto de Buenos Aires adquiría cada vez mayor importancia.
La ganadería comenzó a compartir tierras con la agricultura y comenzó a
instalarse una protoindustria ligada casi exclusivamente a la ganadería; surgen
así los saladeros, destinados a conservar las carnes mediante el uso de la sal.
El germen concentrador del Virreinato del Río de la Plata, lejos de haberse
disipado con las luchas revolucionarias, se acentuó con el correr del siglo
XIX: Buenos Aires, su puerto y su aduana jugarían un papel fundamental en la
economía nacional. Para ese entonces surgía con fuerza un gran protagonista
tanto de las luchas de independencia como de la pujante economía pampeana: el
comerciante – hacendado. Como contrapartida, las economías en general artesanales
del resto del territorio, salvo algunas excepciones, sufren duros reveses
relacionados con la apertura económica de las Reformas Borbónicas de España y
las rentas de aduana de Buenos Aires. Apenas cuatro años después de la Declaración de la Independencia, nueve
de cada diez productos que salían por la aduana del puerto de Buenos Aires,
eran de origen ganadero: cueros, carne salada y sebos.
La consolidación del área pampeana como núcleo político y económico del
país llega de la mano de la construcción de las primeras vías ferroviarias, que
plasman territorialmente ese predominio de Buenos Aires. En 1860 se crea el
primer ramal ferroviario, Ferrocarril Oeste, con 39 kilómetros de
vías, que se incrementan a 342
km veinte años más tarde, con el fin de este período. El
total de vías construidas hacia 1880 asciende a 2.432 km, casi todas ellas
en territorio pampeano y principalmente bonaerense (Roberto Cortés Conde, El
progreso argentino 1880 – 1914, 1979).
En relación con la población, el siglo XIX marca el corrimiento cada vez
más acentuado de las poblaciones indígenas y su reemplazo por población
proveniente de Europa. Estas oleadas inmigratorias que llegan sobre todo desde
mitad de ese siglo, se instalan principalmente en ciudades pampeanas y en las
denominadas colonias agrícolas, como las de Santa Fe, Entre Ríos y Chubut. La
población del NOA pierde peso con la formación del Virreinato primero, luego
con la creación de la
Provincias Unidas del Río de la Plata en 1813 y
posteriormente con el creciente predominio de las provincias ligadas a las
actividades ganaderas, comerciales y portuarias.
La relación con los indígenas durante gran parte de ese silgo XIX fue
predominantemente conflictiva. Gran parte del territorio estaba en manos de los
grupos originarios y ello resultaba un problema para las crecientes economías
agrícolas y ganaderas, por ello conjuntamente con la creación de las primeras
vías férreas y la instalación de colonias agrícolas, se crearon fuertes y
fortines diseñados para avanzar sobre los territorios todavía no ocupados y
para defenderse de los malones indígenas. Estos emplazamientos dieron origen a
Rauch, Tandil, Bahía Blanca, Junín, Candelaria, Orán, entre muchos otros
núcleos urbanos. El territorio estaba dividido por líneas que separaban a ambos
grupos (los de origen europeo -españoles y criollos- y los indígenas),
denominadas “fronteras”, que durante ese lapso se fueron corriendo cada vez más
hacia el lado indígena, despojándolos de sus territorios. La resistencia de
algunos grupos indígenas organizó los denominados malones, que realizaban
sorpresivamente para llevarse principalmente caballos, mujeres y vacas. Por el
otro lado se organizaban milicias para desterrar a los indígenas.
Epígrafe: “Las tribus indígenas al mando de algún cacique
(Catriel, Mariano Rosas, Pincén, Calfucurá, Shayhueque, etc.)Se diferenciaban
unas de otras no sólo por el lugar que ocupaban –si bien eran nómades, tenían
territorios delimitados- sino también por su relación con los “cristianos”.
Algunas tribus eran hostiles y otras se declaraban amigas e inclusive defendían
los territorios de población criolla y española. Unos y otros pagaron cara tanto
su amistad como su hostilidad, los primeros porque fueron reclutados para
luchar en la guerra contra el Paraguay y los segundos porque fueron aniquilados
en nombre del progreso y la civilización y en contra de la barbarie.”
Para el primer censo de población, que se realizó en 1869, es decir,
hacia el fin de esta etapa, la
Argentina contaba con más de 1.730.000 habitantes, la mayoría
en el área pampeana. Para ese mismo año llegaron al país cerca de 73.000
inmigrantes predominantemente europeos y entre los años 1857 y 1876, habían
arribado al país alrededor de 340.000 inmigrantes. Si bien la mayoría de ellos
se asentó en la zona pampeana, también Mendoza y Tucumán incrementaron sus
poblaciones debido a las economías basadas en la vid y el azúcar.
T1 El territorio entre 1880 y
1930: el período agroexportador
El contexto internacional de surgimiento de esta etapa es el de la
organización capitalista del mundo en países centrales industrializados y
consumidores y países periféricos productores primarios
En dicho contexto, nuestro país asume el rol de productor agrícolo –
ganadero y el Estado prepara el territorio para llevar a cabo eficazmente este
modelo.
Entre los cambios espaciales más importantes de estos 50 años, quizás
los más relevantes en la historia económica del país, se pueden destacar la
agriculturización pampeana, el tendido casi definitivo de la red ferroviaria,
el crecimiento exponencial de algunos espacios urbanos cono Buenos Aires,
Córdoba o Rosario debido a las fuertes oleadas inmigratorias, el inicio del tendido
de la red caminera debido a la aparición del transporte automotor, la aparición
y proliferación de industrias ligadas a las actividades agrarias y el
surgimiento de núcleos culturales y sociales que regulaban la vida social de la
creciente población urbana.
La agriculturización pampeana consistió en la creciente incorporación de
tierras vírgenes (de producción o uso) y ganaderas a la producción agrícola. El
sistema agrario pampeano se basaba en los cultivos trigo, maíz y lino y en la
producción del ganado vacuno y ovino. En esta época se conoció a nuestro país
como el “granero del mundo” tanto por la fertilidad de los suelos pampeanos
como por las necesidades alimenticias de Europa.
Otto Solbrig (op. cit) señala que entre 1895 y 1914 la superficie sembrada
con alfalfa destinada a la alimentación del ganado vacuno pasa de alrededor de 71.300 ha a 7.373.400 ha y la
superficie sembrada con trigo entre las mismas fechas asciende de 89.000 ha a 2.044.000 ha. En la
década de 1910, sin embargo, parte de esta actividad agraria pampeana comienza
a estancarse por el cese de crecimiento demográfico europeo, el fin del aumento
de la demanda de productos alimenticios desde ese continente y el mejoramiento
de los rendimientos de la agricultura europea. Para esa fecha la agricultura
superaba a la ganadera por la fuerte incorporación del maíz y por la creciente
subdivisión de tierras en la
Pampa.
A medida que aumentaba la producción agrícola y ya sin malones indígenas
(es decir, con el territorio consolidado), el tendido de los diferentes ramales
ferroviarios creció casi siempre desde las zonas de producción primaria hasta
el principal puerto, el de Buenos Aires, por lo que se conformó un diseño
radial con vértice en la capital del Estado, la ciudad de Buenos Aires.
Este medio siglo de pujante economía derivó también en problemas
ambientales de importante magnitud para la época, como la contaminación de los
cuerpos de agua (ríos, arroyos, lagunas) por la instalación de las nuevas
industrias, como por ejemplo los frigoríficos, que ya reemplazaban cada vez más
a los saladeros, y las curtiembres.
La vida urbana, por otra parte, estaba signada en las grandes ciudades,
por la instalación y creación de grandes tiendas, bancos y clubes de capitales
generalmente británicos, como también eran de ese origen los capitales con los
que se construyó la red ferroviaria.
T1 El territorio entre las
décadas de 1930 y 1970: la industrialización
La caída de la bolsa de Nueva York (Estados Unidos de América) en 1929 –
1930 (ver módulo Geografía Mundial Contemporánea, unidad 4), sumada a la crisis
de la Europa
occidental generan un efecto cascada en la economía mundial y particularmente
un marcado receso en las latinoamericanas, en este momento instaladas como
proveedoras de materias primas. En la Argentina genera una importante crisis en el
campo. La política de los países europeos y de Estados Unidos fuertemente
restrictiva al ingreso de los productos primarios y al egreso de productos
manufacturados, genera un vuelco hacia una incipiente industrialización
latinoamericana.
La instalación de industrias en las ciudades y la crisis agraria provoca
un importante éxodo rural, es decir, el traslado de población rural a los
espacios urbanos, que se irá incrementando durante esta etapa, además, con la
introducción de maquinaria que reemplaza la mano de obra en los campos. Con la
red ferroviaria ya consolidada, crece con un diseño similar (radial con vértice
en Buenos Aires) la red vial, a expensas de una fuerte expansión del sector
industrial automotor en el mundo.
Las áreas urbanas de fuerte crecimiento son aquellas que concentran
mayor demanda de mano de obra, las industrializadas, que en nuestro territorio
se concentraron durante estas cuatro décadas, en el denominado cinturón fluvial
industrial desde San Lorenzo – Rosario en Santa Fe hasta La Plata en Buenos Aires
siguiendo el trazado de los ríos Paraná y de la Plata y en otras ciudades
como Córdoba y Mendoza. Entre las industrias se destacan las textiles,
alimenticias, petroquímicas, siderúrgicas, metalúrgicas, automotrices y
electrónicas, pero todas ellas con escasa inversión tecnológica.
Esta situación generó un incremento del mercado interno, una
industrialización poco productiva subsidiada por la presencia de un Estado muy
fuerte y una creciente desigualdad entre la zona pampeana y el resto del
territorio plasmada en la concentración demográfica, la centralización de las
decisiones políticas y económicas y el crecimiento urbano pampeano.
Hacia el fin de este período se acentúan las migraciones tanto internas
como externas (sobre todo sudamericanas) hacia las grandes ciudades
(principalmente a Buenos Aires y su conurbano) con el objetivo de buscar
trabajo generando zonas de extrema pobreza conocidas como villas de emergencia
por la imposibilidad de acceder a puestos de trabajo estables.
T1 El territorio
desde la década de 1970: la desindustrialización
Desde mediados de la década de 1970 en el país, y en general en el resto
de Sudamérica, se sienten los efectos de las crisis internacionales del
petróleo, del auge de las ideas de librecomercio y de los golpes de Estado. El
Estado se achica, es decir, cede parte de sus funciones y responsabilidades al
mercado, permite el ingreso de capitales y de empresas internacionales y, en un
principio, cercena la libertad de expresión de los partidos políticos y de los
ciudadanos en general hasta la recuperación democrática.
En este marco, comienza la etapa de apertura económica, del arribo de
empresas y de la desindustrialización a la luz de las políticas neoliberales
impuestas como recetas por los gobiernos de los países desarrollados y los
organismos de crédito internacional, como el Banco Mundial y el Fondo Monetario
Internacional, la consiguiente retracción de la demanda, la pérdida de puestos
de trabajo y el crecimiento de los bolsones de pobreza, sobre todo en las
periferias de las ciudades grandes y medianas. Por otra parte se incrementa la
desigualdad socioeconómica lo que redunda en una fuerte fragmentación espacial
con un acelerado crecimiento de los bolsones de pobreza por un lado, y el
también crecimiento de los de riqueza. Esto supone entonces, el fuerte
decaimiento de los estratos sociales intermedios (la “clase media”). Sumado a
esto crece exponencialmente la deuda pública externa en parte contraída por el
Estado y en parte por empresas, pasando de casi 10.000 millones de dólares a
principios de esta etapa (1976) a cerca de 148.000 millones de dólares en 1999
(Adriana Clemente, La ‘cuestión social’: notas para el debate, en ¿Argentina en
colapso? América debate, IIED-AL, 2002).
Durante la década de 1990 en casi toda Latinoamérica pero
particularmente en la
Argentina, se lleva adelante el proceso privatizador que
consiste en la venta o concesión de las empresas fiscales (como Aerolíneas
Argentinas, Yacimientos Petrolíferos Fiscales –YPF-, Yacimientos Carboníferos
Fiscales –YCF-, telefonía –Entel-, algunas rutas, los servicios de energía
eléctrica, de agua por red, de gas, el correo, etc.). Además, y ligada a la
lógica del mercado por sobre la del bien común, se suprimen las vías férreas
que no son rentables y se privatizan las que sí lo son. La supresión de los
ramales ferroviarios trajo consigo el aislamiento de gran cantidad de pueblos y
ciudades.
Ya desde antes, en el período del último golpe militar (1976-1983) el
Estado había privatizado una alta proporción de tierras fiscales principalmente
boscosas, lo que derivó en un acelerado proceso de deforestación y pérdida de
biodiversidad en el centro y norte del país (Morello et al., El ajuste
estructural argentino y los cuatro jinetes del apocalipsis ambiental, Colección
CEA-CBC, Universidad de Buenos Aires, 1997).
TU Unidad 4: La población del
territorio argentino
T1 Introducción
Clasificar a la sociedad argentina según la dualidad desarrollo –
subdesarrollo explicada en el módulo Geografía Mundial Contemporánea, resulta
de gran complejidad. Dicha complejidad es la que desarrollaremos en esta Unidad,
basada en los parámetros que indican que nuestra composición social oscila
desde el subdesarrollo hasta el desarrollo. Lo que desde cualquier óptica
resulta sí indiscutible es la acentuada desigualdad estructural de la sociedad.
Para comprender mejor esta complejidad, desarrollaremos la Unidad en dos apartados:
- Las
características demográficas generales y
- Argentina
entre el desarrollo y el subdesarrollo.
T1 Características demográficas
generales
Según el último Censo Nacional de Población y Vivienda del año 2001, en
nuestro territorio de 2.780.403 kilómetros cuadrados, habitan
36.260.130 personas (www.indec.mecon.ar).
Por ello la densidad demográfica es de 13 habitantes por km2. La mayoría de la
población que habita el territorio nacional es nativa (95.8 %) y reside en
áreas urbanas (89.3 %). La composición social remite a un origen marcadamente
inmigratorio, con una fuerte mezcla de diferentes nacionalidades tanto:
ª
de
Europa, sobre todo por las oleadas migratorias de fines del siglo XIX hasta
mediados del XX;
ª
de
países sudamericanos, por corrientes migratorias ocurridas principalmente desde
mediados del siglo XX;
ª
del
sudeste asiático sobre todo desde la década de 1970 en adelante;
ª
de otros
orígenes, como el resto de América, Asia, África y Oceanía y, además,
ª
descendientes
de los pueblos originarios del territorio argentino.
T2 Distribución y densidad
demográfica
Como se vio en la Unidad
3, el territorio se fue configurando de tal manera que la población se asentó
en algunas zonas quedando más o menos vacías el resto de ellas, tanto por
motivos socioeconómicos como por condicionamientos ambientales. Así fue
creciendo el núcleo urbano del Gran Buenos Aires.
Se denomina Gran Buenos Aires –G.B.A.- al conjunto conformado por la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires y 24 partidos del conurbano bonaerense que la rodean) y, aunque en
menor medida, otros núcleos urbanos de importancia como Rosario en la provincia
de Santa Fe, Córdoba en la provincia homónima y otras ciudades (como se verá en
la Unidad 6:
El espacio urbano).
La tardía inserción de algunas provincias o zonas de ellas al desarrollo
nacional,
lo que implicó la escasez de oferta laboral, educativa, recreativa, de
infraestructura, etc., sumado a importantes condicionamientos ambientales como
la aridez o las bajas temperaturas, favorecieron una desigual distribución demográfica en el
territorio.
Densidad demográfica: relación que resulta de la división entre
la cantidad total de población de una unidad territorial, por ejemplo un país o
una provincia, respecto del territorio de dicha unidad territorial).
Por ello, a pesar de que la densidad
demográfica en la
Argentina es de 13 hab/km2, hay jurisdicciones con promedios
por encima de esta cifra, como la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, con 13.679,6 hab
/ km2, las provincias de Misiones (32,4), Tucumán (59,4), Santa Fe (22,6),
Buenos Aires (45) entre otras; y algunas por debajo de dicho promedio, como
Catamarca (3,3), La Pampa
(2,1), Santa Cruz (0,8), Río Negro (2,7), etcétera.
T2 La composición de la población
A través de los sucesivos censos de población se puede observar el
crecimiento demográfico, que pasó de 1,8 millones de habitantes en 1869 a 15,8 millones casi a
mediados del siglo XX y a 36,3 millones en 2001. Ese crecimiento se debió en
gran medida a las corrientes inmigratorias mencionadas y también al crecimiento
vegetativo o natural de la población.
Se denomina crecimiento vegetativo o natural de la población a la
diferencia entre la natalidad y la mortalidad).
T2 Natalidad y mortalidad
Dos indicadores importantes del estado en que se encuentra una población
son las tasas de natalidad y de mortalidad.
Tasa de natalidad: relación entre la cantidad de nacimientos y la
población total en un momento y lugar determinados; tasa de mortalidad:
relación entre la cantidad de defunciones o muertes y la población total en un
momento y lugar determinados.
Como se vio en el Módulo Geografía Mundial Contemporánea, cuando estas
tasas son bajas, son fuertes indicadores de desarrollo social y, por el
contrario, cuanto más altas son, también reflejan el nivel de subdesarrollo
social y económico. Por ello resulta importante conocer las tasas por
jurisdicción, pues sirven, como todo indicador, para poder tomar decisiones
adecuadas.
Como se expresó con anterioridad, los indicadores son muy diferentes
según la jurisdicción analizada. Ambas tasas, de natalidad y de mortalidad son
relativamente bajas en nuestro país, de 18,2 ‰ y 7,6 ‰ respectivamente. Sin
embargo, este aparente elevado desarrollo signado por la reducción de ambas
tasas, no tiene correlato en todo el territorio, en el que provincias como
Formosa (‰‰), Chaco (‰‰), Santiago del Estero (‰‰), Corrientes (‰‰) y Tucumán
(‰‰) muestran condiciones aún de pobreza generalizada. Contrariamente, Ciudad
de Buenos Aires (‰‰), Santa Fe (‰‰), Córdoba (‰‰), San Luis (‰‰), Entre Ríos
(‰‰) y Mendoza (‰‰) tienen valores menores al promedio nacional.
¿Por qué bajan las tasas de
natalidad y mortalidad?
Entre las condiciones de desarrollo que provocaron el descenso de ambas
tasas en la Argentina
se destacan la inversión (apenas incipiente) de investigación y desarrollo en
ramas ligadas a la salud; la importación y difusión de técnicas y productos
relacionados con la medicina, la evolución, aceptación y abaratamiento de los
métodos anticonceptivos; el ingreso de las mujeres masivamente a los mercados
de estudio y trabajo principalmente en las áreas urbanas, lo que retrasó la
edad de embarazo y limitó voluntariamente la cantidad de hijos y la destacada
producción agraria. Entre los factores que retrasaron y retrasan el retroceso
de estas tasas se destacan la desigualdad en los ingresos, la precariedad
laboral, el desempleo y como consecuencia de todo esto, la situación de pobreza
de un importante sector de la población.
T2 La mortalidad infantil
Es un indicador relevante del estado de una población debido a que
implica las condiciones de salud del recién nacido, relacionado, además, con
las condiciones en las que se encuentra la madre
Tasa de mortalidad infantil: relación entre la cantidad de niños menores
de un año que mueren cada mil nacidos vivos en un momento y lugar determinados.
En la Argentina,
esta tasa ha ido disminuyendo desde 1980 (33,2 ‰) hasta 2004 (14,4 ‰) (INDEC, www.indec.mecon.ar , junio de 2006), si
bien desde hace ya algunos años dicho decrecimiento se atenuó porque, por un
lado, se ha llegado a cierto umbral en el que resulta más difícil bajar dichas
cifras, y por el otro, confluyen la crisis económica de diciembre 2001 – enero
2002 y las condiciones estructurales de pobreza en parte de la población.
T2 Las pirámides
demográficas
Las pirámides demográficas son gráficos que se usan para interpretar la
estructura de una población a partir de dos variables: el género o sexo y los
grupos de edad o cohortes. Usualmente se adoptan rangos de 5 años para
determinar cada cohorte (0 a
4; 5 a 9; 10 a 14 años; etc.). Estos
gráficos sirven para analizar una sociedad de acuerdo con ciertos parámetros
como la natalidad, la mortalidad, la esperanza de vida, las migraciones, los
eventos extraordinarios (por ejemplo las guerras), etcétera, los que en
conjunto dan cuenta de cuál es el estado o nivel en el que se encuentra una
sociedad en un momento específico. Contar con pirámides demográficas de
distintas fechas para un mismo lugar facilita una interpretación visual del
desarrollo de dicha sociedad a través del tiempo, lo que permite, además, poder
hacer proyecciones.
Se reconocen tres tipos de pirámides que están ligadas a los tres
niveles de desarrollo estipulados, entre otros, por la Organización de las
Naciones Unidas (la aceptación de esta clasificación es discutible, tal como
quedó expresado en el módulo Geografía
Mundial Contemporánea): para un desarrollo bajo corresponde una pirámide expansiva, con elevadas tasas de
natalidad y mortalidad (incluso mortalidad infantil), fuerte reducción de
cohorte a cohorte y escasa esperanza de vida; a un desarrollo medio le
corresponde una pirámide estacionaria,
con intermedios valores de natalidad, mortalidad, mortalidad infantil y
esperanza de vida; la reducción entre cohortes es marcada, pero en menor medida
que la pirámide expansiva; las pirámides regresivas
corresponden a sociedades de desarrollo alto, con bajas tasas de natalidad,
mortalidad y mortalidad infantil, elevada esperanza de vida, poca reducción de
cohorte a cohorte, ensanchamiento en las cohortes de edades laborales, sobre
todo entre 20 y 39 años, debido a las inmigraciones por trabajo; a su vez en
este tipo de sociedades (y de pirámides) se observa un fuerte envejecimiento
demográfico, es decir una elevada proporción de población mayor a los 65 años
de edad respecto del total.
Esperanza de vida: indicador que mide lo que se espera que viva
una persona desde que nace, según las condiciones sociales en las que se halla
inmersa en el momento de su nacimiento.
El conjunto de indicadores utilizado para describir y analizar el estado
de una sociedad, puede resultar útil, pero es necesariamente incompleto y, mal
analizado puede derivar en simplificaciones e inexactitudes de una realidad que
sin dudas, es mucho más compleja. Para mencionar un ejemplo, según Naciones
Unidas, la Argentina
posee uno de los índices de escolaridad más altos del mundo (0.96 sobre un
máximo de 1, en el que se tienen en cuenta la matriculación primaria,
secundaria y terciaria y la alfabetización de adultos); sin embargo, la
realidad del estado de las aulas y de la infraestructura general de gran cantidad
de establecimientos educativos; de la cantidad y calidad de los aprendizajes;
del reconocimiento salarial y no salarial de los docentes; del rol de las
familias en dichos procesos de aprendizaje de los alumnos; de las diferencias
entre las jurisdicciones, entre muchas otras variables, es lo suficientemente
compleja como para ser acotada a un par de datos, significativos pero
insuficientes.
Los niveles de pobreza, de indigencia y de desigualdad social definen en
gran medida el modelo socioeconómico de un país. Cuado estos niveles son
elevados, quedan pocas dudas respecto del grado de desarrollo de la sociedad.
En la Argentina,
el Instituto Nacional de Estadística y Censos –INDEC-, elabora indicadores de
pobreza y de indigencia en relación con el concepto de Necesidades Básicas
Insatisfechas (NBI) y determina que los hogares con NBI son aquellos que
presentan al menos uno de los siguientes indicadores de privación: deficiencias
en hacinamiento, en vivienda, en las condiciones sanitarias, en cuanto a
asistencia escolar o en la capacidad de subsistencia (para ver en detalle esta
información se sugiere ingresar en la página www.indec.mecon.ar). De acuerdo con este
organismo, entre 1980 y 2001, la población con NBI decreció de 27.7 % a 17.7 %,
pero estas cifras continúan siendo muy elevadas.
T1 Argentina entre el desarrollo
y el subdesarrollo
Según qué indicadores o tópicos se tomen en cuenta, y de acuerdo a quién
realice esta tarea, se puede clasificar a la Argentina como un país
desarrollado o como un país subdesarrollado, e incluso, atendiendo a la citada
clasificación que adopta las Naciones Unidas, una sociedad de desarrollo
intermedio.
a. Los indicadores del desarrollo: El sostenido descenso de las tasas de mortalidad y
mortalidad infantil, el elevado porcentaje de población adulta alfabetizada, un
PBI per cápita relativamente alto, el consiguiente IDH también elevado, el
incremento de la población ocupada en el sector terciario de la economía, el
ingreso masivo de capitales por exportaciones desde el 2002 en adelante y la
mejora en la provisión de algunos servicios desde la década de 1990, demuestran
un carácter socioeconómico que acerca más a la clasificación de país
desarrollado.
b. Los indicadores del subdesarrollo: El elevado nivel de desempleo y precariedad laboral,
los altos índices de pobreza y de indigencia, la desigualdad de los ingresos y
por lo tanto de los niveles de vida, el lento retroceso de la tasa de
natalidad, el lugar ocupado por la producción primaria en la economía nacional
y su consecuente posicionamiento en la economía mundial como proveedor de
materias primas, la insatisfacción de las necesidades básicas de salud,
vivienda, alimentación, educación, vestimenta y servicios de una importante
parte de la población, la extrema dificultad o imposibilidad del pago de gran
parte de la deuda pública externa, la dependencia tecnoeconómica del exterior,
la escasa protección ambiental y la citada deficiente provisión de servicios,
tornan a nuestra sociedad vulnerable y por ello, demuestra un carácter
marcadamente subdesarrollado.
T3 Otros indicadores de
subdesarrollo
Otro indicador de subdesarrollo, si bien indirecto, tiene que ver con La
percepción de corrupción política y dirigencial. En el Informe de Desarrollo
Humano de la PNUD
(op. cit., 2005), a partir de preguntas a la población, se señala que el 34 %
de los encuestados sostiene que son los políticos y dirigentes los responsables
de la situación en la que se encuentra la Argentina, relegando a un segundo lugar (con el
26 %) a la sociedad en su conjunto (sobre un total superior al 100 % pues se
aceptaban respuestas múltiples); en el mismo informe, el 68 % demostró un apego
a la ley entre ambivalente y débil. Por otra parte, en relación con la
confianza en las instituciones, tan sólo el 6 % dijo tener algo o mucha
confianza en los partidos políticos así como en los sindicatos y apenas el 19 %
confía en el Poder Judicial. Entre los que tienen mejor imagen porque
contribuyen mucho al país se destacan los docentes (40 %), ganaderos y
agricultores (38 %), intelectuales y científicos (37 %), y como contrapartida,
quienes recibieron menor cantidad de votos fueron los sindicalistas (2 %), los
piqueteros (3 %), los políticos (4 %) y los jueces (6 %). Organización de las
Naciones Unidas, UNDP, Informe de Desarrollo Humano 2005. Argentina después de
la crisis. Un tiempo de oportunidades, 2005.
Por último, desde aquí se sostiene que un país no puede ser sino
subdesarrollado cuando la brecha entre los que más y los que menos ganan es
grande y crece. Para medir esta brecha se utiliza el Índice de Gini (. Por lo
general, los países desarrollados poseen índice de Gini bajo y los
subdesarrollados, bastante más elevado. Según el Informe de Desarrollo Humano
de Naciones Unidas (www.undp.org/spanish/
Informe de Desarrollo Humano 2005, julio de 2006) las áreas del planeta que
presentan mayor nivel de desigualdad son América latina y África Subsahariana y
en el mismo informe (p. 61) se sostiene que aquellos países que poseen
coeficientes de Gini superiores a 50 “pueden considerarse en la categoría de
alta desigualdad”; la
Argentina, siempre según el informe citado, tiene un índice
de Gini de 52.2, casi 15 puntos por debajo del promedio mundial ( de 67). Estas
cifras expresan la vulnerabilidad de una gran proporción de la población.
Índice de Gini: es una medida que se utiliza para medir y
conocer la desigualdad de los ingresos de una población determinada, se mide
entre 0 y 100, correspondiendo mayor número a una mayor desigualdad. Tanto el 0
como el 100 corresponden a niveles teóricos, pues 0 representa una perfecta
igualdad y 100 una desigualdad total en la que una persona tiene todos los
ingresos).
TU Unidad 5: El espacio rural argentino
T1 Introducción
Históricamente, nuestro país, como el resto de América Latina, se
insertó en el mercado internacional como productor y exportador de materias
primas, principalmente de productos de las actividades agrarias, y manufacturas
de origen agropecuario (MOA), proceso que se agudizó durante el modelo
agroexportador de finales del siglo XIX y principios del XX.
A pesar de los intentos de industrialización de las décadas de 1930 a 1960 (Unidad 3), la Argentina se posicionó
como un importante productor de carnes, cereales y oleaginosas. Esta tendencia
se volvió a agudizar en la presente década, sobre todo a partir de la
devaluación de la moneda nacional y el consiguiente abaratamiento de los costos
de producción.
Como se vio anteriormente (Unidad 4), en un país tan desigual como la Argentina, el espacio
rural reproduce y a la vez refuerza la dualidad desarrollo – subdesarrollo a
partir de la brecha entre los productores que obtienen grandes ganancias y
aquellos que sólo pueden producir para su subsistencia, es decir, que no
producen excedentes para colocar en el mercado. Entre unos y otros existe un
abismo tecnológico y por ende, de productividad y de ganancias.
Definición
Productividad: producción obtenida por unidad de
superficie y/o de tiempo.
Durante el siglo XX, con la incorporación de tecnologías en los campos y
la concentración de las tierras en pocas manos, gran cantidad de población de
las áreas rurales se trasladó a las áreas urbanas, que podían ofrecer nuevas
oportunidades laborales, además de constituir áreas de servicios educativos,
sanitarios, recreativos y habitacionales, entre otros. A este proceso de
traslado masivo desde las áreas rurales a las urbanas se lo conoce como éxodo rural, que generó tanto crecimiento urbano como proceso de urbanización (Unidad 6).
Cuadro
Población
|
1895
|
1914
|
1947
|
1960
|
1970
|
1980
|
1990
|
2001
|
Rural
|
37.4
|
52.7
|
62.2
|
72.0
|
79.0
|
82.8
|
88.4
|
89.3
|
Urbana
|
62.6
|
47.3
|
37.8
|
28.0
|
21.0
|
17.2
|
11.6
|
10.7
|
Si bien las actividades rurales más importantes en nuestro país por su
peso económico son las agrarias o agropecuarias, es decir las agrícolas y
las ganaderas, en el territorio nacional también se desarrollan las restantes
actividades rurales comerciales, como la actividad
forestal, la pesca continental y
marítima y la minería de metales,
no-metales, rocas de aplicación y combustibles como el petróleo y gas.
T1 Las actividades agrarias
Aunque históricamente nuestros campos produjeron predominantemente la
trilogía trigo – maíz – carnes, y en menor medida girasol, algodón y otros
productos, la incorporación de una oleaginosa, la soja, hacia mediados de la
década de 1970 y principios de la de 1980, cambió radicalmente el paisaje
agrario no sólo del área pampeana, sino también de otras zonas del país, donde
cada año se incorporan más territorios a la producción de este cultivo,
reconvirtiendo a la
Argentina en un país soja-dependiente, tanto ecológica como
económicamente.
En general, por las características capitalistas de los procesos
productivos implicados (de avanzada o de atraso), suele dividirse a la economía
agraria argentina, y por lo tanto, a su territorio, en pampeana y extrapampeana.
El área pampeana, que concentra la principal producción primaria y secundaria o
industrial del país, se extiende principalmente en las provincias de Buenos
Aires, Santa Fe y Córdoba, aunque también se pueden incluir aquí La Pampa y Entre Ríos. El área
extrapampeana, en consecuencia, está abarcada por el resto del territorio
nacional.
Las diferencias tecnológicas, productivas, económicas y laborales entre
una y otra área, son similares, salvo excepciones, a las establecidas para las
áreas desarrolladas y subdesarrolladas.
T1 El área pampeana
La producción agraria pampeana, si bien es diversificada en una gran
cantidad de productos agrícolas y ganaderos, concentra la mayor cantidad de tierras
y de ganancias en pocos cereales y oleaginosas y escasos tipos de ganado. Entre
los cereales se destacan el maíz y
el trigo; entre las oleaginosas, la
soja y el girasol y entre el ganado,
la producción lechera y de carne vacuna.
El área pampeana, históricamente fue el escenario de la producción
cerealera argentina, que en épocas del período agroexportador dio a la Argentina el mote de
“granero del mundo”. Esta idea de inagotabilidad de la superficie sembrada y
cosechada y de la fertilidad de los suelos fue posteriormente muy cuestionada,
principalmente a partir de los procesos erosivos del viento y del agua y de la
contaminación de aguas y suelos por la creciente incorporación de sustancias
químicas en la producción.
Esta área presenta, además de condiciones ambientales (de clima y
suelos) bastante cercanas a las óptimas, una marcada incorporación tecnológica
en sus distintas producciones, por lo que tiene muy altos rendimientos. Dichos
rendimientos, entonces, están ligados a un conjunto de variables naturales y
sociales, como la escasez, suficiencia o abundancia de precipitaciones, la
cantidad de días con heladas, la fertilidad de los suelos, la posibilidad de
aplicar los paquetes tecnológicos (para este concepto, ver página siguiente),
la oscilación de los precios internacionales de las materias primas y sus
derivados (MOA), entre otros. De esta posibilidad de obtener elevados
rendimientos, y por ello, maximizar las ganancias, cada productor o conjunto de
ellos, elige qué cultivos sembrar, qué ganado criar o rotar cultivos con
ganado.
Los crecientes precios internacionales de la soja, la posibilidad de aplicar paquetes tecnológicos ligados a
este cultivo, los altos rendimientos obtenidos, la adaptación de esta
oleaginosa a diferentes condiciones climáticas y edáficas (de suelos), el
descenso de los precios de otros cultivos o de los derivados del ganado y el
creciente conocimiento en el manejo de este cultivo, han propiciado una gran
transformación del área rural pampeana, proceso conocido como sojización, incluso en las áreas más
fértiles destinadas originalmente a trigo y maíz, como el Núcleo Maicero
pampeano (Sur de Santa Fe y de Córdoba y Norte de Buenos Aires), que en la
actualidad es más un núcleo sojero por la cantidad de hectáreas sembradas como
por las toneladas cosechadas. Esta sojización viene acompañada, en los últimos
años, de una disminución de la superficie sembrada con trigo y maíz (16.8 y 6.5
% inferior a la campaña anterior, respectivamente), los otros principales
cultivos argentinos.
TABLA:
Cultivos de los principales
cereales y oleaginosas en el país, campaña 2005-2006
|
Miles de hectáreas
|
Miles de toneladas
|
Soja
|
15.329
|
40.500
|
Trigo
|
5.210
|
12.500
|
Maíz
|
3.180
|
14.500
|
Girasol
|
2.260
|
3.800
|
Avena
|
1.023
|
227
|
El paquete tecnológico: Se denomina paquete tecnológico al conjunto
de semillas mejoradas (resistentes a heladas, a sequías, etc.), agroquímicos
(herbicidas selectivos, fertilizantes, plaguicidas, fungicidas, etcétera),
maquinarias y riego artificial aplicados conjuntamente a la producción de uno o
más cultivos. Presenta ventajas y desventajas: entre las primeras, torna más
previsible y más rentable la producción; entre las segundas, genera dependencia
tecnológica y muchas veces endeudamiento para seguir aplicándolo, pues una vez
instalado resulta muy difícil –por lo costoso- salir de él, tanto para cambiar
de cultivo (en este caso debería aplicarse otro paquete), como para cambiar
cada subproducto de dicho paquete, pues por ejemplo, un herbicida selectivo
sirve para determinada semilla mejorada con la que se vende en conjunto y no
para otra; además, reduce la diversidad biológica al imponer una sola o muy
escasas variedades de cada cultivo.
Algunos cultivos importantes que se desarrollan en esta área, además de
los mencionados trigo, maíz, soja y girasol, son lino, sorgo, maní, cebada
cervecera y forrajera (es decir, de alimento para el ganado), alpiste, colza,
centeno y mijo.
El área pampeana, núcleo agrícola de la Argentina, es también la principal
zona de cría de ganado,
principalmente vacuno o bovino, porcino, ovino y equino, aunque también son muy
importantes la avicultura, apicultura, cunicultura y otras.
En relación con el ganado bovino se producen principalmente carnes y
leche. Para el año 2005 se faenaron más de 14 millones de cabezas vacunas y se
produjeron más de 3 millones de toneladas de carne con y sin hueso.
Faena: carneado de reses.
En ese mismo año, se produjeron cerca de 10.000 millones de litros de
leche destinados en ambos casos tanto al mercado interno como al externo. Sin
embargo, a pesar de la fuerte producción de este ganado en el área, la
competencia de los cultivos, sobre todo de la soja, hizo que esta actividad
perdiera durante los últimos años extensiones de tierra destinadas ahora a la
agricultura, así como también tambos y rodeos (www.sagpya.mecon.gov.ar). De todos
modos, la incorporación de tecnologías (maquinarias y conocimientos) permitió
un cambio en las formas de producción de los bovinos de carne, desplazando en
algunas partes la producción a campo, por la producción en feedlot, donde el ganado se desplaza poco y se suprimen o limitan
las pasturas y aguadas naturales por alimento balanceado y forrajes secos y
bebederos. Este proceso permite un aumento de productividad logrando mayor
cantidad de carne en menor superficie. En relación con las áreas de producción,
en la provincia de Buenos Aires, la actividad ganadera para faena se desarrolla
fundamentalmente en la cuenca del río Salado (actividad de cría de terneros) y
en el Oeste (invernada o engorde) y la ganadería destinada a lácteos (tambos),
se desarrolla en campos con mejores suelos y más cercanos a las áreas de
consumo interno.
También son importantes en esta área los ganados equino, tanto para
faena como para actividades deportivas, para las que los equinos argentinos
tienen una importante demanda externa; porcino, destinado fundamentalmente a la
faena, ovino en menor medida, debido al desplazamiento de este ganado a la Patagonia, criado sobre
todo para la producción de lanas, y otros animales como conejos (cunicultura),
aves de corral (avicultura: pollos, pavos, etc.) y abejas (apicultura), para la
importante producción de miel que se destina al mercado internacional, en el
que Argentina ocupa el 3º lugar como país exportador de este producto.
En el caso de la carne de caballo y de vacunos, la Argentina ocupa
actualmente el 2º y 3º lugar respectivamente, como exportador a escala mundial
(www.fao.org/es, 08/09/06).
Por último, cabe destacar que, si bien en menor
medida que en la actividad agrícola, la ganadería pampeana presenta una
importante introducción de nuevas tecnologías, como la inseminación artificial,
el clonado, la fertilización “in vitro”, etcétera
La fiebre aftosa en la Argentina
Durante mucho tiempo la ganadería argentina ha tenido –y aún tiene- que
convivir con una enfermedad del ganado vacuno: la fiebre aftosa. Esta se
caracteriza por la aparición de pequeñas úlceras en boca y pezuñas y provoca
graves perjuicios en la economía ganadera. Es una enfermedad contra la que
existe vacunación y, como es transmisible fácilmente de animal a animal, cuando
aparece un brote en algún rodeo, suele utilizarse el denominado “rifle
sanitario” para evitar el contagio. En la actualidad algunos países aceptan
comprar carne de rodeos libres de aftosa con vacunación, pero en general los
países desarrollados que importan carnes y derivados sólo lo hacen de países
que tengan certificado de ‘libres de aftosa sin vacunación’, es decir, en los
que ya hay ausencia de la enfermedad durante un lapso prolongado a partir de la
vacunación de las reses y por lo tanto, son rodeos que no necesitan vacunación
y por ende, se los considera de mejor calidad.
T1 El área extrapampeanas
Contrastando con el área pampeana, la extrapampeana, que abarca el resto
del territorio argentino, presenta en general, características de atraso
productivo, menor inserción en el mercado internacional, escasa inversión
tecnológica y una fuerte brecha entre grandes y pequeños productores, estos
últimos con desarrollo de actividades primarias rudimentarias, muchas veces
ligadas a la subsistencia del núcleo familiar o con pequeños excedentes para
colocar en el mercado local debido a las pequeñas dimensiones de las tierras y
al atraso tecnológico, por lo que sus rendimientos son muy bajos. Estos
pequeños productores, muchas veces minifundistas, contrastan con las grandes
empresas agrarias que acaparan la mayor parte de las producciones regionales,
pues poseen capitales que se plasman en las dimensiones y calidad de las
tierras productivas y en gran medida participan de todo o gran parte del
proceso productivo, desde la industrialización del producto primario hasta su
distribución e incluso su comercialización.
Según las características ecosistémicas y agroproductivas, en cada zona
del territorio extrapampeano se desarrollan diferentes tipos de cultivo y de
ganado. Sin embargo, durante las últimas décadas se viene produciendo un
proceso de pampeanización
consistente en traspasar los productos y técnicas del área pampeana a la
extrapampeana, muchas veces sin tener en cuenta las particularidades tanto del
ecosistema como de las características socioculturales y productivas de cada
región y de las mismas tecnologías que fueron producidas para un tipo de
ambiente específico.
Entre las economías extrapampeanas (llamadas también economías regionales) más destacadas se
encuentran la de la vid y frutales en Cuyo (Mendoza, San Juan, La Rioja), de pimientos,
cítricos, caña de azúcar y tabaco en el Noroeste (Jujuy, Tucumán, Salta), de
algodón, tabaco, yerba mate y té en el Noreste, de ganado ovino en la Patagonia (Chubut, Río
Negro, Santa Cruz, Tierra del Fuego), de frutales en el Alto Valle del Río
Negro, de los oasis de regadío en las sierras pampeanas para producción de
vinos, aceitunas y frutos secos (nueces, almendras, etc.), entre otros. Hay
también nuevos circuitos productivos en algunas áreas del país, ligados a la demanda
internacional de productos como las frutas finas (grosellas, arándanos, moras,
etc.) que se desarrollan en el sur cordillerano argentino.
Algunas de estas economías regionales tradicionales han tenido un fuerte
crecimiento en las últimas dos décadas debido a los cambios en los patrones
culturales, como por ejemplo los ligados al consumo de vino varietal (al menos
80 % de una variedad de uva, como cabernet sauvignon, malbec, merlot, syrah,
etc.) de mayor calidad, y a la incorporación de tecnologías que posibilitaron
reducir costos, aumentar rendimientos y volver más previsible el ciclo
productivo; otras economías regionales se han visto perjudicadas por diferentes
motivos, entre ellos por el atraso tecnológico, por la fuerte competencia con
economías externas, por la aparición y consolidación de nuevos productos (telas
sintéticas que provocaron una reducción de la demanda del algodón, productos
edulcorantes que compiten con el azúcar, entre otros), etcétera.
En algunas áreas, estas economías regionales conforman verdaderos enclaves, puesto que en el lugar en el
que se instalan demandan escasa mano de obra, consumen también escasos recursos
y se integran muy parcialmente al sistema productivo regional. Por otra parte,
el crecimiento de las grandes empresas agroindustriales genera en el área de
producción una fuerte reducción en las ganancias de los productores primarios
que proveen la materia prima y a veces también tienden a deprimir los salarios
de sus trabajadores con el afán de maximizar sus ganancias.
Definición
Empresas agroindustriales: son aquellas que participan de todas o casi
todas las etapas del circuito productivo, desde la producción primaria y
secundaria o industrial hasta la distribución y la comercialización del
producto.
T1 Problemas socioeconómicos y
ambientales en las áreas agrarias (a modo de síntesis)
Si bien por un lado nuestro país tiene un perfil netamente agrario o
agropecuario, no tanto por la cantidad de gente que trabaja en este sector (que
es muy poca comparativamente con la que lo hace en los sectores de la
industria, los servicios y el comercio) sino por los volúmenes de
comercialización e ingreso de divisas, históricamente y en la actualidad sufre
problemas coyunturales y estructurales de difícil solución tanto en el plano
económico, como en el social y el ambiental.
Entre los problemas más importantes que atraviesan las áreas rurales se
pueden mencionar:
- la
explotación de la mano de obra, principalmente de la temporaria o
golondrina, sobre todo en la zafra (cosecha de productos subtropicales o
tropicales), en la que se contrata mano de obra procedente muchas veces de
otras áreas del país, hombres, mujeres y niños que ofrecen su trabajo a
cambio de salarios muy bajos;
- la
creciente importancia de los ‘pools de siembra’, es decir de empresas que
arriendan campos por una o dos cosechas para obtener rápidos ingresos sin
importar el manejo sostenible de los recursos; algo similar ocurre muchas
veces con los contratos de arrendamiento en los que no se exige la
reposición de los recursos (principalmente suelos y aguas) cuando finaliza
el período de contrato, lo que conlleva una pérdida continua y reciente de
la fertilidad de los suelos (Morello, J; Marchetti, B.; Rodríguez, A;
Nussbaum, A., El ajuste estructural argentino y los cuatro jinetes del
Apocalipsis ambiental, CBC-CEA, Universidad de Buenos Aires, 1997);
- la
incorporación de tecnologías (como las cosechadoras) que reemplazan al
trabajo humano, que debe migrar hacia las zonas marginales de las áreas
urbanas; a este proceso se lo denomina ‘éxodo rural’;
- el sistema
de doble cultivo sin barbecho, es decir producir dos cultivos de manera
continuada (puede ser trigo sobre soja, soja sobre soja, etcétera), que
impide el descanso de los suelos, a los que se debe agregar cada vez más
productos químicos con el fin de reemplazar dicha ausencia de barbecho.
Además, este doble cultivo suele practicarse sin rotación entre ciclos
agrícolas (reemplazo de un cultivo por otro con características
diferentes) y sin rotación con ganadería, que aporte fertilidad con sus
deyecciones;
- la práctica
sistemática de uno o dos cultivos con altos precios en el mercado internacional,
como el caso de la soja en gran parte del territorio argentino, que lleva
a una pérdida de nutrientes en el suelo, los que se deben reponer mediante
químicos;
- el proceso
erosivo, tanto por las aguas como por el viento, debido a prácticas
inadecuadas, como las mencionadas arriba además de las labranzas
profundas, el desmonte, etcétera; tanto la voladura de los suelos por
acción del viento como su lavado por la acción de las aguas traen
aparejada una importante pérdida de la capa fértil del suelo, es decir de
su horizonte superficial;
- la
contaminación de suelos y cuerpos de agua por la enorme incorporación de
fertilizantes y herbicidas químicos;
- la pérdida
o al menos el reemplazo de la diversidad biológica de los ecosistemas
originales; este proceso recibe el nombre de “corrimiento de la frontera
agropecuaria” que consiste en avanzar sobre ecosistemas originales, en
general, bosques y selvas nativos en el área extrapampeana y pastizales en
el área pampeana, para implantar en el lugar cultivos o ganado, con el
consiguiente deterioro o empobrecimiento del ecosistema; este problema es
particularmente acuciante en el Norte argentino, donde los bosques nativos
han sufrido fuertes degradaciones y en algunos casos su extinción;
- la ausencia
de políticas estatales en relación con la concentración de tierras
agrarias, que deriva en manejos oligopólicos de la producción; además,
nuestro país no cuenta con legislación adecuada para evitar la
extranjerización de tierras, por lo que en grandes extensiones del territorio
nacional, capitales extranjeros han comprado tierras a precios
internacionales muy bajos debido a la depreciación de nuestra moneda;
- el
endeudamiento de los productores pequeños y medianos (y veces incluso de
los grandes) con el fin de incorporar el paquete tecnológico, es decir,
las maquinarias, las semillas mejoradas y otros avances ligados a la
biotecnología, los fertilizantes químicos, los herbicidas selectivos e
incluso, los sistemas de riego;
- la
dependencia tecnológica respecto de las empresas transnacionales y estados
productores de dicho paquete tecnológico que vuelven muy difícil, costoso
y riesgoso el cambio productivo por lo que se genera la mencionada
dependencia;
- las sequías
recurrentes en algunas áreas del país, como el Chaco occidental, y la
ausencia o precariedad de sistemas de riego, además de la escasez o
ausencia de políticas provinciales y nacionales a mediano y largo plazo en
este tema;
- las
inundaciones también recurrentes en las cuencas de los ríos Salado de
Buenos Aires, Quinto, Salado del Norte, Carcarañá, etc.;
- la
salinización de los suelos en áreas predominantemente áridas y semiáridas
donde se practica agricultura de riego (en oasis), sobre todo en el Oeste
argentino;
- la falta o
escasez de obras de infraestructura como caminos, vías férreas, canales
para regulación de las cuencas hídricas, etcétera y su posterior
mantenimiento;
- el
sobrepastoreo y sobrepisoteo del ganado por la sobrecarga animal, que
originan la compactación de los suelos, favoreciendo los procesos de inundación
y pérdida de fertilidad; tal como ocurriera en la Patagonia
mesetaria, que sufrió la introducción de millones de ovejas superando la
capacidad de carga animal del ecosistema, por lo que se generó un
irreversible proceso de desertificación de los suelos;
- los
deficientes mecanismos de acceso a créditos entre los pequeños y medianos
productores agrarios y la escasez de políticas oficiales en el acceso a
tecnologías (maquinaria, conocimientos);
- las
restricciones de los mercados internacionales por políticas
proteccionistas y la depresión de los precios internacionales de muchas
materias primas, lo que se suma a veces al aumento de los precios
internacionales de los paquetes tecnológicos;
T1 La actividad forestal
En el territorio argentino se explotan especies nativas (ver Unidad 2) y
especies exóticas como el eucaliptos, álamo y pino (Pinus elliotis), principalmente. La actividad forestal contempla la
deforestación, forestación y reforestación de especies arbóreas u arbustivas.
El proceso de explotación es tan variado como el del tipo de productor que la
realiza. Los pequeños productores suelen realizar el desmonte a mano (hacha) y
con volúmenes significativamente bajos por productor. Los medianos y grandes
productores utilizan motosierras y sistemas de recolección más avanzados, por
lo que pueden extraer mayores volúmenes.
Las principales áreas de producción forestal son las selvas del Norte
argentino (tucumano-oranense o yunga y misionera), el delta del río Paraná y el
bosque del Sur cordillerano argentino. Las provincias que en la actualidad
poseen mayor cantidad de superficie forestal cultivada son Misiones y
Corrientes (en conjunto, 64 % del total) (www.sagpya.mecon.gov.ar).
Entre los productos obtenidos a partir de esta actividad se encuentran
la pasta celulosa, rollizos (tronco sin la corteza), tableros de madera,
muebles, papeles y cartones, madera aserrada, etcétera.
T1 La actividad minera
La
Argentina
produce minerales metalíferos (oro, plata, cobre, cinc, hierro, etc.) y no
metalíferos (sal, yeso, etc.), además de rocas de aplicación (arena, caliza,
canto rodado, granito, etc.) y combustibles (petróleo, gas natural, carbón)
tanto para el mercado externo como para el interno. Desde hace más de una década,
empresas extranjeras se han interesado por los recursos minerales del
territorio nacional, tanto del suelo como del subsuelo, por lo que se ha
producido una importante extranjerización de esta actividad, como su puede
observar en el caso de la venta de YPF al grupo Repsol o en la explotación de
las minas cuproauríferas de Esquel, en Chubut y Catamarca (Bajo de Alumbrera).
T1 La actividad pesquera
La principal fuente de riqueza ictícola es el mar Argentino, aunque
también se practica esta actividad en ríos, lagos y lagunas.
En el mar Argentino se pescan merluzas (la merluza hubbsi representa más
del 42 % del total de capturas del país), calamares (el calamar illex, 24.3 %),
polacas, langostinos, corvinas, etcétera.
Muchas veces, debido a que los volúmenes de pesca superan la tasa de
reposición de la especie, comienza una notable disminución de la cantidad de
individuos, sobre todo en las dos principales especies capturadas, por lo que
el Estado debe decretar un período de veda o prohibición parcial o total para
la pesca de dichas especies.
La sobrepesca en el mar Argentino, sobre todo en época de veda, es uno
de los problemas más graves tanto para la economía en ese rubro como para el
ambiente. En la última década se han registrado una gran cantidad de buques que
pescan ilegalmente en nuestro mar, tanto de bandera argentina como de muchos
otros países.
TU Unidad 6: El espacio urbano en
la Argentina
“Por primera vez en la historia,
en 2007 la población urbana del planeta habrá de superar a la población rural.
Espectáculo único: nuestra generación es testigo de una mutación del eje en
torno al cual gira nuestra existencia. La ciudad se ha impuesto
definitivamente. No obstante, esa victoria es de algún modo engañosa porque, en
contra de lo que antes se creía, las ciudades ya no serían el centro utópico de
la igualdad, sino el centro real de la desigualdad.”
Cita: Natalio Botana, Las ciudades de la miseria, en ã La Nación, 25 de junio de 2006.
T1 ¿Qué son los espacios urbanos
en la Argentina?
Si bien existen diferentes criterios para definir cuándo un espacio es
urbano o no lo es, como la continuidad del amanzanamiento, la densidad de
edificación, las actividades económicas predominantes, los usos del suelo y los
límites jurisdiccionales, entre otros, el Instituto Nacional de Estadística y
Censos (INDEC) lo define como toda aglomeración que contiene al menos 2.000
habitantes.
Estos aglomerados cumplen diversas funciones, que varían fuertemente
según el tamaño del núcleo urbano y también de acuerdo con la actividad
económica que predomine en cada momento histórico y en cada lugar. De esta
manera, así como las múltiples y complejas funciones que cumplen Buenos Aires,
Rosario o Córdoba son muy diferentes a las que puede cumplir Casilda en Santa
Fe o Maquinchao en Río Negro, también dos núcleos urbanos de similar tamaño
cumplen diferentes funciones de acuerdo con el predominio de la actividad que
allí se desarrolle, por ejemplo agrícola, minera o turística. Las funciones más
comunes de los núcleos urbanos de la Argentina son: residencial, económico,
político-administrativo, militar, financiero, recreativo e industrial.
En el transcurso de poco más de un siglo, desde 1895 hasta 2001, segundo
y anteúltimo censos nacionales de población respectivamente, la población urbana
ha ido aumentando a medida que la población rural fue decreciendo, dándose así
además de un importante crecimiento
urbano, un fuerte proceso de urbanización.
Definición
Crecimiento urbano: aumento del número de habitantes que vive
en áreas urbanas.
Proceso de urbanización: crecimiento de la proporción de la población
urbana en detrimento de la población rural, cuyo porcentaje decrece.
Nuestro país cuenta en la actualidad con una gran cantidad de núcleos
urbanos distribuidos irregularmente en el territorio, de muy diferentes tamaños
físicos, cantidades de población, así como de funciones sociales y económicas.
T1 Formación de las ciudades
argentinas
El sistema urbano argentino
se fue conformando a través del tiempo en función de los intereses económicos y
políticos internos y externos. En general, los sistemas de transporte y las
actividades económicas predominantes fueron dando origen a estos núcleos
urbanos. El período colonial, con las necesidades de la metrópoli, generó la
creación y crecimiento de algunas ciudades (como se vio en la Unidad 3) importantes como
Santiago del Estero, Santa Fe, Córdoba, Buenos Aires, Corrientes, San Juan, San
Luis, Mendoza, San Miguel de Tucumán y San Fernando del Valle de Catamarca,
entre otras. El final del período colonial, reconocido en el Virreinato del Río
de la Plata,
terminó de consolidar el papel de primacía de la ciudad de Buenos Aires, debido
a su puerto utilizado para exportar.
Más tarde, el siglo XIX fue
testigo del surgimiento de numerosos pueblos y ciudades debido al intento de
consolidación del territorio nacional con el corrimiento de la frontera
indígena y la construcción del sistema ferroviario. Así surgieron estos núcleos
de concentración de población en las líneas de avanzada para despojar a los
indígenas de sus territorios, con fuertes y fortines para defensa del
territorio anexado y de sus recursos ganaderos y en menor medida agrícolas (por
ejemplo, las ciudades bonaerenses Tandil, Olavarría, Trenque Lauquen, Rauch,
etc.) y en las estaciones de carga de los productos agrarios en las diferentes
líneas ferroviarias que desde el interior se dirigían (y se dirigen) casi sin
excepción hacia la ciudad de Buenos Aires.
En la segunda mitad del siglo
XIX se fundan ciudades destinadas originariamente como residencias de las
colonias agrícolas y ganaderas surgidas allí, tal como fue el caso de
Esperanza, en la provincia de Santa Fe o de Esquel y Trevelin, en la provincia
de Chubut.
Durante fines del siglo XIX y
el siglo XX la radicación de industrias y de empresas dedicadas a la actividad
minera, con su consiguiente efecto en la demanda de mano de obra, también dio
origen o favoreció el crecimiento de pueblos y ciudades, como el caso de
Palpalá a partir de la siderurgia Altos Hornos Zapla (luego Aceros Zapla) en la
provincia de Jujuy o de Río Turbio, en la provincia de Santa Cruz, con la
instalación de la estatal Yacimientos Carboníferos Fiscales (YCF).
Otro factor de surgimiento y,
sobre todo, de crecimiento de estos núcleos durante el siglo XX, fue la
actividad turística, hecho comprobable en la franja costera de la provincia de
Buenos Aires y en parte de la
Patagonia andina argentina.
También las bases militares
han fomentado el asentamiento demográfico posterior, como en el caso de Junín
de los Andes, en la provincia de Neuquén, que más tarde creció debido a la
actividad turística.
Muchos de estos núcleos
urbanos continuaron creciendo gracias al desarrollo de alguna o algunas
actividades económicas, sobre todo aquellas ligadas a la producción agrícola y
ganadera; también crecieron aquellas que se vieron favorecidas por la
instalación de una gran industria, como Olavarría, en la provincia de Buenos
Aires, con la producción de cemento o de Ushuaia, en la provincia de Tierra del
Fuego, con la radicación de maquilas (industrias armadoras) ligadas a la
industria electrónica. Las funciones principales que asumen algunas ciudades
pueden ir variando con el tiempo, como ocurrió con Ushuaia, cuya vida giró en
torno a la cárcel, luego a las maquilas y más tarde al turismo o con Esquel,
originalmente asiento de la vida agrícola y pastoril, luego como base militar y
finalmente también como centro turístico.
En el caso opuesto, algunos
otros asentamientos han decaído con el transcurso del tiempo, tendiendo a disminuir
su población como sus actividades económicas, hasta llegar en algunos casos a
convertirse en pueblos casi abandonados, como ocurriera con aquellos cuyas
economías dependían fuertemente del ferrocarril y con la supresión de ramales
considerados poco rentables durante las décadas de 1980 y sobre todo de 1990,
han mermado sus producciones por imposibilidad de transportar sus productos con
bajos costos. En este sentido, hay pueblos que tienen crecimiento escaso o
nulo, otros que están en grave riesgo de desaparecer y otros que ya no existen,
según el último censo nacional de población.
T1 Macrocefalia urbana
Los sucesivos modelos
económicos impuestos desde las burguesías nacionales ligadas a las clases
terratenientes y al poder político, y desde los centros de poder externos,
configuraron un modelo territorial particular caracterizado por la denominada
macrocefalia urbana, es decir por el claro predominio económico y demográfico
de una ciudad sobre las restantes. Así puede observarse hoy que el Área
Metropolitana de Buenos Aires tiene alrededor de doce millones de habitantes
mientras que las segundas en orden decreciente, Córdoba en la provincia
homónima y Rosario en la provincia de Santa Fe, tienen cada una un décimo de
esa cantidad.
Definición
Área
Metropolitana de Buenos Aires – AMBA-: aglomeración formada por la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires y los partidos o municipios que en conjunto conforman el Conurbano
Bonaerense, entre ellos Tres de Febrero, San Martín, Avellaneda, Quilmas, San
Isidro, San Fernando, Malvinas Argentinas, etc. Según el INDEC, AMBA es
sinónimo de Gran Buenos Aires –GBA-.
Algún intento de reducir esa
macrocefalia ocurrió en la década de 1980, cuando se proyectó trasladar la
capital del Estado a Viedma en la provincia de Río Negro, con el objetivo doble
de fomentar el poblamiento de la
Patagonia y de restringir el acceso de migrantes internos y
externos al AMBA. El intento fue similar al realizado en Brasil cuando se
trasladó la capital desde Río de Janeiro a Brasilia sin el éxito esperado, pero
en la Argentina
nunca se llevó a cabo.
Esta macrocefalia dada por
razones históricas y recientes de concentración de riquezas y poder político,
también generó graves consecuencias sobre el espacio urbano, entre ellas: la
alta contaminación por radicación industrial; el tránsito caótico, el surgimiento
de áreas muy degradadas; el surgimiento también de barrios privados, escindidos
del resto de la ciudad; la contaminación sonora y visual; la carencia de
espacios verdes como parques y plazas, etc.
En las restantes provincias también se reproduce esta jerarquización del
entramado urbano; en la mayoría, la ciudad capital –u otra- concentra gran
parte de la población total de esa jurisdicción, como ocurre en la ciudad de
Mendoza respecto de la provincia homónima, o en Salta, San Juan, Neuquén, etc.;
en algunos casos, son dos las ciudades que han crecido hasta concentrar casi la
totalidad de la población de la provincia en la que se encuentran, tal como
ocurre en Tierra del Fuego con Ushuaia y Río Grande.
T1 La segregación del espacio urbano (desigualdad)
Las grandes ciudades latinoamericanas como San Pablo (Brasil), Río de
Janeiro (Brasil), Santiago de Chile, Bogotá (Colombia) y Caracas (Venezuela), y
en Argentina Buenos Aires, Rosario y Córdoba con sus respectivas áreas
metropolitanas, han crecido fuertemente desde fines del siglo XIX, pero sobre
todo entre las décadas industrializadoras de 1930 a 1970, generando en
muchos casos gigantismo urbano
acompañado por situaciones de masivos asentamientos precarios, obsolescencia de
la infraestructura urbana, tránsito vehicular caótico y contaminación de los
recursos agua, aire y suelo.
Durante las dos décadas posteriores, la introducción del modelo
neoliberal en la Argentina
como en el resto de Latinoamérica (con puntuales excepciones) favoreció la
consolidación de estas características al remarcar cada vez de manera más
acuciante la brecha entre las clases que más y que menos poseían. La desigualdad
creciente en los ingresos de la población tuvo su correlato evidente en el
territorio, manifestación espacial de dicha desigualdad de la misma manera que
el espacio urbano durante las décadas pasadas había acusado recibo del masivo
éxodo rural que, junto con la industrialización (ver Unidad 7), dio lugar al
asentamiento de grandes oleadas migratorias en los núcleos urbanos que podían
absorber mayor cantidad de mano de obra.
Desde la década de 1930, entonces, y hasta la actualidad, los rasgos
mencionados más arriba se han acentuado. Emilio Pradilla Cobos destaca que “siete rasgos caracterizan a la metrópoli
latinoamericana reproducida por el neoliberalismo: gigantismo, desorden,
privatización, fragmentación, exclusión, conflictividad y violencia y contaminación”
(Metrópolis y megalópolis en América Latina. En Revista Interamericana de Planificación, SIAP, Cuenca, 1998). El
Gran Buenos Aires (o AMBA), el Gran Córdoba y el Gran Rosario dan cuenta de
ello.
En las grandes ciudades, pero cada vez más también en las medianas
(según el INDEC, aquellas que tienen entre 50 mil y 500 mil habitantes), el
espacio urbano ha dejado de ser el lugar de pertenencia mayoritariamente de la
aristocracia y la burguesía urbana, para dar paso a la coexistencia cada vez
más marcada, porque cada vez es más contrastante, entre esos sectores y las
clases desposeídas de todo, aún incluso de expectativas. Por ello en ciudades
como las mencionadas en el párrafo anterior y en otras más pequeñas como La Plata, Mar del Plata,
Mendoza, San Miguel de Tucumán, Zárate, Campana, etc., es cada vez más común
observar dicha coexistencia (paradójicamente intentando coexistir lo menos
posible) en forma de barrios cerrados o countries y barrios marginales,
rancheríos o villas, que son los extremos entre los que también cohabitan los
sectores denominados “medios”.
Estos asentamientos precarios se contraponen a los barrios cerrados y
countries, que gracias al desarrollo de las autopistas, han proliferado en la
periferia de las grandes ciudades para reducir a lo mínimo posible el contacto
con las clases desposeídas que a raíz de las crisis de las décadas de 1980,
1990 y principios de 2000 han comenzado a volverse más “visibles” para el resto
de los habitantes urbanos y debido a un nuevo modelo de vida caracterizado por
la posesión o usufructo de los espacios verdes, tan escasos en los centros y
barrios de las medianas y grandes ciudades.
T1 Problemas ambientales urbanos
Entre los problemas mencionados anteriormente para las grandes ciudades,
sobre todo para las metrópolis como Buenos Aires, Rosario y Córdoba, la
contaminación grave del suelo, aire y agua, además de otros recursos (flora,
fauna), también es compartida por otros núcleos urbanos menores, incluso
pequeños (entre 2.000 y 49.999 habitantes, según INDEC), en los que la
presencia de una o más industrias repercutió negativamente sobre los
ecosistemas y la salud de los habitantes. Sin embargo, la contaminación no es
el único problema ambiental que deben afrontar los núcleos urbanos: carencia o
escasez de espacios verdes como parques y plazas, inundaciones, obsolescencia y
escasez de infraestructura básica, como la red cloacal y de agua corriente,
presencia de plagas denominadas urbanas, como ratas y murciélagos, entre otros,
son algunos de los problemas que el ambiente urbano ofrece a sus habitantes.
En relación con la contaminación del agua, son paradigmáticos los casos
de los ríos Matanza-Riachuelo y Reconquista en el AMBA, pero también está
presente en los lagos Nahuel Huapi a orillas del cual creció San Carlos de
Bariloche en Río Negro y Dique San Roque, por los desechos de la ciudad de
Villa Carlos Paz y sus alrededores en la provincia de Córdoba (este lago además
alimenta de agua de red a la ciudad de Córdoba, por lo que la contaminación del
lago es muy perniciosa), o los río Paraná, Carcarañá, Colastiné, Pilcomayo,
Salado del Norte, Salado del Sur (o de Buenos Aires), Colorado y Negro (ambos,
el del Gran Resistencia en Chaco y el de la Patagonia que desagua
directamente en el mar Argentino). En el caso del AMBA, “todos sus ríos están contaminados, pero dos de ellos son
dramáticamente críticos, el Reconquista y el Riachuelo. En las dos cuencas
viven 4.000.000 de personas y hay 9.000 industrias… de las que solo el 3 %
posee sistemas de tratamiento de efluentes adecuados en funcionamiento”
(Morello, Jorge et al., El ajuste estructural argentino y los cuatro jinetes
del Apocalipsis ambiental, CBC-CEA, UBA, 1997). Además de los efluentes
industriales, a los ríos, lagos y lagunas llegan muchas veces las descargas
domiciliarias, los químicos usados aguas arriba en la actividad agrícola y los
derrames de petróleo de los barcos o de las petroquímicas instaladas a orillas
de esos cuerpos de agua.
De acuerdo con la cobertura de infraestructura básica, en gran cantidad
de ciudades de la Argentina,
sobre todo en aquellas que han crecido fuertemente desde la década de 1930,
esta ha quedado obsoleta, por lo que una importante proporción de la población
urbana, la población en general –aunque no siempre- más pauperizada, no accede
a los servicios de agua corriente, cloacas y red pluvial, entre otros. En
ciudades de más de 500 mil habitantes, menos del 50 % de la población accedía a
mediados de la década de 1990 al servicio de red cloacal (ese porcentaje sube
significativamente si se tiene en cuenta la Capital Federal,
donde la cobertura llegaba al 100 %). La ausencia de cobertura total implica la
contaminación de las napas o acuíferos.
Otro grave problema en numerosas ciudades y pueblos argentinos es el de
las inundaciones, que entre muchas otras sufren el Área Metropolitana de Buenos
Aires, el Gran Resistencia (Chaco), Santa Fe, Villa Guaminí (Buenos Aires, hoy
bajo el agua), Goya (Corrientes), Gaiman, Dolavon y Trelew (todas en Chubut) y
Clorinda (Formosa). Las periódicas inundaciones en algunas áreas urbanas tiene
correlato en que se fundaron sobre áreas bajas, deprimidas, pero en otros
casos, si bien la fundación se llevó a cabo sobre tierras altas, el crecimiento
descontrolado impermeabilizó los suelos (aumentando la escorrentía y
disminuyendo sensiblemente la infiltración del agua de lluvia), y permitió que
sectores de la población de menores recursos se asentaran sobre las tierras
bajas, más baratas, sujetas a los riesgos de inundación.
TU Unidad 7: Industria y comercio
en Argentina
T1 Una industrialización a medias
Cuando la Argentina
comenzó su fase de despegue en el proceso de industrialización, a partir de
1930 aproximadamente (ver Unidad 3), ya contaba con algunas industrias en
general ligadas a las actividades agrarias, como por ejemplo la alimenticia,
frigorífica y curtiembres. Hubo algún incipiente desarrollo de otros rubros
industriales, pero se quedaron en intentos, como la industria automotriz a
principios de la década de 1910.
A partir de la situación de contexto mencionada en la Unidad 3, nuestro país,
como el resto de Latinoamérica debió comenzar a sustituir las importaciones de bienes
provenientes de los países europeos y de Estados Unidos y el Estado nacional
empezó a desarrollar un proyecto de industrialización.
Así se desarrollaron, muchas veces con fuerte apoyo estatal, industrias
químicas (y petroquímicas), metalúrgicas y siderúrgicas, automotriz,
alimenticias y textiles, entre otros rubros.
La localización industrial fue en un primer momento muy concentrada,
principalmente en las áreas urbanas y periurbanas de lo que se denominó el
cordón o cinturón fluvial industrial, a orillas de los ríos Paraná y de la Plata entre San Lorenzo, en
la provincia de Santa Fe, y La Plata-Ensenada-Berisso, en la de Buenos Aires.
Este cordón de fuerte radicación industrial abarcaba también a las ciudades de
Rosario, Villa Constitución, San Nicolás, Campana, Zárate, y el Área
Metropolitana de Buenos Aires (AMBA).
Otros núcleos urbanos de importante industrialización fueron Córdoba,
con industrias ligadas a la actividad agraria e industria automotriz y Mendoza,
con industrias ligadas a la producción agrícola (jugos, vinos, sidras) y
petroquímica.
Durante las décadas de 1960 y 1970, para desarrollar áreas que en el
contexto nacional habían quedado relegadas, se pusieron en práctica, con
disparidades en su aplicación como en sus resultados, los denominados sistemas
de promoción industrial (SPI), mediante los cuales se favorecía la radicación
de cierto tipo de industrias a partir de incentivos fiscales, como subsidios en
dinero, créditos, reducción o eliminación de tasas impositivas y aduaneras,
etc. Algunas áreas que se vieron beneficiadas con los SPI fueron San Luis, La Rioja, Tierra del Fuego (por
entonces, territorio nacional, estatus que conservaría hasta 1991, año de su
provincialización) y San Juan.
La radicación industrial, aún con las obvias limitaciones que tuvo en
nuestro país debido a políticas internas como a decisiones externas, generó un
efecto multiplicador en los territorios donde se asentaron, tanto en el caso
del cordón fluvial, como en Mendoza, Córdoba y en aquellas provincias con SPI.
Estos efectos fueron en algunos casos positivos y en otros negativos; entre los
primeros, cabe destacar la fuerte generación de puestos de trabajo y la
consiguiente aparición de barrios destinados a las clases trabajadoras u
obreras (los “barrios obreros”); también el dinamismo económico y social que
trajeron aparejadas; entre los efectos negativos, se enumeran la marcada
limitación en la innovación tecnológica aplicada a las industrias que las
volvió obsoletas en poco tiempo; la concentración de gran cantidad de población
en las áreas industrializadas, principalmente en el cordón fluvial y más aún en
el Área Metropolitana de Buenos Aires y en Rosario; la escasa importancia dada
al mercado interno que derivó en profundas crisis cuando se adoptó el modelo de
apertura económica a mediados de la década de 1970 y sobre todo en la década de
1990 y la contaminación de aguas, aire y suelos en las áreas urbanas, producto
de la escasa y muchas veces nula planificación estatal de los usos del suelo en
estas áreas.
La localización de industrias
Para instalar una industria o un conjunto de ellas en un lugar específico,
se tienen en cuenta una multiplicidad de factores ligados casi siempre a la
reducción de los costos del proceso productivo, por ejemplo, la cercanía al
mercado consumidor o al puerto de exportación, a cuerpos de agua con el fin de
abastecerse de ella o para arrojar sus desechos allí (hecho muy común que
desembocó en degradaciones ambientales importantes como el caso de los ríos
Reconquista y Matanza-Riachuelo, ambos en el AMBA), la provisión de servicios
requeridos en el proceso productivo (infraestructura para energía, agua,
comunicaciones, vías de transporte, etc.), la cercanía también de otras
industrias ligadas al sector o incluso del área de obtención de las materias
primas, como en los casos de la industria azucarera de Tucumán o vitivinícola
de Mendoza.
La importancia de la actividad industrial en la economía, más allá de la
relevante generación de puestos de trabajo, es que agrega valor a la producción
y por lo tanto, aumenta el precio del producto final, lo que genera mayores
ganancias tanto en el sector industrial o secundario de la economía como en el
Estado nacional, provincial y municipal por el cobro de impuestos y tasas
aduaneras, generando así un aumento en la recaudación fiscal. Fernando
Fajnzylber (La industrialización trunca
de América Latina, CEAL, 1983) señala que “la experiencia internacional confirma que la elevación significativa
de la productividad en el sector agrícola se obtiene fundamentalmente sobre la
base de la introducción de la ‘lógica industrial’ en las esferas de la producción,
transformación, distribución y comercialización de los productos agrícolas”,
aunque luego sostiene que esta relación supuestamente positiva entre sector
agrícola y sector industrial puede llegar a no serlo, y de hecho muchas veces
no lo es, cuando son las empresas transnacionales las que empiezan a intervenir
en este proceso económico.
T1 La inserción desventajosa: El
rol de la Argentina
como productora de materias primas y MOA en el mercado internacional
Según la lógica de la división del mundo en países desarrollados y
subdesarrollados, que comenzó a producirse principalmente desde fines del siglo
XIX y principios del XX, la
Argentina se insertó en el mercado mundial como proveedor de
materias primas y manufacturas de escasa transformación a partir de los
productos obtenidos de las actividades agrícolas y ganaderas (Manufacturas de
Origen Agropecuario –MOA-).
El mencionado proceso de industrialización de mediados del siglo XX no
logró una mejora significativa en la economía argentina que tras varios
vaivenes volvió a reinsertarse fuertemente a partir de 2002 -con la devaluación
de la moneda derivada de la salida del proceso de Convertibilidad previo-, como
país productor y exportador primario (ver Unidad 5).
En este contexto, y gracias a una importante aplicación de innovaciones
tecnológicas en los procesos productivos ligados a las actividades agrarias,
nuestro país pudo colocar sus productos primarios y MOA de manera creciente en
el mercado internacional.
Entre los países a los que la Argentina exporta soja y sus derivados, maíz,
trigo, girasol, cítricos, miel, yerba mate, lana, carne, cueros, vino,
combustibles y maderas, entre muchos otros bienes, se encuentran los del
MERCOSUR (Brasil, Uruguay, Paraguay, Venezuela), Estados Unidos, gran parte de
los de la Unión Europea,
Japón y los emergentes China e India. La diversificación de los mercados
compradores puede favorecer a las exportaciones argentinas en el sentido de
tener menor dependencia de uno o pocos mercados y de poder mejorar los precios
de sus productos. De todos modos, los acuerdos binacionales y regionales y las
presiones de las grandes empresas tornan bastante más compleja esta relación
entre mercados, productos y precios.
El comercio externo argentino aún no logra, y no parece que eso ocurra
en el corto ni mediano plazo, superar la instancia del deterioro de los
términos del intercambio, es decir, la creciente desigualdad generada con los
países desarrollados a partir de la exportación de productos primarios y MOA y
la importación de MOI, que tienen mayor valor agregado y por lo tanto, mayores
pTU Unidad 1: La organización actual del
territorio argentino
T1 Organización política del
territorio nacional
Desde el siglo XIX la
Argentina es un Estado nacional reconocido internacionalmente.
Como los otros Estados-Nación del mundo posee un territorio propio sobre el que
imparte soberanía organizando la vida económica, social, política y cultural de
su población, mediante el dictado, la aplicación y el control de leyes.
El territorio de lo que actualmente constituye la República Argentina
es el resultado de un proceso histórico, de conflictos y negociaciones.
La delimitación del territorio nacional durante los siglos XIX y XX
conllevó la aplicación de múltiples tratados, acuerdos y arbitrajes con los
países limítrofes, prolongándose este proceso hasta 1999 cuando Argentina y
Chile firmaron el Tratado de los Hielos Continentales. Ese año se completa la
definición de los límites terrestres internacionales del territorio nacional.
Todo
está listo en el Senado para que esta tarde se apruebe -por amplia mayoría- el
proyecto de ley que ratifica el nuevo acuerdo firmado por la Argentina y Chile sobre
los Hielos Continentales. Así, se pondrá fin al último de los veinticuatro
diferendos limítrofes que ambos países mantenían desde el retorno de la
democracia a la
Argentina.Hoy también, en forma coordinada y simultánea, la Cámara de Diputados de
Chile completará la aprobación del tratado que, en su nueva versión, fue
suscripto en diciembre por los presidentes Carlos Menem y Eduardo Frei.Este
nuevo entendimiento, que reemplaza a la cuestionada línea poligonal acordada en
1991, ya cuenta con la media sanción de la Cámara de Diputados argentina, y a principios de
marzo tuvo la aprobación del Senado trasandino, con el voto mayoritario de los
legisladores democristianos y socialistas, aliados en la Concertación que
gobierna ese país.
Cita: © Clarín, Votan en simultáneo el acuerdo por los Hielos, 2 de junio de
1999
El establecimiento del territorio de un Estado y su aceptación
internacional es primordial. El estado (nacional o provincial) es soberano
respecto del ordenamiento y manejo de los recursos naturales que se encuentran
tanto en en la porción terrestre de su terriotiro como en la acuática y en la
aérea.
Esto significa que el Estado tiene la facultad de decidir cuáles de esos
recursos se explotan y de qué manera se
lo hace.
Abordaremos a continuación el estudio de los aspectos físicos y
políticos de cada una de las tres porciones:
Porción terrestre
Porción acuática
Porción aérea
T2 Porción terrestre
Como resultado de un proceso de subdivisión interna, actualmente la
porción terrestre del territorio nacional está conformada por 24 unidades
territoriales.
En conjunto son:
La capital del Estado nacional:
1880 Capital
Federal
1994 Ciudad
Autónoma de Buenos Aires
23 provincias
definidas entre los años 1820 y 1991.
Estas unidades territoriales (la Capital del Estado Nacional y las 23
Provincias), por el carácter federal adoptado en la Constitución Nacional,
son autónomas, es decir, poseen los gobiernos facultados para dictar
sus propias constituciones acordes con los principios, declaraciones y
garantías de la
Constitución Nacional, redactada por primera vez en 1853 y
modificada por última vez en el año 1994.
Además del mencionado carácter federal, por disposición constitucional también
se adoptó la forma republicana
representativa de gobierno, por lo que el pueblo gobierna a través de sus
representantes (ante cada unidad territorial y ante la Nación) elegidos
periódicamente.
En un segundo nivel de partición territorial, las 23 provincias se
hallan subdivididas en departamentos,
unidades territoriales menores que poseen uno o más gobiernos locales que
ejercen su autoridad en áreas llamadas municipios, comunas o comisiones de
fomento, según la provincia.
T2 Porción acuática
Vimos que la porción terrestre del territorio nacional está conformada
por 24 unidades territoriales, políticamente determinadas.
Avanzaremos ahora en el estudio de las particularidades que cobran las
cuestiones de organización política de la porción acuática del territorio
argentino. Nos referiremos a:
- La zona
marítima de la
Argentina.
- La Zona Económica exclusiva del Estado Argentino.
- Los
tratados internacionales que definen nuevas categorías territoriales como
la de mar territorial.
- La cuestión
de la soberanía nacional sobre esta porción.
La zona marítima se ubica por encima de la plataforma continental, es
decir, la prolongación del continente por debajo del mar hasta la isobata de 200 metros de
profundidad, entre los 35º y los 55º de latitud Sur.
El área posee una superficie cercana a 1 millón de km² con un frente
oceánico algo superior a los 4.000 kilómetros de extensión. Allí, el Estado
nacional posee una Zona Económica Exclusiva (ZEE) hasta las 200 millas marinas (370 kilómetros)
desde la línea de bajamar costera.
Esta ZEE no siempre coincide con la plataforma continental y con el mar
que se ubica sobre ella, llamado Mar
Epicontinental. Debido a esta falta de coincidencia, la Argentina aprovecha
tanto recursos marítimos (los que están sobre la plataforma) como oceánicos
(los que quedan fuera de la plataforma pero en las 200 millas marinas – ZEE
-). Entre los recursos obtenidos se encuentra fauna (como moluscos y peces),
flora (como algas) y minerales (como petróleo y gas).
En la Convención
de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar se establecieron también:
- la
existencia de un Mar Territorial que
se extiende desde la línea de bajamar hasta las 12 millas marinas,
en el que el Estado ejerce derechos aduaneros, inmigratorios, sanitarios y
fiscales,
- y una zona contigua a ese mar cuya
extensión se prolonga 12
millas marinas más desde la culminación de aquél.
Existe la posibilidad para todos los países ribereños del mundo de
correr hacia el océano el límite internacional.
En el año 2009 vence el plazo otorgado para presentar el trazado del
límite definitivo del Mar Argentino ante la Comisión de Límites de la Plataforma Continental
de la Organización
de las Naciones Unidas. Por jurisprudencia internacional ese límite puede
extenderse más allá de la actual isobata de 200 metros de
profundidad, según lo fijado por la Convención sobre el Derecho del Mar.
Si el nuevo trazado de la isobata (que será definido por una comisión
formada por científicos argentinos) es aceptado por este organismo, se duplicaría
la porción acuática argentina, ampliándose un 27% la superficie del territorio
nacional, y con él las posibilidades de manejo de recursos minerales y recursos
vivos existentes en esa zona.
En relación al dominio soberano del Estado en el territorio acuático es
importante aclarar que la soberanía nacional incluye a las islas Malvinas, las
islas Georgias del Sur y Sándwich del Sur y el espacio marítimo e insular
correspondiente, debido a que se encuentran sobre la plataforma continental, es
decir a profundidades menores a la isobata de 200 metros.
T2 Porción aérea
El Estado también es soberano sobre esta porción o espacion aéreo.
Las aeronaves pueden sobrevolar el espacio aéreo nacional siempre que
exista un tratado bilateral entre naciones (aquella a la que pertenece la
aeronave y aquella soberana del espacio aéreo) que permita esa circulación.
Aún no hay acuerdo internacional para establecer el límite superior
atmosférico hasta dónde ejerce derecho soberano un Estado.
Algunas posturas consideran que ese límite se encontraría entre los 40 y
los casi 200
kilómetros de altura, mientras que otras lo extienden
localizándolo en el comienzo del espacio exterior o cósmico, a unos 2.000 kilómetros
de altura aproximadamente.
El espacio antártico
La
Antártida es
una masa de tierras emergidas y constituye uno de los seis continentes del
mundo. A diferencia del resto de las masas continentales, ésta no está
subdividida en territorios nacionales.
Argentina es uno de los siete países firmantes del Tratado Antártico del
año 1959, junto con Francia, Reino Unido, Australia, Nueva Zelanda, Noruega y
Chile. Cada una de estas naciones se comprometió, como co-administradora de las
tierras y de las aguas ubicadas al Sur de los 60º Sur, a garantizar su uso de
forma pacífica, preservando el ambiente y fomentando la investigación
científica para el conocimiento del área, instalando para ello bases
científicas de cooperación mutua.
Vencido el plazo establecido por el Tratado Antártico, en el año 1991 y
por un período de 50 años, entró en vigencia el “Protocolo de Madrid” que
designa al área como “Reserva Natural consagrada a la Paz y a la Ciencia”. A los países
citados se sumaron Bélgica, Estados Unidos, Japón, República Sudafricana y la Comunidad de Estados
Independientes (ex URSS).
Nuestro país, que al igual que el resto no tiene dominio soberano en el
área, ha fijado los límites de la porción terrestre y acuática sobre la que
pretende hacerlo en un futuro. Esa zona está comprendida entre el paralelo de
60º Sur y el Polo Sur y los meridianos
de 25º y 74º Oeste, y se superpone íntegramente con la porción reclamada
por el Reino Unido (desde los 58º S al Polo Sur y entre los 20º y los 80º
Oeste) y parcialmente con la de Chile (desde los 60º S al Polo Sur y entre 53º
y los 90º Oeste), por lo que se espera un acuerdo entre las partes para
determinar los límites definitivos.
TU Unidad 2: Las bases naturales
de la Argentina
Será importante que al abordar los textos y para estudiar sus
contenidos, vaya localizando la información en los mapas e ilustraciones a
medida que avanza e la lectura.
T1 Las grandes unidades de
relieve
La formación del relieve actual de nuestro territorio, con predominio de
altas montañas hacia el oeste, llanuras en el centro-este y mesetas en el
sur y noreste, es resultado en gran medida de la colisión que hace millones
de años se produjo entre las placas tectónicas Sudamericana, donde se apoya
nuestro territorio, y la de Nazca, en el océano Pacífico Sur.
Ese choque dio como resultado la formación de la cordillera de los
Andes, tanto por elevamiento de nuevas montañas como por rejuvenecimiento de
antiguos relieves, a la vez que actuaron los procesos exógenos de erosión y
meteorización.
El encadenamiento andino se extiende de sur a norte por el oeste (a
excepción de la provincia de tierra del Fuego en donde la cordillera tiene
orientación oeste – este) actuando como límite con la república de Chile. El
origen volcánico de la cordillera se remite a esa colisión y a sus fracturas
consiguientes.
Más recientemente, en el período Cuaternario, además de una intensa
actividad volcánica y las glaciaciones en el Oeste, el agente modelador del
relieve más relevante es el proceso erosivo sedimentario que formó la llanura
chaco-pampeana, con similar formación que las otras llanuras sedimentarias de
Sudamérica, las de los ríos Amazonas y Orinoco.
T1 La cordillera de los Andes
Se extiende en nuestro territorio desde el extremo noroeste, en las
provincias de Salta y Jujuy, hasta el extremo sur, en la provincia de Tierra
del Fuego (exceptuando las islas oceánicas del Sur). En esta estructura se
pueden reconocer diferentes unidades, como la Puna, la Precordillera, la Cordillera Principal,
la Cordillera
Frontal y la Cordillera
Patagónico-fueguina.
En el noroeste, la cordillera da lugar a una gran meseta de altura
denominada Puna (Altiplano en Bolivia y Puna de Atacama en Chile), con alturas
promedio que superan los 3.500
metros sobre el nivel del mar. La Puna está recorrida por
valles de gran valor en la zona porque concentran la riqueza minera de salares,
encauzan la red hidrográfica de la zona y constituyen centros turísticos de
importancia. Entre las salinas y salares se destacan las Salinas Grandes, y los
salares de Antofalla, Hombre Muerto y Pocitos.
Hacia el este de esta meseta de altura se encuentra la Cordillera Oriental,
con elevaciones superiores a los 5.000 metros y dirección norte-sur, limitando
por el este con las sierras subandinas. Su altura máxima se encuentra en los
Nevados del Cachi, a más de 6.700 metros sobre el nivel marítimo.
Esta sección montañosa del noroeste está surcada por valles y quebradas
en los que se asienta gran parte de la población del lugar, como en el valle de
Lerma, en el que está enclavada la ciudad de Salta, y el valle del río Grande
de Jujuy, las quebradas de Humahuaca, del Toro y de los valles Calchaquíes,
entre otras áreas deprimidas.
Hacia el sur (27º Sur) se elevan los Andes Centrales conformados por la Cordillera Frontal,
entre el sur de Catamarca y el norte de Mendoza, y la cordillera Principal, que
se extiende hasta el centro-oeste de la provincia de Neuquén. Ambas configuran,
en este tramo de nuestro territorio, el límite con Chile, pues son altas
cumbres y divisorias de aguas. Es en este sector donde se hallan las mayores
alturas de todo el continente americano, con su cúspide en el cerro Aconcagua,
que pertenece enteramente a nuestro país y asciende a 6.959 metros sobre el
nivel del mar. Otras montañas de este sector andino que superan los 6.000 metros son el
Ojos del Salado, Tres Cruces, Pissis, Bonete, Mercedario y Tupungato. Entre los
cerros de gran altura hay valles transversales que constituyen pasos hacia el
país trasandino, con elevaciones de 3.500 a 4.500 metros.
Al este de la
Cordillera Frontal se eleva la Precordillera de La Rioja, San Juan y Mendoza,
con formación más antigua, alturas menores (hasta 5.000 metros) y cimas
redondeadas por acción erosiva. Además presentan una marcada aridez y gran
cantidad de conos de deyección por transporte de materiales hacia el pie de los
cerros.
A aproximadamente 39º de latitud sur los Andes Centrales dan paso a los
Andes Patagónico-fueguinos, con alturas bastante más bajas que las anteriores
como resultado de la intensa acción erosiva de la última glaciación, donde el
volcán Lanín, de 3.776
metros en la provincia de Neuquén, cercano a Junín de
los Andes y a San Martín de los Andes, es la mayor altura. Este tramo se
caracteriza también por la presencia de humedad que da lugar a bosques, por la
gran cantidad de valles lacustres transversales al encadenamiento andino (lagos
Nahuel Huapi, Lácar, Argentino, Buenos Aires, Viedma, Huechulafquen, etc.), la
escasa altura de los pasos fronterizos (muchos a menos de 700 metros sobre el
nivel del mar), la presencia de nieves eternas o persistentes a bajas altitudes
y una importante superficie cubierta por los denominados hielos continentales,
como los del glaciar Perito Moreno. En Tierra del Fuego, como se dijo, la
cordillera tuerce en dirección oeste-este para sumergirse por debajo del océano
y reaparecer en el continente antártico (Antartandes).
T1 Las sierras
Entre los sistemas serranos de nuestro territorio destacan las sierras
Subandinas, al este de la
Cordillera Frontal, abarcando parte de las provincias de
Salta, Jujuy y Tucumán; las sierras Pampeanas, al sur de los sistemas
montañosos del noroeste (Puna, Cordillera Oriental y sierras Subandinas) y al
este de la Precordillera
y los Andes Centrales, que está conformada por diferentes sistemas, como el de
Famatina, el de Córdoba y San Luis, el de Aconquija y el de Velasco; las
sierras de Tandilia y Ventania, ambas en el sur de la provincia de Buenos Aires
y las Mahuidas, en el sur de la provincia de La Pampa.
T1 Las llanuras
Gran parte del territorio argentino está conformada por la extensa
llanura chaco-pampeana, área deprimida de origen cuaternario creada por una
continua sedimentación. Esta llanura puede ser dividida en dos grandes sectores
debido a sus características fisonómicas actuales, si bien tienen origen
geológico común: la llanura pampeana al sur y la chaqueña al norte. En conjunto
tiene suave pendiente noroeste-sudeste.
La llanura Chaco-pampeana, asimismo, presenta diversas áreas
diferenciadas por sus características de relieve, drenaje y vegetación, lo que
deriva en usos diversos del suelo.
La llanura chaqueña presenta dos unidades bien diferenciadas: el Chaco
Oriental, húmedo, y el Chaco Occidental, más árido. Ambas zonas se diferencian
por su vegetación, con bosques xerófilos en el oeste y bosques húmedos en el
este.
En la llanura pampeana también se pueden distinguir dos grandes
unidades: la Pampa
occidental, hacia el oeste, más árida y elevada, y la oriental, más húmeda y
baja. Esta última, además, presenta diferentes sectores: la Pampa Baja, la Pampa Deprimida y la Pampa Alta. En esta
área, además, se asienta la gran mayoría de la población argentina,
principalmente en el núcleo urbano formado por el Área Metropolitana de Buenos
Aires, pero también en otras ciudades grandes y medianas como Rosario (en la Provincia de Santa Fe,
Córdoba, en la provincia homónima, La
Plata, San Nicolás, Zárate, Olavarría, Bahía Blanca, Mar del
Plata, Arrecifes y muchas otras de la provincia de Buenos Aires, y Santa Rosa,
capital de La Pampa
(se verá en la unidad 6: El espacio urbano).
Las características climáticas y edáficas (de suelo) hacen de esta
llanura una zona muy apta para el desarrollo de las actividades agrícolas y
ganaderas. Como se verá más adelante, además, sobre la planicie Chaco-pampeana se
halla gran parte de la cuenca hídrica más extensa de nuestro territorio, la del
Plata.
T1 Las mesetas
Dos grandes unidades mesetarias se distinguen en el territorio nacional
(además de la Puna):
la meseta Misionera, en el noreste del país y la meseta Patagónica, en el
sureste. Son relieves planos, elevados en bloque por procesos epirogénicos y
desgastados por la acción erosiva y la meteorización.
La meseta Misionera presenta como singularidad la alta composición de
hierro en sus suelos (lateríticos), que le confieren un color rojizo debido a
la oxidación originada por la fuerte humedad del lugar. Dicha meseta tiene un
relieve con mayor altura hacia el centro y más bajo hacia los extremos, que
están surcados por ríos, como el Iguazú, el Uruguay, el Pepirí Guazú y el
Paraná. El río Iguazú forma saltos antes de encontrarse con el río Paraná,
conocidos como Cataratas del Iguazú, de gran valor paisajístico.
La meseta Patagónica se originó por continuos movimientos de ascenso y
descenso de bloques y avance y retroceso del mar, por lo que presenta
sedimentos terrestres y marítimos. Tiene una disposición escalonada con alturas
que descienden desde el oeste hacia el este hasta terminar en forma de elevados
acantilados en el mar Argentino. Estos escalonamientos están cortados
transversalmente en sentido oeste-este por valles fluviales surcados por ríos
como el Deseado, el Chico, el Negro, el Chubut y el Senguerr, entre otros.
T1 Los esteros y lagunas
correntinos y las lomadas entrerrianas
Ambos son relieves muy particulares; los esteros y lagunas correntinos
son depresiones sobre suelos arenosos, cubiertas de agua. En general cubiertos
por camalotes y juncos, los esteros poseen escasa profundidad, al igual que las
lagunas, más libres de vegetación. Entre los esteros más conocidos se
encuentran los del Iberá y de Santa Lucía.
Las lomadas o cuchillas entrerrianas son elevaciones bajas redondeadas y
enmarcadas por los numerosos ríos que atraviesan o forman el límite de la
provincia de Entre Ríos, como el Uruguay, Paraná, Gualeguay, Gualeguaychú y
Guayquiraró. Hacia el sur de Entre Ríos las lomadas dan lugar a la llanura
pampeana.
T1 Las islas Malvinas
Este archipiélago está situado en la plataforma continental del mar
Argentino y está conformado por dos islas mayores, Gran Malvina y Soledad y
otras menores. El relieve está formado por sierras bajas y llanuras. Las
elevaciones no superan los 700
metros de altura, con un pico máximo a 689 m en el cerro Adam.
T1 Las características climáticas
del territorio
Por su posición latitudinal casi totalmente situado en latitudes medias,
nuestro territorio presenta predominantemente clima templado. Sin embargo, los
diversos factores que intervienen en la composición climática favorecen la
presencia de otras variedades, como el desértico, el subtropical y el frío.
Entre los factores que modifican el clima se pueden mencionar la latitud, la
altitud y el efecto oceánico o de continentalidad.
Cada variedad o tipo climático se distingue por sus características de
temperatura y de humedad, por lo que podemos reconocer climas subtropicales con
y sin estación seca, templado húmedo y seco, frío húmedo, entre otros.
Entre los factores mencionados que intervienen en nuestro territorio se
destacan la cordillera andina, la presencia de determinados tipos de vientos y
la cercanía de corrientes oceánicas frías y cálidas.
La cordillera de los Andes actúa como barrera climática al paso de los
vientos provenientes del anticiclón del Pacífico, provocando la precipitación
por ascenso y condensación del vapor de agua entre los 39° Sur y los 55° Sur,
lo que favorece el desarrollo de un bioma selvático en Chile y
predominantemente boscoso en la cordillera Patagónico fueguina argentina. Al
norte del paralelo de 39° S, como se vio en el apartado de relieves, la
cordillera presenta alturas mucho mayores, que impiden el paso de prácticamente
toda la humedad proveniente del Pacífico, que ya es menor por la diferencia de
temperaturas entre las capas bajas de la troposfera (temperaturas un poco más
cálidas) y de la corriente marina de Humboldt o Perú (aguas muy frías), por lo
que precipita principalmente en el mar. Hacia el norte la cordillera no recibe
casi humedad porque se agudizan las diferencias térmicas descriptas
recientemente, por lo que la humedad del Pacífico ni siquiera llega a las costas
de Chile (formando el desierto de Antofagasta) y la poca humedad que recibe el
Noroeste argentino (NOA) proviene desde el Este.
Entre los vientos locales que atraviesan con diferentes características
la cordillera y actúan sobre el territorio nacional se encuentran el Pampero,
que ingresa desde el centro-sur con dirección SO-NE y es frío y seco; el Zonda,
en Mendoza, San Juan y La Rioja,
con características de viento seco y cálido por el descenso desde las altas
cumbres de la masa de aire (llamado calentamiento adiabático); el Blanco, muy
frío, que afecta a las provincias del NOA y el cinturón de vientos polares del
Oeste, húmedo en la zona cordillerana y seco en la meseta Patagónica, además de
frío, muy fuerte y persistente.
Desde el océano Atlántico ingresan las masas de aire húmedo desde el
Anticiclón del Atlántico Sur, siempre a partir de los 40°-45° de latitud hacia
el norte, por lo que la meseta Patagónica recibe vientos exclusivamente desde
el Oeste. En territorio bonaerense (ciudad de Buenos Aires y provincia de
Buenos Aires), y con efectos sobre Santa Fe y Ente Ríos, ingresa ocasionalmente
desde el Sudeste un viento persistente, frío y húmedo conocido como Sudestada,
que provoca inundaciones de importancia en la zona costera de Ciudad de Buenos
Aires y de la provincia homónima. Desde el Noreste, ingresa sin atravesar áreas
montañosas de importancia, un viento cálido y húmedo proveniente desde la
corriente cálida del Brasil, con dirección NE-SO, que en ocasiones se choca con
el viento del Sudoeste (frío y seco) provocando precipitaciones frontales,
típicas de latitudes medias. El ingreso de este viento del Noreste produce un
gradiente de precipitaciones que disminuyen desde el Este hacia el Oeste en el
norte y centro de nuestro país.
El efecto oceánico o de continentalidad se manifiesta principalmente en
la amplitud térmica diaria y anual y en la abundancia o escasez de
precipitaciones en el territorio. Cuanto más cerca se está de la costa, en
general más se siente el efecto moderador de las aguas sobre las temperaturas
(efecto oceánico) y a medida que nos alejamos hacia el interior, se siente con
más intensidad el efecto de continentalidad, con temperaturas más extremas y
por lo tanto mayor amplitud térmica y menos humedad.
Amplitud térmica: diferencia entre la mayor y la menor temperatura.
Puede ser diaria, mensual o anual, dependiendo del período medido.
T1 Los tipos climáticos
De acuerdo con lo visto se distinguen en el territorio argentino ocho
variedades o tipos climáticos, que se han reagrupado aquí en seis.
T2 Subtropical con y sin estación
seca
Presente en latitudes cercanas al trópico de Capricornio, el clima
subtropical se encuentra en el centro-norte y noreste del país. Debido al
mencionado gradiente de humedad en esas latitudes, el viento que ingresa desde
el océano Atlántico aporta humedad la que va perdiendo paulatinamente a medida
que se desplaza hacia el Oeste. Con temperaturas promedio que se acercan a los
20° C, la diferencia entre ambas variedades está dada por la humedad, que es
mayor en las provincias de Misiones, Corrientes y Este de Chaco y Formosa, con
precipitaciones que superan los 1.000 mm y presencia de bosques húmedos, selvas
y esteros, y va disminuyendo hasta los 400-500 mm en el oeste de Chaco
y Formosa, norte de Santiago del Estero y de Santa Fe y este de Salta, dando
lugar a la presencia de bosques arbóreos y arbustivos de especies xerófilas,
como los Prosopis (caldén, algarrobo,
etc.). Las precipitaciones, además, varían de acuerdo con su persistencia o
estacionalidad, lo que da nombre a cada variedad: en el subtropical sin
estación seca, precipita de manera regular durante el año (régimen
pluviométrico isohigro) mientras que en el subtropical con estación seca,
predominan las precipitaciones estivales debido a la presencia de un ciclón
temporario en el norte del país que atrae los vientos húmedos del Atlántico (régimen
pluviométrico monzónico).
Hacia el oeste, en las sierras subandinas, se presenta otra variedad de
clima subtropical, el serrano, húmedo por la presencia de este relieve que
favorece el ascenso de las masas de aire húmedo provenientes del océano Atlántico,
que en condiciones de altura se enfrían y precipitan dando lugar al desarrollo
de un ecosistema selvático.
T2 Templado húmedo
Está presente en el centro-este del territorio, en latitudes medias,
entre 30° y 40° Sur. Las precipitaciones oscilan entre 700 (hacia el occidente)
y 1.000 (hacia el oriente), por lo que, sumado a las características edáficas
de la llanura pampeana oriental, propicia el desarrollo de las actividades
agrícolas y ganaderas de enorme importancia en el desarrollo económico nacional.
El bioma resultante característico es la pradera o pastizal, originalmente
herbáceo sin estrato arbóreo, con la excepción de las barrancas costeras de los
ríos Paraná y de la Plata
y de otros ríos y arroyos. Las temperaturas anuales promedio varían entre 14 y
18° C, con escasa amplitud térmica.
T2 Templado seco
Al oeste del clima templado húmedo se desarrolla el templado seco,
siguiendo el gradiente mencionado en los climas subtropicales, con mayores
amplitudes térmicas y precipitaciones que rara vez alcanzan los 500-600 mm. El resultado de
estas características es el empobrecimiento de los suelos, con mayor contenido
de sales, menor presencia de cuerpos de agua dulce y por lo tanto, menos
productivos. Aquí se desarrolla una vegetación de bosque bajo xerófilo
(Prosopis como el chañar) o monte y sabana.
T2 Árido y semiárido
Estos tipos de climas se definen principalmente por su ausencia o
escasez de humedad más que por el gradiente de temperaturas debido a la gran
amplitud térmica que presentan.
Desde el noroeste del país hasta el sudeste se presenta la denominada
diagonal árida, con condiciones de escasez de precipitaciones y el desarrollo
de ambientes desérticos y semidesérticos. En el NOA, como se vio anteriormente,
los vientos del Pacífico no llegan con humedad al continente pues la descargan
con anterioridad, por lo que las costas de Chile presentan condiciones de
extrema aridez, mientras que desde el Atlántico, la humedad se pierde casi
definitivamente cuando el viento atraviesa las sierras subandinas, por lo que
la cantidad de precipitaciones anuales en esa zona varía entre 100 y 300 mm. Más hacia el sur, en
el área cuyana, provincias de La
Rioja, San Juan y Mendoza, la escasa humedad que llega desde
Chile queda retenida en la cordillera, que en esa latitud presenta gran altura,
por lo que el registro de precipitaciones rara vez supera los 300-400 mm. En la meseta
Patagónica, la aridez se extiende debido a que los vientos muy húmedos
provenientes del Pacífico descargan su humedad en territorio chileno y en la
cordillera andina, por lo que una vez atravesada esa barrera montañosa, dicho
viento va dejando su humedad a medida que se dirige hacia el Este, con
precipitaciones que oscilan entre 700 y 200 mm desde la cordillera hasta la costa.
T2 Frío húmedo
Se extiende por la cordillera Patagónica fueguina entre los 39° y 55°
Sur, dando lugar al desarrollo de un bosque denso húmedo con predominio de Nothofagus, como la lenga y el ñire. El
promedio de temperaturas anuales oscila entre 10° y 5° C desde el Norte hasta
el Sur y las precipitaciones suelen superar los 1.000 con extremos de 2.500 mm en algunas áreas
de la cordillera neuquina, lo que da origen a una selva templado-fría,
continuación de la selva Valdiviana chilena. Estas precipitaciones son predominantemente
invernales (régimen pluviométrico mediterráneo).
T2 Alta montaña
Las áreas montañosas presentan climas diferenciados según la altura,
actuando esta como el gradiente de humedad y temperatura. Es por eso que en
altura, sobre todo después de los 3.000 metros sobre el nivel del mar, comienza a
desaparecer la vegetación y recrudece el frío, por lo que se da lugar a la
aparición de ambientes con condiciones de extrema aridez y rigurosidad térmica.
Los climogramas
Para representar el clima de algún lugar se utilizan gráficos
denominados climogramas, en los que se señalan a lo largo de un período, en
general un año, los promedios de temperatura mensual y las precipitaciones
totales. Una vez obtenidos los registros mensuales de temperatura y precipitaciones,
se grafica la primer variable en forma lineal y la segunda en forma de barras a
lo largo de los doce meses. Este tipo de gráficos permite analizar la amplitud
térmica anual, la temperatura media y las precipitaciones totales y su
distribución según meses y estacionalidad, entre otras variables.
T1 La red hidrográfica (ríos) y lacustre (lagos, lagunas y acuíferos)
Gran parte del territorio argentino está recorrido por la segunda cuenca
hidrográfica en extensión de Sudamérica, la cuenca del Plata, que tiene un
caudal medio de m3/seg. y crecidas diferenciales según ríos y tramos. El río de
la Plata
colecta las aguas provenientes de parte de la cordillera andina y desde otras
áreas situadas en Paraguay y Brasil, por lo que la alimentación depende tanto
del deshielo del Oeste como de las precipitaciones en las llanuras, sierras y
mesetas del Centro y Este. Entre los ríos que forman esta cuenca se hallan el
Paraná, Paraguay, Uruguay, Iguazú, Salado del Norte, Carcarañá, Salado de
Buenos Aires, Pilcomayo, Bermejo, Gualeguay, etc.
La alta sedimentación en el curso inferior del río Paraná originó en su
desembocadura la formación de islas que en conjunto integran el delta del río
Paraná. Este proceso de sedimentación de origen natural, se aceleró en las
últimas décadas como consecuencia de la veloz deforestación de las selvas
amazónica, tucumano-oranense y misionera y del Matto Grosso en la cabecera de
los ríos Paraná y Paraguay. Cuando quedan desnudos los suelos, actúan las
fuertes lluvias produciendo el lavado y arrastre de sus componentes hacia los
cursos de agua, completándose el proceso erosivo cuando esos sedimentos son
transportados y depositados en las zonas en que el río Paraná pierde fuerza de
arrastre.
En su recorrido están las principales represas hidroeléctricas de
América del Sur, como las de Itaipú (sobre el Paraná en Paraguay y Brasil) y
Yaciretá-Apipé (también sobre el Paraná, en territorios de Argentina y Paraguay),
además de más de medio centenar de represas más pequeñas, la mayoría en
territorio brasileño. Estas se utilizan para la provisión de energía
hidroeléctrica, agua para riego, vías de transporte (como puentes), recreación,
etc.
Otra cuenca de importancia es la del río Desaguadero, endorreica salvo
excepciones en las que el agua del Desaguadero llega hasta el río Colorado, en la Patagonia, y de allí se
dirige al Atlántico. El río Desaguadero recibe las aguas de afluentes como el
San Juan (en la provincia homónima), Mendoza, Tunuyán, Diamante y Atuel (los
cuatro en la provincia de Mendoza), muy utilizados para la provisión de agua
para consumo humano y para riego en la importante producción de oasis frutales
de estas provincias.
En la Patagonia
argentina, los ríos descienden de la cordillera y atraviesan la meseta con
dirección Oeste-Este, a través de amplios valles, como en el caso de los ríos
Negro (y sus afluentes Neuquén y Limay), Colorado, Deseado, Senguerr, Chico y
Chubut.
Existen otras cuencas menores tanto endorreicas (con desagüe en lagos o
lagunas), como las de los ríos Primero y Segundo en Córdoba que desaguan en la
laguna de Mar Chiquita, como arreicas, tal el caso del río Quinto, que nace en
las sierras de San Luis y se infiltra y evapora en el Sudeste de Córdoba y
Noroeste de Buenos Aires.
Entre los lagos y lagunas, los primeros se encuentran predominantemente
en el sur cordillerano argentino, con sentido casi exclusivamente Oeste-Este,
como los lagos Aluminé, Huechulafquen-Paimún-Epulafquen, Lácar, Nahuel Huapi,
Puelo, Futalafquen, Buenos Aires, Argentino, Viedma y otros, todos ellos de
origen glaciario y alimentados por las
aguas del deshielo. Las lagunas están distribuidas en diferentes provincias,
principalmente de la llanura Chaco-Pampeana, como Epecuén, Carhué, Mar
Chiquita, entre otras; y en Corrientes. También se originaron lagos con la
construcción de diques y represas, como en el caso de El Nihuil en Mendoza,
Cabra Corral en Salta y Salto Grande en Entre Ríos.
En áreas con déficit hídrico superficial (escasez de ríos y cuerpos
lacustres) o con alta demanda de agua, son importantes las aguas subterráneas o
napas freáticas, presentes en el subsuelo a profundidades variables según la
composición y estructura de las rocas, para uso diversos como riego,
residencial, industrial, etc.
El acuífero Guaraní
Se trata de una inmensa reserva de agua subterránea localizada en los
territorios de Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay. Su superficie
aproximadamente es de 1.200.000 kilómetros cuadrados y coincide con
una gran parte de la cuenca del Plata. En nuestro país se localiza a diferentes
profundidades, en el subsuelo de las provincias de Misiones, Corrientes, y
parcialmente en los territorios de las provincias de Chaco, Santa Fe, Santiago
del Estero, Córdoba y Entre Ríos.
Aunque es escasa su utilización en nuestro país (se limita al
aprovechamiento de aguas termales con fines terapéuticos y recreativos), se
reconoce la importancia del manejo sustentable de este recurso a nivel
internacional, dado el valor que posee el agua potable a escala mundial. Para
ello trabajan conjuntamente organismos internacionales y universidades de los
cuatro países con el fin de conocer más sobre este reservorio y pautar formas
seguras para su manejo, dado que, como todo cuerpo de agua subterránea, es
susceptible de ser contaminado por infiltración de aguas residuales domésticas,
industriales y rurales.
T1 Biomas y problemas ambientales
Según las características de relieve, clima, vegetación y suelo, se
pueden distinguir en nuestro territorio diferentes biomas terrestres como
selvas, bosques, pastizales (praderas y sabanas), montes, estepas y desiertos.
Además, como la Argentina
tiene territorio marítimo, también se considera la inclusión de este bioma.
T2 Las selvas misionera y
tucumano oranense
Se desarrollan en el Noreste del país, principalmente Misiones, en las
sierras subandinas (Tucumán, Salta y Jujuy), y en un pequeño sector del extremo
oeste de la provincia de Neuquén. También, por la presencia de epífitas y la
ausencia de especies arbóreas dominantes, se pueden enumerar otras selvas más
pequeñas, ligadas a los albardones costeros de los ríos, como el caso de las
selvas marginales de San Isidro, Berazategui y Punta Lara, a orillas del
estuario platense en la provincia de Buenos Aires.
Este tipo de bioma se distingue por la gran cantidad de precipitaciones
que recibe, de más de 2.000
mm anuales en Neuquén y Misiones, por la importante
biodiversidad de especies animales y vegetales y de individuos de cada especie,
por las temperaturas elevadas en el caso de las selvas del Norte, por la
ausencia de especies arbóreas dominantes y la presencia de lianas y epífitas.
Debido a la ausencia de especies dominantes, las selvas reciben comúnmente el
nombre del lugar en el que crecen, tal el caso de la selva misionera. Un tipo
especial de selva es el de las sierras subandinas, cuya vegetación se
desarrolla en las laderas húmedas de las montañas, entre las nubes, por lo que
recibe el nombre de nubiselva o yunga. Algunas de las especies que crecen en
estas selvas son el lapacho amarillo y negro, marmelero, laurel negro,
incienso, ibirá-pitá, curupay, guatambú, pino del cerro, tipa blanca, etc.
Los usos que se da a este tipo de bioma son: turismo, explotación
forestal (aserradero: para muebles, postes, pasta celulosa, etc.),
farmacéutico, entre otros. Desde hace más de un siglo se desmontan para usos
agrícolas y ganaderos.
Primero fue por la extracción de
madera; ahora, por el avance continuo de la frontera agrícola. Por estos
motivos Argentina pierde todos los años 250.000 hectáreas
de bosques, más de 12 veces la superficie de la Ciudad de Buenos Aires,
advierte un estudio que presentará hoy la Fundación Vida
Silvestre Argentina. El trabajo no habla sólo del problema de la deforestación.
Bajo el nombre "Situación Ambiental Argentina 2005", se trata
de un libro que busca abarcar los principales problemas ambientales del país. Más
de 80 artículos realizados por más de 140 autores de cerca de 50 instituciones
—académicas, ONGs, privadas— que vienen a suceder al diagnóstico que Vida
Silvestre realizó en el 2000. Clarín accedió al Resumen Ejecutivo del
trabajo que, con entrada libre y gratuita, se presenta hoy a las 12.30 en el
Auditorio Borges de la
Biblioteca Nacional."Según los indicadores de desarrollo
sostenible elaborados por el Estado Nacional (SAyDS, 2005), las grandes
tendencias ambientales del país siguen siendo preocupantes", señala la
investigación.
Si hay un punto crítico, ése es la deforestación. El proceso de
conversión de ecosistemas en tierras de cultivo lleva a regiones como el Chaco
Seco a sufrir la pérdida del 70% del total (175.000 hectáreas).
También disminuyen los bosques en el Chaco Húmedo, la Selva Paranaense
(Misiones) y en las Yungas (Salta). La selva pedemontana de las Yungas, así
como el llamado "bosque de tres quebrachos" en el Chaco Seco, se
asegura, "están en una situación verdaderamente comprometida".
El número que se pierde por año es relevante si se considera que en el 2002 quedaban
en el país alrededor de 33 millones de hectáreas de bosque.
Además del Chaco Seco, se afirma que apenas el 7% de la selva misionera,
refugio de una alta biodiversidad, ha sobrevivido hasta ahora. En este caso
aparece como causa el reemplazo del bosque nativo por forestaciones para uso
industrial
El informe hace un llamado a desarrollar un modelo productivo sustentable.
Subraya, como ejemplo, que hay en este momento en el país empresas que
trabajan en bosques con normas de calidad y control certificadas, acorde
con la demanda de los consumidores que quieren saber qué impacto ambiental
tiene la elaboración de los productos que adquieren. Y reclama la presencia del
Estado en la planificación y desarrollo de planes de ordenamiento territorial.
Otro problema es la degradación del suelo y de la vegetación, en general
asociado a la quema intencional. En el Chaco Húmedo, se afirma, se queman
entre 2 y 4 millones de hectáreas por año, y en la ecorregión del Monte, 10
millones de hectáreas fueron afectadas por incendios en los últimos 10 años.
En cuanto a pesca, se observaron problemas de sobreexplotación en
recursos como la merluza común, el calamar y el langostino. Se puntualiza acá
también la falta de planes de manejo, lo que permite que de especies
como el sábalo se extraigan entre 60 y 80 mil toneladas al año en la Cuenca del Plata.
El libro tiene varias recomendaciones que tienen el carácter de necesidad. Una
de ellas es elevar la cantidad de superficies protegidas en el país. Actualmente
existen unas 360 áreas protegidas, de variadas categorías y por distintas jurisdicciones.
El promedio en el país es del 6,8% del territorio nacional protegido. Pero en
ecorregiones como "Campos y Malezales" el porcentaje protegido es
menor. Y del 6,8% general, apenas el 19%, afirma el informe, tiene un nivel de
protección aceptable.
El objetivo estatal de proteger
al menos el 15% del país debe ser implementado con urgencia", señala el
informe.
El panorama no es mejor en
rubros como erosión de suelos, tanto en términos hídricos como eólicos,
o el problema de los residuos sólidos urbanos e industriales, que aumentan. Pero
hay algunos avances, como el acceso al agua potable: en diez años, el país pasó
de 21 millones de habitantes con agua potable a más de 28 millones (de 66% al
78% de cobertura a nivel nacional). Y las emisiones argentinas de gases que
influyen en el cambio climático siguen siendo pequeñas.
Cita: © Clarín, La
deforestación anual equivale a 12 veces la superficie de Capital, 23 de mayo de 2006.
T2 Los
bosques
Se extienden por gran parte del territorio argentino. Se distinguen de
las selvas por la dominancia de una (bosque monoespecífico) o dos especies
arbóreas (bosque mixto), por ejemplo bosque de arrayanes, bosque de sauces y
alisos, bosque de quebrachos, etc.
De acuerdo con la humedad recibida, pueden ser bosques húmedos o secos.
En Argentina se distinguen:
- el bosque chaqueño, con especies maderables de alto valor
como el quebracho colorado y blanco, viraró, lapacho, urunday y algarrobo
- el bosque austral, en la cordillera patagónico-fueguina,
con ejemplares de Nothofagus
(lenga, ñire, raulí, guindo, roble pellín, coihue), alerces, araucarias,
cipreses, y otras,
- los bosques marginales en las riberas de los ríos (Paraná,
Paraguay, Uruguay), donde crecen, entre otras especies, timbó blanco, ingá
colorado, aliso de río, espina de bañado, ibapoy, tala y sauce.
T2 Los pastizales: praderas y
sabanas
Se extienden sobre todo por la llanura Chaco-Pampeana. En el caso de las
praderas, la vegetación dominante y casi exclusiva es herbácea (Stipa, Poa, Festuca, etc.). Se trata de
ecosistemas con un elevado grado de transformación tanto por las actividades
agrícolas y ganaderas como por el crecimiento urbano, por lo que quedan pocos
rastros de los ecosistemas originarios, a lo que se suma que es, además, un
espacio con muy escasa representación dentro del sistema de áreas protegidas a
escala provincial y nacional. Las sabanas se presentan dominantemente en
condiciones de menor humedad y desigual registro de precipitaciones durante el
año, por lo que se desarrollan generalmente en condiciones de climas con
estación seca, en los bordes occidentales de la gran llanura platense (Chaqueña
y Pampeana). Se caracterizan por ser pastizales en los que se destacan de
manera aislada o en pequeños grupos, árboles como el caso de los caldenales de
la provincia de La Pampa.
T2 Estepa, monte y desierto
Estos tipos de biomas se caracterizan por la escasez de precipitaciones,
lo que da lugar a la formación de vegetación adaptada a condiciones de déficit
hídrico, denominada vegetación xerófila, y por presentar cobertura parcial del
suelo, lo que favorece los procesos de erosión y desertificación. Las
precipitaciones en estos biomas no alcanzan los 700 mm y en ocasiones son
muy inferiores a este valor.
Las comunidades vegetales varían desde cactáceas en zonas con fuerte
déficit pluviométrico hasta estepas arbustivas y arbóreas espinosas y de hojas
pequeñas y pastos duros. En áreas salinas o salitrosas se desarrolla vegetación
halófita.
Estos biomas se desarrollan en gran parte del territorio argentino, en
la mencionada diagonal árida, y a diferentes alturas, como en el Noroeste,
Cuyo, parte de las Sierras pampeanas, Pampa occidental y meseta Patagónica.
El uso del suelo aquí se ve limitado principalmente a los oasis de
regadío, donde se asienta gran parte de la población de estas áreas y se
practican actividades agrarias. Entre los problemas ambientales que se producen
en estas áreas se destacan la salinización de suelos por riego excesivo y
elevada insolación y la erosión y desertificación de los suelos por prácticas
inadecuadas tanto agrícolas como ganaderas.
T2 Bioma marítimo
Compuesto por ecosistemas diferenciados según la proximidad a la costa y
la profundidad. Debido a la presencia de las corrientes frías de origen
subantártico, la fauna y flora está adaptada a las bajas temperaturas del agua.
Entre las especies animales se destacan los peces, como la merluza común y la
austral, corvina rubia y negra, sardina fueguina, caballa, besugo, mero,
tiburón, abadejo, etc; los crustáceos, como el langostino, camarón, almeja,
mejillón, centolla y centollón; y los moluscos, como el calamar, que al igual
que la merluza común (hubbsi) son
intensamente explotados hasta niveles tan extremos que hacen colapsar las
poblaciones, por capturas tanto de buques nacionales como extranjeros y obligan
a decretar la veda o prohibición de la pesca hasta alcanzar las tasas de
reposición de estas especies a niveles que aseguren su reproducción.
TU Unidad 3: La formación
histórica del territorio argentino
El territorio de los pueblos
originarios
Los diferentes grupos que habitaban el territorio que posteriormente se
convertiría en la Argentina,
poseían características muy disímiles, y por lo tanto su impronta espacial fue
también diferente.
En el Noroeste argentino (NOA), las Sierras Centrales y Cuyo habitaban
pueblos que tenían contacto o formaban parte del imperio Inca a la llegada de
los españoles. Eran comunidades sedentarias, con elevadas densidades
demográficas (en relación con los otros grupos) y cierta complejidad en sus
estructuras sociales; el aprovechamiento de los pisos ecológicos heredados de
los Incas les permitía desarrollar tanto la agricultura como la ganadería de
camélidos (llamas, vicuñas, alpacas y guanacos). En sus sistemas agrícolas,
además de utilizar las diferentes altitudes de las montañas, practicaban el
barbecho, la roza y el riego para obtener principalmente maíz y papa. La
producción de sus territorios abarcaba, por otra parte, la construcción de
caminos y de canales, los silos de piedras y la actividad minera de metales
preciosos. Sus vestimentas consistían principalmente en tejidos elaborados a
partir de las lanas de los camélidos y sus viviendas permanentes eran
construidas con piedras. Entre estos grupos estaban los diaguitas, omaguacas y
calchaquíes.
El Noreste (NEA) estaba poblado por grupos predominantemente
seminómadas, se dedicaban a la caza, pesca, recolección y a una ganadería y
agricultura rudimentaria; entre ellos estaban los guaraníes, matacos,
guaycurúes, chiriguanos, mocovíes y tobas. La apropiación de sus territorios
era llevada a cabo mediante el uso de canoas hechas con troncos para
trasladarse por la gran cantidad de ríos de esa zona y para llevar a cabo la
actividad pesquera. Fabricaban condimentos, venenos, estimulantes y pigmentos
(Narvaja y Pinotti, 1996).
Las áreas pampeana y patagónica estaban habitadas por pueblos nómades y
seminómades como los ranqueles, pampas, querandíes, tehuelches, pehuenches,
puelches y mapuches, entre otros, quienes recorrían grandes extensiones
territoriales en busca de alimentación a través principalmente de la caza, la
recolección y la pesca, aunque también, debido a la influencia de los
araucanos, practicaban una agricultura simple. En el extremo sur patagónico
habitaban pueblos nómades principalmente pescadores como los onas (selk’nam) y
yámanas.
En menor o mayor medida estos pueblos han dejado escasas huellas
territoriales, en parte debido a sus características propias, sobre todo el
nomadismo que impedía un fuerte afincamiento y por lo tanto, mayor
complejización social, y en parte debido al sometimiento posterior al que
fueron sometidos con la llegada de los españoles.
T1 El territorio colonial
Como la Argentina
fue colonia española desde el siglo XVI hasta principios del XIX, la
conformación del territorio nacional estuvo estrechamente ligada a ese proceso
de colonización.
Sin los grandes yacimientos minerales de oro y plata que sí poseían los
territorios de México, Perú y Bolivia y sin grandes densidades demográficas
aborígenes debido al carácter principalmente nómade de los pueblos originarios
de nuestro territorio, los españoles no establecieron importantes centros
urbanos de población europea como lo hicieran en el Potosí o en México.
Sin embargo, entre las importantes transformaciones espaciales que
dominaron el territorio nacional (entonces aún territorio colonial) entre los
siglos XVI y XVIII, se encuentra la fundación de ciudades. En el siglo XVI se
crearon Salta (1582), San Salvador de Jujuy (1593), San Miguel de Tucumán
(1565), La Rioja
(1591), Santiago del Estero (1553), Córdoba (1573), Corrientes (1588), Santa Fe
(1573), Buenos Aires (1580), San Juan (1562), Mendoza (1561) y San Luis (1594).
En el siglo XVII se fundó San Fernando del Valle de Catamarca (1683). Estas
ciudades estaban conectadas mediante sistemas de caminos que unían el Noroeste
con Buenos Aires, el Litoral y Cuyo para extraer el producto de las economías
de esos lugares y después llevarlos a España a través de los puertos de El
Callao (en el actual Perú) primero y de Buenos Aires luego. Entre los productos
primarios o levemente transformados que se dirigían a Europa se encontraban el
tabaco, la yerba mate, vid, vino, aguardiente, cueros, lanas, carne, leche,
tasajo, algodón y metales.
Si bien durante los siglos XVI y XVII los principales núcleos
poblacionales y comerciales estaban en el Noroeste y Corrientes, el creciente
comercio portugués y británico a través del río de la Plata y desde y hacia el
puerto de Buenos Aires hizo que España prestara más atención a esta zona e
instalara en esa ciudad el virreinato del Río de la Plata a fines del siglo
XVIII (1776). Este crecimiento de Buenos Aires y de la importancia de su puerto
fue impulsado por el auge de las ideas fisiócratas (doctrina que sostenía que
el suelo –y los recursos naturales en general- era la más importante fuente de
riqueza), por la rivalidad entre las potencias que encontraron en este sitio un
resquicio por donde competir en el comercio ultramarino con España y por los
cambios ocurridos en el seno de la corona española, que buscaban reordenar el
territorio americano.
Las ideas fisiócratas dieron entonces un fuerte impulso a la actividad
ganadera y más tarde a una incipiente agricultura en los fértiles suelos de la
llanura pampeana. Dicho impulso se acrecentará mucho más durante los siglos XIX
y XX. Las reformas en el seno del gobierno español coincidentes con la instauración
del Virreinato del Río de la
Plata en nuestro territorio, además, dieron fuerte impulso al
comercio exterior hasta entonces relegado.
Estos cambios en el territorio, es decir la necesidad de incorporar cada
vez más tierras para la actividad
económica, sobre todo entonces para la ganadería, fueron desplazando a los
pueblos indígenas produciendo una fuerte retracción territorial de la mayoría
de estos grupos.
La expansión de la ganadería en la zona pampeana desde el siglo XVII y
más fuertemente desde el XVIII guardó relación con la aptitud ecológica de este
ecosistema y con la ausencia de alambrados. El fértil pastizal pampeano fue un
lugar ideal para que el ganado traído de Europa, vacas, caballos y ovejas, se
reprodujera ante la ausencia de competidores (otros grandes herbívoros) y de
grandes predadores. Durante este período, la presencia de ganado en la llanura
pampeana, sobre todo de caballos, fue motivo de la presencia de los malones en
las poblaciones criollas
T1 El territorio en épocas de la Independencia
El Virreinato del Río de la
Plata había dado un importante paso en la formación de Buenos
Aires como principal centro político y económico del incipiente país, y el
siglo XIX, caracterizado por las guerras de Independencia y las luchas internas
entre diferentes grupos de intereses políticos y económicos, terminó por
consolidar el papel de la ciudad que en 1880, hacia fines de este período, se
convertiría en la
Capital Federal de la Argentina.
Durante este siglo XIX las ideas fisiócratas fueron arraigando cada vez
más a la par que el puerto de Buenos Aires adquiría cada vez mayor importancia.
La ganadería comenzó a compartir tierras con la agricultura y comenzó a
instalarse una protoindustria ligada casi exclusivamente a la ganadería; surgen
así los saladeros, destinados a conservar las carnes mediante el uso de la sal.
El germen concentrador del Virreinato del Río de la Plata, lejos de haberse
disipado con las luchas revolucionarias, se acentuó con el correr del siglo
XIX: Buenos Aires, su puerto y su aduana jugarían un papel fundamental en la
economía nacional. Para ese entonces surgía con fuerza un gran protagonista
tanto de las luchas de independencia como de la pujante economía pampeana: el
comerciante – hacendado. Como contrapartida, las economías en general artesanales
del resto del territorio, salvo algunas excepciones, sufren duros reveses
relacionados con la apertura económica de las Reformas Borbónicas de España y
las rentas de aduana de Buenos Aires. Apenas cuatro años después de la Declaración de la Independencia, nueve
de cada diez productos que salían por la aduana del puerto de Buenos Aires,
eran de origen ganadero: cueros, carne salada y sebos.
La consolidación del área pampeana como núcleo político y económico del
país llega de la mano de la construcción de las primeras vías ferroviarias, que
plasman territorialmente ese predominio de Buenos Aires. En 1860 se crea el
primer ramal ferroviario, Ferrocarril Oeste, con 39 kilómetros de
vías, que se incrementan a 342
km veinte años más tarde, con el fin de este período. El
total de vías construidas hacia 1880 asciende a 2.432 km, casi todas ellas
en territorio pampeano y principalmente bonaerense (Roberto Cortés Conde, El
progreso argentino 1880 – 1914, 1979).
En relación con la población, el siglo XIX marca el corrimiento cada vez
más acentuado de las poblaciones indígenas y su reemplazo por población
proveniente de Europa. Estas oleadas inmigratorias que llegan sobre todo desde
mitad de ese siglo, se instalan principalmente en ciudades pampeanas y en las
denominadas colonias agrícolas, como las de Santa Fe, Entre Ríos y Chubut. La
población del NOA pierde peso con la formación del Virreinato primero, luego
con la creación de la
Provincias Unidas del Río de la Plata en 1813 y
posteriormente con el creciente predominio de las provincias ligadas a las
actividades ganaderas, comerciales y portuarias.
La relación con los indígenas durante gran parte de ese silgo XIX fue
predominantemente conflictiva. Gran parte del territorio estaba en manos de los
grupos originarios y ello resultaba un problema para las crecientes economías
agrícolas y ganaderas, por ello conjuntamente con la creación de las primeras
vías férreas y la instalación de colonias agrícolas, se crearon fuertes y
fortines diseñados para avanzar sobre los territorios todavía no ocupados y
para defenderse de los malones indígenas. Estos emplazamientos dieron origen a
Rauch, Tandil, Bahía Blanca, Junín, Candelaria, Orán, entre muchos otros
núcleos urbanos. El territorio estaba dividido por líneas que separaban a ambos
grupos (los de origen europeo -españoles y criollos- y los indígenas),
denominadas “fronteras”, que durante ese lapso se fueron corriendo cada vez más
hacia el lado indígena, despojándolos de sus territorios. La resistencia de
algunos grupos indígenas organizó los denominados malones, que realizaban
sorpresivamente para llevarse principalmente caballos, mujeres y vacas. Por el
otro lado se organizaban milicias para desterrar a los indígenas.
Epígrafe: “Las tribus indígenas al mando de algún cacique
(Catriel, Mariano Rosas, Pincén, Calfucurá, Shayhueque, etc.)Se diferenciaban
unas de otras no sólo por el lugar que ocupaban –si bien eran nómades, tenían
territorios delimitados- sino también por su relación con los “cristianos”.
Algunas tribus eran hostiles y otras se declaraban amigas e inclusive defendían
los territorios de población criolla y española. Unos y otros pagaron cara tanto
su amistad como su hostilidad, los primeros porque fueron reclutados para
luchar en la guerra contra el Paraguay y los segundos porque fueron aniquilados
en nombre del progreso y la civilización y en contra de la barbarie.”
Para el primer censo de población, que se realizó en 1869, es decir,
hacia el fin de esta etapa, la
Argentina contaba con más de 1.730.000 habitantes, la mayoría
en el área pampeana. Para ese mismo año llegaron al país cerca de 73.000
inmigrantes predominantemente europeos y entre los años 1857 y 1876, habían
arribado al país alrededor de 340.000 inmigrantes. Si bien la mayoría de ellos
se asentó en la zona pampeana, también Mendoza y Tucumán incrementaron sus
poblaciones debido a las economías basadas en la vid y el azúcar.
T1 El territorio entre 1880 y
1930: el período agroexportador
El contexto internacional de surgimiento de esta etapa es el de la
organización capitalista del mundo en países centrales industrializados y
consumidores y países periféricos productores primarios
En dicho contexto, nuestro país asume el rol de productor agrícolo –
ganadero y el Estado prepara el territorio para llevar a cabo eficazmente este
modelo.
Entre los cambios espaciales más importantes de estos 50 años, quizás
los más relevantes en la historia económica del país, se pueden destacar la
agriculturización pampeana, el tendido casi definitivo de la red ferroviaria,
el crecimiento exponencial de algunos espacios urbanos cono Buenos Aires,
Córdoba o Rosario debido a las fuertes oleadas inmigratorias, el inicio del tendido
de la red caminera debido a la aparición del transporte automotor, la aparición
y proliferación de industrias ligadas a las actividades agrarias y el
surgimiento de núcleos culturales y sociales que regulaban la vida social de la
creciente población urbana.
La agriculturización pampeana consistió en la creciente incorporación de
tierras vírgenes (de producción o uso) y ganaderas a la producción agrícola. El
sistema agrario pampeano se basaba en los cultivos trigo, maíz y lino y en la
producción del ganado vacuno y ovino. En esta época se conoció a nuestro país
como el “granero del mundo” tanto por la fertilidad de los suelos pampeanos
como por las necesidades alimenticias de Europa.
Otto Solbrig (op. cit) señala que entre 1895 y 1914 la superficie sembrada
con alfalfa destinada a la alimentación del ganado vacuno pasa de alrededor de 71.300 ha a 7.373.400 ha y la
superficie sembrada con trigo entre las mismas fechas asciende de 89.000 ha a 2.044.000 ha. En la
década de 1910, sin embargo, parte de esta actividad agraria pampeana comienza
a estancarse por el cese de crecimiento demográfico europeo, el fin del aumento
de la demanda de productos alimenticios desde ese continente y el mejoramiento
de los rendimientos de la agricultura europea. Para esa fecha la agricultura
superaba a la ganadera por la fuerte incorporación del maíz y por la creciente
subdivisión de tierras en la
Pampa.
A medida que aumentaba la producción agrícola y ya sin malones indígenas
(es decir, con el territorio consolidado), el tendido de los diferentes ramales
ferroviarios creció casi siempre desde las zonas de producción primaria hasta
el principal puerto, el de Buenos Aires, por lo que se conformó un diseño
radial con vértice en la capital del Estado, la ciudad de Buenos Aires.
Este medio siglo de pujante economía derivó también en problemas
ambientales de importante magnitud para la época, como la contaminación de los
cuerpos de agua (ríos, arroyos, lagunas) por la instalación de las nuevas
industrias, como por ejemplo los frigoríficos, que ya reemplazaban cada vez más
a los saladeros, y las curtiembres.
La vida urbana, por otra parte, estaba signada en las grandes ciudades,
por la instalación y creación de grandes tiendas, bancos y clubes de capitales
generalmente británicos, como también eran de ese origen los capitales con los
que se construyó la red ferroviaria.
T1 El territorio entre las
décadas de 1930 y 1970: la industrialización
La caída de la bolsa de Nueva York (Estados Unidos de América) en 1929 –
1930 (ver módulo Geografía Mundial Contemporánea, unidad 4), sumada a la crisis
de la Europa
occidental generan un efecto cascada en la economía mundial y particularmente
un marcado receso en las latinoamericanas, en este momento instaladas como
proveedoras de materias primas. En la Argentina genera una importante crisis en el
campo. La política de los países europeos y de Estados Unidos fuertemente
restrictiva al ingreso de los productos primarios y al egreso de productos
manufacturados, genera un vuelco hacia una incipiente industrialización
latinoamericana.
La instalación de industrias en las ciudades y la crisis agraria provoca
un importante éxodo rural, es decir, el traslado de población rural a los
espacios urbanos, que se irá incrementando durante esta etapa, además, con la
introducción de maquinaria que reemplaza la mano de obra en los campos. Con la
red ferroviaria ya consolidada, crece con un diseño similar (radial con vértice
en Buenos Aires) la red vial, a expensas de una fuerte expansión del sector
industrial automotor en el mundo.
Las áreas urbanas de fuerte crecimiento son aquellas que concentran
mayor demanda de mano de obra, las industrializadas, que en nuestro territorio
se concentraron durante estas cuatro décadas, en el denominado cinturón fluvial
industrial desde San Lorenzo – Rosario en Santa Fe hasta La Plata en Buenos Aires
siguiendo el trazado de los ríos Paraná y de la Plata y en otras ciudades
como Córdoba y Mendoza. Entre las industrias se destacan las textiles,
alimenticias, petroquímicas, siderúrgicas, metalúrgicas, automotrices y
electrónicas, pero todas ellas con escasa inversión tecnológica.
Esta situación generó un incremento del mercado interno, una
industrialización poco productiva subsidiada por la presencia de un Estado muy
fuerte y una creciente desigualdad entre la zona pampeana y el resto del
territorio plasmada en la concentración demográfica, la centralización de las
decisiones políticas y económicas y el crecimiento urbano pampeano.
Hacia el fin de este período se acentúan las migraciones tanto internas
como externas (sobre todo sudamericanas) hacia las grandes ciudades
(principalmente a Buenos Aires y su conurbano) con el objetivo de buscar
trabajo generando zonas de extrema pobreza conocidas como villas de emergencia
por la imposibilidad de acceder a puestos de trabajo estables.
T1 El territorio
desde la década de 1970: la desindustrialización
Desde mediados de la década de 1970 en el país, y en general en el resto
de Sudamérica, se sienten los efectos de las crisis internacionales del
petróleo, del auge de las ideas de librecomercio y de los golpes de Estado. El
Estado se achica, es decir, cede parte de sus funciones y responsabilidades al
mercado, permite el ingreso de capitales y de empresas internacionales y, en un
principio, cercena la libertad de expresión de los partidos políticos y de los
ciudadanos en general hasta la recuperación democrática.
En este marco, comienza la etapa de apertura económica, del arribo de
empresas y de la desindustrialización a la luz de las políticas neoliberales
impuestas como recetas por los gobiernos de los países desarrollados y los
organismos de crédito internacional, como el Banco Mundial y el Fondo Monetario
Internacional, la consiguiente retracción de la demanda, la pérdida de puestos
de trabajo y el crecimiento de los bolsones de pobreza, sobre todo en las
periferias de las ciudades grandes y medianas. Por otra parte se incrementa la
desigualdad socioeconómica lo que redunda en una fuerte fragmentación espacial
con un acelerado crecimiento de los bolsones de pobreza por un lado, y el
también crecimiento de los de riqueza. Esto supone entonces, el fuerte
decaimiento de los estratos sociales intermedios (la “clase media”). Sumado a
esto crece exponencialmente la deuda pública externa en parte contraída por el
Estado y en parte por empresas, pasando de casi 10.000 millones de dólares a
principios de esta etapa (1976) a cerca de 148.000 millones de dólares en 1999
(Adriana Clemente, La ‘cuestión social’: notas para el debate, en ¿Argentina en
colapso? América debate, IIED-AL, 2002).
Durante la década de 1990 en casi toda Latinoamérica pero
particularmente en la
Argentina, se lleva adelante el proceso privatizador que
consiste en la venta o concesión de las empresas fiscales (como Aerolíneas
Argentinas, Yacimientos Petrolíferos Fiscales –YPF-, Yacimientos Carboníferos
Fiscales –YCF-, telefonía –Entel-, algunas rutas, los servicios de energía
eléctrica, de agua por red, de gas, el correo, etc.). Además, y ligada a la
lógica del mercado por sobre la del bien común, se suprimen las vías férreas
que no son rentables y se privatizan las que sí lo son. La supresión de los
ramales ferroviarios trajo consigo el aislamiento de gran cantidad de pueblos y
ciudades.
Ya desde antes, en el período del último golpe militar (1976-1983) el
Estado había privatizado una alta proporción de tierras fiscales principalmente
boscosas, lo que derivó en un acelerado proceso de deforestación y pérdida de
biodiversidad en el centro y norte del país (Morello et al., El ajuste
estructural argentino y los cuatro jinetes del apocalipsis ambiental, Colección
CEA-CBC, Universidad de Buenos Aires, 1997).
TU Unidad 4: La población del
territorio argentino
T1 Introducción
Clasificar a la sociedad argentina según la dualidad desarrollo –
subdesarrollo explicada en el módulo Geografía Mundial Contemporánea, resulta
de gran complejidad. Dicha complejidad es la que desarrollaremos en esta Unidad,
basada en los parámetros que indican que nuestra composición social oscila
desde el subdesarrollo hasta el desarrollo. Lo que desde cualquier óptica
resulta sí indiscutible es la acentuada desigualdad estructural de la sociedad.
Para comprender mejor esta complejidad, desarrollaremos la Unidad en dos apartados:
- Las
características demográficas generales y
- Argentina
entre el desarrollo y el subdesarrollo.
T1 Características demográficas
generales
Según el último Censo Nacional de Población y Vivienda del año 2001, en
nuestro territorio de 2.780.403 kilómetros cuadrados, habitan
36.260.130 personas (www.indec.mecon.ar).
Por ello la densidad demográfica es de 13 habitantes por km2. La mayoría de la
población que habita el territorio nacional es nativa (95.8 %) y reside en
áreas urbanas (89.3 %). La composición social remite a un origen marcadamente
inmigratorio, con una fuerte mezcla de diferentes nacionalidades tanto:
ª
de
Europa, sobre todo por las oleadas migratorias de fines del siglo XIX hasta
mediados del XX;
ª
de
países sudamericanos, por corrientes migratorias ocurridas principalmente desde
mediados del siglo XX;
ª
del
sudeste asiático sobre todo desde la década de 1970 en adelante;
ª
de otros
orígenes, como el resto de América, Asia, África y Oceanía y, además,
ª
descendientes
de los pueblos originarios del territorio argentino.
T2 Distribución y densidad
demográfica
Como se vio en la Unidad
3, el territorio se fue configurando de tal manera que la población se asentó
en algunas zonas quedando más o menos vacías el resto de ellas, tanto por
motivos socioeconómicos como por condicionamientos ambientales. Así fue
creciendo el núcleo urbano del Gran Buenos Aires.
Se denomina Gran Buenos Aires –G.B.A.- al conjunto conformado por la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires y 24 partidos del conurbano bonaerense que la rodean) y, aunque en
menor medida, otros núcleos urbanos de importancia como Rosario en la provincia
de Santa Fe, Córdoba en la provincia homónima y otras ciudades (como se verá en
la Unidad 6:
El espacio urbano).
La tardía inserción de algunas provincias o zonas de ellas al desarrollo
nacional,
lo que implicó la escasez de oferta laboral, educativa, recreativa, de
infraestructura, etc., sumado a importantes condicionamientos ambientales como
la aridez o las bajas temperaturas, favorecieron una desigual distribución demográfica en el
territorio.
Densidad demográfica: relación que resulta de la división entre
la cantidad total de población de una unidad territorial, por ejemplo un país o
una provincia, respecto del territorio de dicha unidad territorial).
Por ello, a pesar de que la densidad
demográfica en la
Argentina es de 13 hab/km2, hay jurisdicciones con promedios
por encima de esta cifra, como la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, con 13.679,6 hab
/ km2, las provincias de Misiones (32,4), Tucumán (59,4), Santa Fe (22,6),
Buenos Aires (45) entre otras; y algunas por debajo de dicho promedio, como
Catamarca (3,3), La Pampa
(2,1), Santa Cruz (0,8), Río Negro (2,7), etcétera.
T2 La composición de la población
A través de los sucesivos censos de población se puede observar el
crecimiento demográfico, que pasó de 1,8 millones de habitantes en 1869 a 15,8 millones casi a
mediados del siglo XX y a 36,3 millones en 2001. Ese crecimiento se debió en
gran medida a las corrientes inmigratorias mencionadas y también al crecimiento
vegetativo o natural de la población.
Se denomina crecimiento vegetativo o natural de la población a la
diferencia entre la natalidad y la mortalidad).
T2 Natalidad y mortalidad
Dos indicadores importantes del estado en que se encuentra una población
son las tasas de natalidad y de mortalidad.
Tasa de natalidad: relación entre la cantidad de nacimientos y la
población total en un momento y lugar determinados; tasa de mortalidad:
relación entre la cantidad de defunciones o muertes y la población total en un
momento y lugar determinados.
Como se vio en el Módulo Geografía Mundial Contemporánea, cuando estas
tasas son bajas, son fuertes indicadores de desarrollo social y, por el
contrario, cuanto más altas son, también reflejan el nivel de subdesarrollo
social y económico. Por ello resulta importante conocer las tasas por
jurisdicción, pues sirven, como todo indicador, para poder tomar decisiones
adecuadas.
Como se expresó con anterioridad, los indicadores son muy diferentes
según la jurisdicción analizada. Ambas tasas, de natalidad y de mortalidad son
relativamente bajas en nuestro país, de 18,2 ‰ y 7,6 ‰ respectivamente. Sin
embargo, este aparente elevado desarrollo signado por la reducción de ambas
tasas, no tiene correlato en todo el territorio, en el que provincias como
Formosa (‰‰), Chaco (‰‰), Santiago del Estero (‰‰), Corrientes (‰‰) y Tucumán
(‰‰) muestran condiciones aún de pobreza generalizada. Contrariamente, Ciudad
de Buenos Aires (‰‰), Santa Fe (‰‰), Córdoba (‰‰), San Luis (‰‰), Entre Ríos
(‰‰) y Mendoza (‰‰) tienen valores menores al promedio nacional.
¿Por qué bajan las tasas de
natalidad y mortalidad?
Entre las condiciones de desarrollo que provocaron el descenso de ambas
tasas en la Argentina
se destacan la inversión (apenas incipiente) de investigación y desarrollo en
ramas ligadas a la salud; la importación y difusión de técnicas y productos
relacionados con la medicina, la evolución, aceptación y abaratamiento de los
métodos anticonceptivos; el ingreso de las mujeres masivamente a los mercados
de estudio y trabajo principalmente en las áreas urbanas, lo que retrasó la
edad de embarazo y limitó voluntariamente la cantidad de hijos y la destacada
producción agraria. Entre los factores que retrasaron y retrasan el retroceso
de estas tasas se destacan la desigualdad en los ingresos, la precariedad
laboral, el desempleo y como consecuencia de todo esto, la situación de pobreza
de un importante sector de la población.
T2 La mortalidad infantil
Es un indicador relevante del estado de una población debido a que
implica las condiciones de salud del recién nacido, relacionado, además, con
las condiciones en las que se encuentra la madre
Tasa de mortalidad infantil: relación entre la cantidad de niños menores
de un año que mueren cada mil nacidos vivos en un momento y lugar determinados.
En la Argentina,
esta tasa ha ido disminuyendo desde 1980 (33,2 ‰) hasta 2004 (14,4 ‰) (INDEC, www.indec.mecon.ar , junio de 2006), si
bien desde hace ya algunos años dicho decrecimiento se atenuó porque, por un
lado, se ha llegado a cierto umbral en el que resulta más difícil bajar dichas
cifras, y por el otro, confluyen la crisis económica de diciembre 2001 – enero
2002 y las condiciones estructurales de pobreza en parte de la población.
T2 Las pirámides
demográficas
Las pirámides demográficas son gráficos que se usan para interpretar la
estructura de una población a partir de dos variables: el género o sexo y los
grupos de edad o cohortes. Usualmente se adoptan rangos de 5 años para
determinar cada cohorte (0 a
4; 5 a 9; 10 a 14 años; etc.). Estos
gráficos sirven para analizar una sociedad de acuerdo con ciertos parámetros
como la natalidad, la mortalidad, la esperanza de vida, las migraciones, los
eventos extraordinarios (por ejemplo las guerras), etcétera, los que en
conjunto dan cuenta de cuál es el estado o nivel en el que se encuentra una
sociedad en un momento específico. Contar con pirámides demográficas de
distintas fechas para un mismo lugar facilita una interpretación visual del
desarrollo de dicha sociedad a través del tiempo, lo que permite, además, poder
hacer proyecciones.
Se reconocen tres tipos de pirámides que están ligadas a los tres
niveles de desarrollo estipulados, entre otros, por la Organización de las
Naciones Unidas (la aceptación de esta clasificación es discutible, tal como
quedó expresado en el módulo Geografía
Mundial Contemporánea): para un desarrollo bajo corresponde una pirámide expansiva, con elevadas tasas de
natalidad y mortalidad (incluso mortalidad infantil), fuerte reducción de
cohorte a cohorte y escasa esperanza de vida; a un desarrollo medio le
corresponde una pirámide estacionaria,
con intermedios valores de natalidad, mortalidad, mortalidad infantil y
esperanza de vida; la reducción entre cohortes es marcada, pero en menor medida
que la pirámide expansiva; las pirámides regresivas
corresponden a sociedades de desarrollo alto, con bajas tasas de natalidad,
mortalidad y mortalidad infantil, elevada esperanza de vida, poca reducción de
cohorte a cohorte, ensanchamiento en las cohortes de edades laborales, sobre
todo entre 20 y 39 años, debido a las inmigraciones por trabajo; a su vez en
este tipo de sociedades (y de pirámides) se observa un fuerte envejecimiento
demográfico, es decir una elevada proporción de población mayor a los 65 años
de edad respecto del total.
Esperanza de vida: indicador que mide lo que se espera que viva
una persona desde que nace, según las condiciones sociales en las que se halla
inmersa en el momento de su nacimiento.
El conjunto de indicadores utilizado para describir y analizar el estado
de una sociedad, puede resultar útil, pero es necesariamente incompleto y, mal
analizado puede derivar en simplificaciones e inexactitudes de una realidad que
sin dudas, es mucho más compleja. Para mencionar un ejemplo, según Naciones
Unidas, la Argentina
posee uno de los índices de escolaridad más altos del mundo (0.96 sobre un
máximo de 1, en el que se tienen en cuenta la matriculación primaria,
secundaria y terciaria y la alfabetización de adultos); sin embargo, la
realidad del estado de las aulas y de la infraestructura general de gran cantidad
de establecimientos educativos; de la cantidad y calidad de los aprendizajes;
del reconocimiento salarial y no salarial de los docentes; del rol de las
familias en dichos procesos de aprendizaje de los alumnos; de las diferencias
entre las jurisdicciones, entre muchas otras variables, es lo suficientemente
compleja como para ser acotada a un par de datos, significativos pero
insuficientes.
Los niveles de pobreza, de indigencia y de desigualdad social definen en
gran medida el modelo socioeconómico de un país. Cuado estos niveles son
elevados, quedan pocas dudas respecto del grado de desarrollo de la sociedad.
En la Argentina,
el Instituto Nacional de Estadística y Censos –INDEC-, elabora indicadores de
pobreza y de indigencia en relación con el concepto de Necesidades Básicas
Insatisfechas (NBI) y determina que los hogares con NBI son aquellos que
presentan al menos uno de los siguientes indicadores de privación: deficiencias
en hacinamiento, en vivienda, en las condiciones sanitarias, en cuanto a
asistencia escolar o en la capacidad de subsistencia (para ver en detalle esta
información se sugiere ingresar en la página www.indec.mecon.ar). De acuerdo con este
organismo, entre 1980 y 2001, la población con NBI decreció de 27.7 % a 17.7 %,
pero estas cifras continúan siendo muy elevadas.
T1 Argentina entre el desarrollo
y el subdesarrollo
Según qué indicadores o tópicos se tomen en cuenta, y de acuerdo a quién
realice esta tarea, se puede clasificar a la Argentina como un país
desarrollado o como un país subdesarrollado, e incluso, atendiendo a la citada
clasificación que adopta las Naciones Unidas, una sociedad de desarrollo
intermedio.
a. Los indicadores del desarrollo: El sostenido descenso de las tasas de mortalidad y
mortalidad infantil, el elevado porcentaje de población adulta alfabetizada, un
PBI per cápita relativamente alto, el consiguiente IDH también elevado, el
incremento de la población ocupada en el sector terciario de la economía, el
ingreso masivo de capitales por exportaciones desde el 2002 en adelante y la
mejora en la provisión de algunos servicios desde la década de 1990, demuestran
un carácter socioeconómico que acerca más a la clasificación de país
desarrollado.
b. Los indicadores del subdesarrollo: El elevado nivel de desempleo y precariedad laboral,
los altos índices de pobreza y de indigencia, la desigualdad de los ingresos y
por lo tanto de los niveles de vida, el lento retroceso de la tasa de
natalidad, el lugar ocupado por la producción primaria en la economía nacional
y su consecuente posicionamiento en la economía mundial como proveedor de
materias primas, la insatisfacción de las necesidades básicas de salud,
vivienda, alimentación, educación, vestimenta y servicios de una importante
parte de la población, la extrema dificultad o imposibilidad del pago de gran
parte de la deuda pública externa, la dependencia tecnoeconómica del exterior,
la escasa protección ambiental y la citada deficiente provisión de servicios,
tornan a nuestra sociedad vulnerable y por ello, demuestra un carácter
marcadamente subdesarrollado.
T3 Otros indicadores de
subdesarrollo
Otro indicador de subdesarrollo, si bien indirecto, tiene que ver con La
percepción de corrupción política y dirigencial. En el Informe de Desarrollo
Humano de la PNUD
(op. cit., 2005), a partir de preguntas a la población, se señala que el 34 %
de los encuestados sostiene que son los políticos y dirigentes los responsables
de la situación en la que se encuentra la Argentina, relegando a un segundo lugar (con el
26 %) a la sociedad en su conjunto (sobre un total superior al 100 % pues se
aceptaban respuestas múltiples); en el mismo informe, el 68 % demostró un apego
a la ley entre ambivalente y débil. Por otra parte, en relación con la
confianza en las instituciones, tan sólo el 6 % dijo tener algo o mucha
confianza en los partidos políticos así como en los sindicatos y apenas el 19 %
confía en el Poder Judicial. Entre los que tienen mejor imagen porque
contribuyen mucho al país se destacan los docentes (40 %), ganaderos y
agricultores (38 %), intelectuales y científicos (37 %), y como contrapartida,
quienes recibieron menor cantidad de votos fueron los sindicalistas (2 %), los
piqueteros (3 %), los políticos (4 %) y los jueces (6 %). Organización de las
Naciones Unidas, UNDP, Informe de Desarrollo Humano 2005. Argentina después de
la crisis. Un tiempo de oportunidades, 2005.
Por último, desde aquí se sostiene que un país no puede ser sino
subdesarrollado cuando la brecha entre los que más y los que menos ganan es
grande y crece. Para medir esta brecha se utiliza el Índice de Gini (. Por lo
general, los países desarrollados poseen índice de Gini bajo y los
subdesarrollados, bastante más elevado. Según el Informe de Desarrollo Humano
de Naciones Unidas (www.undp.org/spanish/
Informe de Desarrollo Humano 2005, julio de 2006) las áreas del planeta que
presentan mayor nivel de desigualdad son América latina y África Subsahariana y
en el mismo informe (p. 61) se sostiene que aquellos países que poseen
coeficientes de Gini superiores a 50 “pueden considerarse en la categoría de
alta desigualdad”; la
Argentina, siempre según el informe citado, tiene un índice
de Gini de 52.2, casi 15 puntos por debajo del promedio mundial ( de 67). Estas
cifras expresan la vulnerabilidad de una gran proporción de la población.
Índice de Gini: es una medida que se utiliza para medir y
conocer la desigualdad de los ingresos de una población determinada, se mide
entre 0 y 100, correspondiendo mayor número a una mayor desigualdad. Tanto el 0
como el 100 corresponden a niveles teóricos, pues 0 representa una perfecta
igualdad y 100 una desigualdad total en la que una persona tiene todos los
ingresos).
TU Unidad 5: El espacio rural argentino
T1 Introducción
Históricamente, nuestro país, como el resto de América Latina, se
insertó en el mercado internacional como productor y exportador de materias
primas, principalmente de productos de las actividades agrarias, y manufacturas
de origen agropecuario (MOA), proceso que se agudizó durante el modelo
agroexportador de finales del siglo XIX y principios del XX.
A pesar de los intentos de industrialización de las décadas de 1930 a 1960 (Unidad 3), la Argentina se posicionó
como un importante productor de carnes, cereales y oleaginosas. Esta tendencia
se volvió a agudizar en la presente década, sobre todo a partir de la
devaluación de la moneda nacional y el consiguiente abaratamiento de los costos
de producción.
Como se vio anteriormente (Unidad 4), en un país tan desigual como la Argentina, el espacio
rural reproduce y a la vez refuerza la dualidad desarrollo – subdesarrollo a
partir de la brecha entre los productores que obtienen grandes ganancias y
aquellos que sólo pueden producir para su subsistencia, es decir, que no
producen excedentes para colocar en el mercado. Entre unos y otros existe un
abismo tecnológico y por ende, de productividad y de ganancias.
Definición
Productividad: producción obtenida por unidad de
superficie y/o de tiempo.
Durante el siglo XX, con la incorporación de tecnologías en los campos y
la concentración de las tierras en pocas manos, gran cantidad de población de
las áreas rurales se trasladó a las áreas urbanas, que podían ofrecer nuevas
oportunidades laborales, además de constituir áreas de servicios educativos,
sanitarios, recreativos y habitacionales, entre otros. A este proceso de
traslado masivo desde las áreas rurales a las urbanas se lo conoce como éxodo rural, que generó tanto crecimiento urbano como proceso de urbanización (Unidad 6).
Cuadro
Población
|
1895
|
1914
|
1947
|
1960
|
1970
|
1980
|
1990
|
2001
|
Rural
|
37.4
|
52.7
|
62.2
|
72.0
|
79.0
|
82.8
|
88.4
|
89.3
|
Urbana
|
62.6
|
47.3
|
37.8
|
28.0
|
21.0
|
17.2
|
11.6
|
10.7
|
Si bien las actividades rurales más importantes en nuestro país por su
peso económico son las agrarias o agropecuarias, es decir las agrícolas y
las ganaderas, en el territorio nacional también se desarrollan las restantes
actividades rurales comerciales, como la actividad
forestal, la pesca continental y
marítima y la minería de metales,
no-metales, rocas de aplicación y combustibles como el petróleo y gas.
T1 Las actividades agrarias
Aunque históricamente nuestros campos produjeron predominantemente la
trilogía trigo – maíz – carnes, y en menor medida girasol, algodón y otros
productos, la incorporación de una oleaginosa, la soja, hacia mediados de la
década de 1970 y principios de la de 1980, cambió radicalmente el paisaje
agrario no sólo del área pampeana, sino también de otras zonas del país, donde
cada año se incorporan más territorios a la producción de este cultivo,
reconvirtiendo a la
Argentina en un país soja-dependiente, tanto ecológica como
económicamente.
En general, por las características capitalistas de los procesos
productivos implicados (de avanzada o de atraso), suele dividirse a la economía
agraria argentina, y por lo tanto, a su territorio, en pampeana y extrapampeana.
El área pampeana, que concentra la principal producción primaria y secundaria o
industrial del país, se extiende principalmente en las provincias de Buenos
Aires, Santa Fe y Córdoba, aunque también se pueden incluir aquí La Pampa y Entre Ríos. El área
extrapampeana, en consecuencia, está abarcada por el resto del territorio
nacional.
Las diferencias tecnológicas, productivas, económicas y laborales entre
una y otra área, son similares, salvo excepciones, a las establecidas para las
áreas desarrolladas y subdesarrolladas.
T1 El área pampeana
La producción agraria pampeana, si bien es diversificada en una gran
cantidad de productos agrícolas y ganaderos, concentra la mayor cantidad de tierras
y de ganancias en pocos cereales y oleaginosas y escasos tipos de ganado. Entre
los cereales se destacan el maíz y
el trigo; entre las oleaginosas, la
soja y el girasol y entre el ganado,
la producción lechera y de carne vacuna.
El área pampeana, históricamente fue el escenario de la producción
cerealera argentina, que en épocas del período agroexportador dio a la Argentina el mote de
“granero del mundo”. Esta idea de inagotabilidad de la superficie sembrada y
cosechada y de la fertilidad de los suelos fue posteriormente muy cuestionada,
principalmente a partir de los procesos erosivos del viento y del agua y de la
contaminación de aguas y suelos por la creciente incorporación de sustancias
químicas en la producción.
Esta área presenta, además de condiciones ambientales (de clima y
suelos) bastante cercanas a las óptimas, una marcada incorporación tecnológica
en sus distintas producciones, por lo que tiene muy altos rendimientos. Dichos
rendimientos, entonces, están ligados a un conjunto de variables naturales y
sociales, como la escasez, suficiencia o abundancia de precipitaciones, la
cantidad de días con heladas, la fertilidad de los suelos, la posibilidad de
aplicar los paquetes tecnológicos (para este concepto, ver página siguiente),
la oscilación de los precios internacionales de las materias primas y sus
derivados (MOA), entre otros. De esta posibilidad de obtener elevados
rendimientos, y por ello, maximizar las ganancias, cada productor o conjunto de
ellos, elige qué cultivos sembrar, qué ganado criar o rotar cultivos con
ganado.
Los crecientes precios internacionales de la soja, la posibilidad de aplicar paquetes tecnológicos ligados a
este cultivo, los altos rendimientos obtenidos, la adaptación de esta
oleaginosa a diferentes condiciones climáticas y edáficas (de suelos), el
descenso de los precios de otros cultivos o de los derivados del ganado y el
creciente conocimiento en el manejo de este cultivo, han propiciado una gran
transformación del área rural pampeana, proceso conocido como sojización, incluso en las áreas más
fértiles destinadas originalmente a trigo y maíz, como el Núcleo Maicero
pampeano (Sur de Santa Fe y de Córdoba y Norte de Buenos Aires), que en la
actualidad es más un núcleo sojero por la cantidad de hectáreas sembradas como
por las toneladas cosechadas. Esta sojización viene acompañada, en los últimos
años, de una disminución de la superficie sembrada con trigo y maíz (16.8 y 6.5
% inferior a la campaña anterior, respectivamente), los otros principales
cultivos argentinos.
TABLA:
Cultivos de los principales
cereales y oleaginosas en el país, campaña 2005-2006
|
Miles de hectáreas
|
Miles de toneladas
|
Soja
|
15.329
|
40.500
|
Trigo
|
5.210
|
12.500
|
Maíz
|
3.180
|
14.500
|
Girasol
|
2.260
|
3.800
|
Avena
|
1.023
|
227
|
El paquete tecnológico: Se denomina paquete tecnológico al conjunto
de semillas mejoradas (resistentes a heladas, a sequías, etc.), agroquímicos
(herbicidas selectivos, fertilizantes, plaguicidas, fungicidas, etcétera),
maquinarias y riego artificial aplicados conjuntamente a la producción de uno o
más cultivos. Presenta ventajas y desventajas: entre las primeras, torna más
previsible y más rentable la producción; entre las segundas, genera dependencia
tecnológica y muchas veces endeudamiento para seguir aplicándolo, pues una vez
instalado resulta muy difícil –por lo costoso- salir de él, tanto para cambiar
de cultivo (en este caso debería aplicarse otro paquete), como para cambiar
cada subproducto de dicho paquete, pues por ejemplo, un herbicida selectivo
sirve para determinada semilla mejorada con la que se vende en conjunto y no
para otra; además, reduce la diversidad biológica al imponer una sola o muy
escasas variedades de cada cultivo.
Algunos cultivos importantes que se desarrollan en esta área, además de
los mencionados trigo, maíz, soja y girasol, son lino, sorgo, maní, cebada
cervecera y forrajera (es decir, de alimento para el ganado), alpiste, colza,
centeno y mijo.
El área pampeana, núcleo agrícola de la Argentina, es también la principal
zona de cría de ganado,
principalmente vacuno o bovino, porcino, ovino y equino, aunque también son muy
importantes la avicultura, apicultura, cunicultura y otras.
En relación con el ganado bovino se producen principalmente carnes y
leche. Para el año 2005 se faenaron más de 14 millones de cabezas vacunas y se
produjeron más de 3 millones de toneladas de carne con y sin hueso.
Faena: carneado de reses.
En ese mismo año, se produjeron cerca de 10.000 millones de litros de
leche destinados en ambos casos tanto al mercado interno como al externo. Sin
embargo, a pesar de la fuerte producción de este ganado en el área, la
competencia de los cultivos, sobre todo de la soja, hizo que esta actividad
perdiera durante los últimos años extensiones de tierra destinadas ahora a la
agricultura, así como también tambos y rodeos (www.sagpya.mecon.gov.ar). De todos
modos, la incorporación de tecnologías (maquinarias y conocimientos) permitió
un cambio en las formas de producción de los bovinos de carne, desplazando en
algunas partes la producción a campo, por la producción en feedlot, donde el ganado se desplaza poco y se suprimen o limitan
las pasturas y aguadas naturales por alimento balanceado y forrajes secos y
bebederos. Este proceso permite un aumento de productividad logrando mayor
cantidad de carne en menor superficie. En relación con las áreas de producción,
en la provincia de Buenos Aires, la actividad ganadera para faena se desarrolla
fundamentalmente en la cuenca del río Salado (actividad de cría de terneros) y
en el Oeste (invernada o engorde) y la ganadería destinada a lácteos (tambos),
se desarrolla en campos con mejores suelos y más cercanos a las áreas de
consumo interno.
También son importantes en esta área los ganados equino, tanto para
faena como para actividades deportivas, para las que los equinos argentinos
tienen una importante demanda externa; porcino, destinado fundamentalmente a la
faena, ovino en menor medida, debido al desplazamiento de este ganado a la Patagonia, criado sobre
todo para la producción de lanas, y otros animales como conejos (cunicultura),
aves de corral (avicultura: pollos, pavos, etc.) y abejas (apicultura), para la
importante producción de miel que se destina al mercado internacional, en el
que Argentina ocupa el 3º lugar como país exportador de este producto.
En el caso de la carne de caballo y de vacunos, la Argentina ocupa
actualmente el 2º y 3º lugar respectivamente, como exportador a escala mundial
(www.fao.org/es, 08/09/06).
Por último, cabe destacar que, si bien en menor
medida que en la actividad agrícola, la ganadería pampeana presenta una
importante introducción de nuevas tecnologías, como la inseminación artificial,
el clonado, la fertilización “in vitro”, etcétera
La fiebre aftosa en la Argentina
Durante mucho tiempo la ganadería argentina ha tenido –y aún tiene- que
convivir con una enfermedad del ganado vacuno: la fiebre aftosa. Esta se
caracteriza por la aparición de pequeñas úlceras en boca y pezuñas y provoca
graves perjuicios en la economía ganadera. Es una enfermedad contra la que
existe vacunación y, como es transmisible fácilmente de animal a animal, cuando
aparece un brote en algún rodeo, suele utilizarse el denominado “rifle
sanitario” para evitar el contagio. En la actualidad algunos países aceptan
comprar carne de rodeos libres de aftosa con vacunación, pero en general los
países desarrollados que importan carnes y derivados sólo lo hacen de países
que tengan certificado de ‘libres de aftosa sin vacunación’, es decir, en los
que ya hay ausencia de la enfermedad durante un lapso prolongado a partir de la
vacunación de las reses y por lo tanto, son rodeos que no necesitan vacunación
y por ende, se los considera de mejor calidad.
T1 El área extrapampeanas
Contrastando con el área pampeana, la extrapampeana, que abarca el resto
del territorio argentino, presenta en general, características de atraso
productivo, menor inserción en el mercado internacional, escasa inversión
tecnológica y una fuerte brecha entre grandes y pequeños productores, estos
últimos con desarrollo de actividades primarias rudimentarias, muchas veces
ligadas a la subsistencia del núcleo familiar o con pequeños excedentes para
colocar en el mercado local debido a las pequeñas dimensiones de las tierras y
al atraso tecnológico, por lo que sus rendimientos son muy bajos. Estos
pequeños productores, muchas veces minifundistas, contrastan con las grandes
empresas agrarias que acaparan la mayor parte de las producciones regionales,
pues poseen capitales que se plasman en las dimensiones y calidad de las
tierras productivas y en gran medida participan de todo o gran parte del
proceso productivo, desde la industrialización del producto primario hasta su
distribución e incluso su comercialización.
Según las características ecosistémicas y agroproductivas, en cada zona
del territorio extrapampeano se desarrollan diferentes tipos de cultivo y de
ganado. Sin embargo, durante las últimas décadas se viene produciendo un
proceso de pampeanización
consistente en traspasar los productos y técnicas del área pampeana a la
extrapampeana, muchas veces sin tener en cuenta las particularidades tanto del
ecosistema como de las características socioculturales y productivas de cada
región y de las mismas tecnologías que fueron producidas para un tipo de
ambiente específico.
Entre las economías extrapampeanas (llamadas también economías regionales) más destacadas se
encuentran la de la vid y frutales en Cuyo (Mendoza, San Juan, La Rioja), de pimientos,
cítricos, caña de azúcar y tabaco en el Noroeste (Jujuy, Tucumán, Salta), de
algodón, tabaco, yerba mate y té en el Noreste, de ganado ovino en la Patagonia (Chubut, Río
Negro, Santa Cruz, Tierra del Fuego), de frutales en el Alto Valle del Río
Negro, de los oasis de regadío en las sierras pampeanas para producción de
vinos, aceitunas y frutos secos (nueces, almendras, etc.), entre otros. Hay
también nuevos circuitos productivos en algunas áreas del país, ligados a la demanda
internacional de productos como las frutas finas (grosellas, arándanos, moras,
etc.) que se desarrollan en el sur cordillerano argentino.
Algunas de estas economías regionales tradicionales han tenido un fuerte
crecimiento en las últimas dos décadas debido a los cambios en los patrones
culturales, como por ejemplo los ligados al consumo de vino varietal (al menos
80 % de una variedad de uva, como cabernet sauvignon, malbec, merlot, syrah,
etc.) de mayor calidad, y a la incorporación de tecnologías que posibilitaron
reducir costos, aumentar rendimientos y volver más previsible el ciclo
productivo; otras economías regionales se han visto perjudicadas por diferentes
motivos, entre ellos por el atraso tecnológico, por la fuerte competencia con
economías externas, por la aparición y consolidación de nuevos productos (telas
sintéticas que provocaron una reducción de la demanda del algodón, productos
edulcorantes que compiten con el azúcar, entre otros), etcétera.
En algunas áreas, estas economías regionales conforman verdaderos enclaves, puesto que en el lugar en el
que se instalan demandan escasa mano de obra, consumen también escasos recursos
y se integran muy parcialmente al sistema productivo regional. Por otra parte,
el crecimiento de las grandes empresas agroindustriales genera en el área de
producción una fuerte reducción en las ganancias de los productores primarios
que proveen la materia prima y a veces también tienden a deprimir los salarios
de sus trabajadores con el afán de maximizar sus ganancias.
Definición
Empresas agroindustriales: son aquellas que participan de todas o casi
todas las etapas del circuito productivo, desde la producción primaria y
secundaria o industrial hasta la distribución y la comercialización del
producto.
T1 Problemas socioeconómicos y
ambientales en las áreas agrarias (a modo de síntesis)
Si bien por un lado nuestro país tiene un perfil netamente agrario o
agropecuario, no tanto por la cantidad de gente que trabaja en este sector (que
es muy poca comparativamente con la que lo hace en los sectores de la
industria, los servicios y el comercio) sino por los volúmenes de
comercialización e ingreso de divisas, históricamente y en la actualidad sufre
problemas coyunturales y estructurales de difícil solución tanto en el plano
económico, como en el social y el ambiental.
Entre los problemas más importantes que atraviesan las áreas rurales se
pueden mencionar:
- la
explotación de la mano de obra, principalmente de la temporaria o
golondrina, sobre todo en la zafra (cosecha de productos subtropicales o
tropicales), en la que se contrata mano de obra procedente muchas veces de
otras áreas del país, hombres, mujeres y niños que ofrecen su trabajo a
cambio de salarios muy bajos;
- la
creciente importancia de los ‘pools de siembra’, es decir de empresas que
arriendan campos por una o dos cosechas para obtener rápidos ingresos sin
importar el manejo sostenible de los recursos; algo similar ocurre muchas
veces con los contratos de arrendamiento en los que no se exige la
reposición de los recursos (principalmente suelos y aguas) cuando finaliza
el período de contrato, lo que conlleva una pérdida continua y reciente de
la fertilidad de los suelos (Morello, J; Marchetti, B.; Rodríguez, A;
Nussbaum, A., El ajuste estructural argentino y los cuatro jinetes del
Apocalipsis ambiental, CBC-CEA, Universidad de Buenos Aires, 1997);
- la
incorporación de tecnologías (como las cosechadoras) que reemplazan al
trabajo humano, que debe migrar hacia las zonas marginales de las áreas
urbanas; a este proceso se lo denomina ‘éxodo rural’;
- el sistema
de doble cultivo sin barbecho, es decir producir dos cultivos de manera
continuada (puede ser trigo sobre soja, soja sobre soja, etcétera), que
impide el descanso de los suelos, a los que se debe agregar cada vez más
productos químicos con el fin de reemplazar dicha ausencia de barbecho.
Además, este doble cultivo suele practicarse sin rotación entre ciclos
agrícolas (reemplazo de un cultivo por otro con características
diferentes) y sin rotación con ganadería, que aporte fertilidad con sus
deyecciones;
- la práctica
sistemática de uno o dos cultivos con altos precios en el mercado internacional,
como el caso de la soja en gran parte del territorio argentino, que lleva
a una pérdida de nutrientes en el suelo, los que se deben reponer mediante
químicos;
- el proceso
erosivo, tanto por las aguas como por el viento, debido a prácticas
inadecuadas, como las mencionadas arriba además de las labranzas
profundas, el desmonte, etcétera; tanto la voladura de los suelos por
acción del viento como su lavado por la acción de las aguas traen
aparejada una importante pérdida de la capa fértil del suelo, es decir de
su horizonte superficial;
- la
contaminación de suelos y cuerpos de agua por la enorme incorporación de
fertilizantes y herbicidas químicos;
- la pérdida
o al menos el reemplazo de la diversidad biológica de los ecosistemas
originales; este proceso recibe el nombre de “corrimiento de la frontera
agropecuaria” que consiste en avanzar sobre ecosistemas originales, en
general, bosques y selvas nativos en el área extrapampeana y pastizales en
el área pampeana, para implantar en el lugar cultivos o ganado, con el
consiguiente deterioro o empobrecimiento del ecosistema; este problema es
particularmente acuciante en el Norte argentino, donde los bosques nativos
han sufrido fuertes degradaciones y en algunos casos su extinción;
- la ausencia
de políticas estatales en relación con la concentración de tierras
agrarias, que deriva en manejos oligopólicos de la producción; además,
nuestro país no cuenta con legislación adecuada para evitar la
extranjerización de tierras, por lo que en grandes extensiones del territorio
nacional, capitales extranjeros han comprado tierras a precios
internacionales muy bajos debido a la depreciación de nuestra moneda;
- el
endeudamiento de los productores pequeños y medianos (y veces incluso de
los grandes) con el fin de incorporar el paquete tecnológico, es decir,
las maquinarias, las semillas mejoradas y otros avances ligados a la
biotecnología, los fertilizantes químicos, los herbicidas selectivos e
incluso, los sistemas de riego;
- la
dependencia tecnológica respecto de las empresas transnacionales y estados
productores de dicho paquete tecnológico que vuelven muy difícil, costoso
y riesgoso el cambio productivo por lo que se genera la mencionada
dependencia;
- las sequías
recurrentes en algunas áreas del país, como el Chaco occidental, y la
ausencia o precariedad de sistemas de riego, además de la escasez o
ausencia de políticas provinciales y nacionales a mediano y largo plazo en
este tema;
- las
inundaciones también recurrentes en las cuencas de los ríos Salado de
Buenos Aires, Quinto, Salado del Norte, Carcarañá, etc.;
- la
salinización de los suelos en áreas predominantemente áridas y semiáridas
donde se practica agricultura de riego (en oasis), sobre todo en el Oeste
argentino;
- la falta o
escasez de obras de infraestructura como caminos, vías férreas, canales
para regulación de las cuencas hídricas, etcétera y su posterior
mantenimiento;
- el
sobrepastoreo y sobrepisoteo del ganado por la sobrecarga animal, que
originan la compactación de los suelos, favoreciendo los procesos de inundación
y pérdida de fertilidad; tal como ocurriera en la Patagonia
mesetaria, que sufrió la introducción de millones de ovejas superando la
capacidad de carga animal del ecosistema, por lo que se generó un
irreversible proceso de desertificación de los suelos;
- los
deficientes mecanismos de acceso a créditos entre los pequeños y medianos
productores agrarios y la escasez de políticas oficiales en el acceso a
tecnologías (maquinaria, conocimientos);
- las
restricciones de los mercados internacionales por políticas
proteccionistas y la depresión de los precios internacionales de muchas
materias primas, lo que se suma a veces al aumento de los precios
internacionales de los paquetes tecnológicos;
T1 La actividad forestal
En el territorio argentino se explotan especies nativas (ver Unidad 2) y
especies exóticas como el eucaliptos, álamo y pino (Pinus elliotis), principalmente. La actividad forestal contempla la
deforestación, forestación y reforestación de especies arbóreas u arbustivas.
El proceso de explotación es tan variado como el del tipo de productor que la
realiza. Los pequeños productores suelen realizar el desmonte a mano (hacha) y
con volúmenes significativamente bajos por productor. Los medianos y grandes
productores utilizan motosierras y sistemas de recolección más avanzados, por
lo que pueden extraer mayores volúmenes.
Las principales áreas de producción forestal son las selvas del Norte
argentino (tucumano-oranense o yunga y misionera), el delta del río Paraná y el
bosque del Sur cordillerano argentino. Las provincias que en la actualidad
poseen mayor cantidad de superficie forestal cultivada son Misiones y
Corrientes (en conjunto, 64 % del total) (www.sagpya.mecon.gov.ar).
Entre los productos obtenidos a partir de esta actividad se encuentran
la pasta celulosa, rollizos (tronco sin la corteza), tableros de madera,
muebles, papeles y cartones, madera aserrada, etcétera.
T1 La actividad minera
La
Argentina
produce minerales metalíferos (oro, plata, cobre, cinc, hierro, etc.) y no
metalíferos (sal, yeso, etc.), además de rocas de aplicación (arena, caliza,
canto rodado, granito, etc.) y combustibles (petróleo, gas natural, carbón)
tanto para el mercado externo como para el interno. Desde hace más de una década,
empresas extranjeras se han interesado por los recursos minerales del
territorio nacional, tanto del suelo como del subsuelo, por lo que se ha
producido una importante extranjerización de esta actividad, como su puede
observar en el caso de la venta de YPF al grupo Repsol o en la explotación de
las minas cuproauríferas de Esquel, en Chubut y Catamarca (Bajo de Alumbrera).
T1 La actividad pesquera
La principal fuente de riqueza ictícola es el mar Argentino, aunque
también se practica esta actividad en ríos, lagos y lagunas.
En el mar Argentino se pescan merluzas (la merluza hubbsi representa más
del 42 % del total de capturas del país), calamares (el calamar illex, 24.3 %),
polacas, langostinos, corvinas, etcétera.
Muchas veces, debido a que los volúmenes de pesca superan la tasa de
reposición de la especie, comienza una notable disminución de la cantidad de
individuos, sobre todo en las dos principales especies capturadas, por lo que
el Estado debe decretar un período de veda o prohibición parcial o total para
la pesca de dichas especies.
La sobrepesca en el mar Argentino, sobre todo en época de veda, es uno
de los problemas más graves tanto para la economía en ese rubro como para el
ambiente. En la última década se han registrado una gran cantidad de buques que
pescan ilegalmente en nuestro mar, tanto de bandera argentina como de muchos
otros países.
TU Unidad 6: El espacio urbano en
la Argentina
“Por primera vez en la historia,
en 2007 la población urbana del planeta habrá de superar a la población rural.
Espectáculo único: nuestra generación es testigo de una mutación del eje en
torno al cual gira nuestra existencia. La ciudad se ha impuesto
definitivamente. No obstante, esa victoria es de algún modo engañosa porque, en
contra de lo que antes se creía, las ciudades ya no serían el centro utópico de
la igualdad, sino el centro real de la desigualdad.”
Cita: Natalio Botana, Las ciudades de la miseria, en ã La Nación, 25 de junio de 2006.
T1 ¿Qué son los espacios urbanos
en la Argentina?
Si bien existen diferentes criterios para definir cuándo un espacio es
urbano o no lo es, como la continuidad del amanzanamiento, la densidad de
edificación, las actividades económicas predominantes, los usos del suelo y los
límites jurisdiccionales, entre otros, el Instituto Nacional de Estadística y
Censos (INDEC) lo define como toda aglomeración que contiene al menos 2.000
habitantes.
Estos aglomerados cumplen diversas funciones, que varían fuertemente
según el tamaño del núcleo urbano y también de acuerdo con la actividad
económica que predomine en cada momento histórico y en cada lugar. De esta
manera, así como las múltiples y complejas funciones que cumplen Buenos Aires,
Rosario o Córdoba son muy diferentes a las que puede cumplir Casilda en Santa
Fe o Maquinchao en Río Negro, también dos núcleos urbanos de similar tamaño
cumplen diferentes funciones de acuerdo con el predominio de la actividad que
allí se desarrolle, por ejemplo agrícola, minera o turística. Las funciones más
comunes de los núcleos urbanos de la Argentina son: residencial, económico,
político-administrativo, militar, financiero, recreativo e industrial.
En el transcurso de poco más de un siglo, desde 1895 hasta 2001, segundo
y anteúltimo censos nacionales de población respectivamente, la población urbana
ha ido aumentando a medida que la población rural fue decreciendo, dándose así
además de un importante crecimiento
urbano, un fuerte proceso de urbanización.
Definición
Crecimiento urbano: aumento del número de habitantes que vive
en áreas urbanas.
Proceso de urbanización: crecimiento de la proporción de la población
urbana en detrimento de la población rural, cuyo porcentaje decrece.
Nuestro país cuenta en la actualidad con una gran cantidad de núcleos
urbanos distribuidos irregularmente en el territorio, de muy diferentes tamaños
físicos, cantidades de población, así como de funciones sociales y económicas.
T1 Formación de las ciudades
argentinas
El sistema urbano argentino
se fue conformando a través del tiempo en función de los intereses económicos y
políticos internos y externos. En general, los sistemas de transporte y las
actividades económicas predominantes fueron dando origen a estos núcleos
urbanos. El período colonial, con las necesidades de la metrópoli, generó la
creación y crecimiento de algunas ciudades (como se vio en la Unidad 3) importantes como
Santiago del Estero, Santa Fe, Córdoba, Buenos Aires, Corrientes, San Juan, San
Luis, Mendoza, San Miguel de Tucumán y San Fernando del Valle de Catamarca,
entre otras. El final del período colonial, reconocido en el Virreinato del Río
de la Plata,
terminó de consolidar el papel de primacía de la ciudad de Buenos Aires, debido
a su puerto utilizado para exportar.
Más tarde, el siglo XIX fue
testigo del surgimiento de numerosos pueblos y ciudades debido al intento de
consolidación del territorio nacional con el corrimiento de la frontera
indígena y la construcción del sistema ferroviario. Así surgieron estos núcleos
de concentración de población en las líneas de avanzada para despojar a los
indígenas de sus territorios, con fuertes y fortines para defensa del
territorio anexado y de sus recursos ganaderos y en menor medida agrícolas (por
ejemplo, las ciudades bonaerenses Tandil, Olavarría, Trenque Lauquen, Rauch,
etc.) y en las estaciones de carga de los productos agrarios en las diferentes
líneas ferroviarias que desde el interior se dirigían (y se dirigen) casi sin
excepción hacia la ciudad de Buenos Aires.
En la segunda mitad del siglo
XIX se fundan ciudades destinadas originariamente como residencias de las
colonias agrícolas y ganaderas surgidas allí, tal como fue el caso de
Esperanza, en la provincia de Santa Fe o de Esquel y Trevelin, en la provincia
de Chubut.
Durante fines del siglo XIX y
el siglo XX la radicación de industrias y de empresas dedicadas a la actividad
minera, con su consiguiente efecto en la demanda de mano de obra, también dio
origen o favoreció el crecimiento de pueblos y ciudades, como el caso de
Palpalá a partir de la siderurgia Altos Hornos Zapla (luego Aceros Zapla) en la
provincia de Jujuy o de Río Turbio, en la provincia de Santa Cruz, con la
instalación de la estatal Yacimientos Carboníferos Fiscales (YCF).
Otro factor de surgimiento y,
sobre todo, de crecimiento de estos núcleos durante el siglo XX, fue la
actividad turística, hecho comprobable en la franja costera de la provincia de
Buenos Aires y en parte de la
Patagonia andina argentina.
También las bases militares
han fomentado el asentamiento demográfico posterior, como en el caso de Junín
de los Andes, en la provincia de Neuquén, que más tarde creció debido a la
actividad turística.
Muchos de estos núcleos
urbanos continuaron creciendo gracias al desarrollo de alguna o algunas
actividades económicas, sobre todo aquellas ligadas a la producción agrícola y
ganadera; también crecieron aquellas que se vieron favorecidas por la
instalación de una gran industria, como Olavarría, en la provincia de Buenos
Aires, con la producción de cemento o de Ushuaia, en la provincia de Tierra del
Fuego, con la radicación de maquilas (industrias armadoras) ligadas a la
industria electrónica. Las funciones principales que asumen algunas ciudades
pueden ir variando con el tiempo, como ocurrió con Ushuaia, cuya vida giró en
torno a la cárcel, luego a las maquilas y más tarde al turismo o con Esquel,
originalmente asiento de la vida agrícola y pastoril, luego como base militar y
finalmente también como centro turístico.
En el caso opuesto, algunos
otros asentamientos han decaído con el transcurso del tiempo, tendiendo a disminuir
su población como sus actividades económicas, hasta llegar en algunos casos a
convertirse en pueblos casi abandonados, como ocurriera con aquellos cuyas
economías dependían fuertemente del ferrocarril y con la supresión de ramales
considerados poco rentables durante las décadas de 1980 y sobre todo de 1990,
han mermado sus producciones por imposibilidad de transportar sus productos con
bajos costos. En este sentido, hay pueblos que tienen crecimiento escaso o
nulo, otros que están en grave riesgo de desaparecer y otros que ya no existen,
según el último censo nacional de población.
T1 Macrocefalia urbana
Los sucesivos modelos
económicos impuestos desde las burguesías nacionales ligadas a las clases
terratenientes y al poder político, y desde los centros de poder externos,
configuraron un modelo territorial particular caracterizado por la denominada
macrocefalia urbana, es decir por el claro predominio económico y demográfico
de una ciudad sobre las restantes. Así puede observarse hoy que el Área
Metropolitana de Buenos Aires tiene alrededor de doce millones de habitantes
mientras que las segundas en orden decreciente, Córdoba en la provincia
homónima y Rosario en la provincia de Santa Fe, tienen cada una un décimo de
esa cantidad.
Definición
Área
Metropolitana de Buenos Aires – AMBA-: aglomeración formada por la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires y los partidos o municipios que en conjunto conforman el Conurbano
Bonaerense, entre ellos Tres de Febrero, San Martín, Avellaneda, Quilmas, San
Isidro, San Fernando, Malvinas Argentinas, etc. Según el INDEC, AMBA es
sinónimo de Gran Buenos Aires –GBA-.
Algún intento de reducir esa
macrocefalia ocurrió en la década de 1980, cuando se proyectó trasladar la
capital del Estado a Viedma en la provincia de Río Negro, con el objetivo doble
de fomentar el poblamiento de la
Patagonia y de restringir el acceso de migrantes internos y
externos al AMBA. El intento fue similar al realizado en Brasil cuando se
trasladó la capital desde Río de Janeiro a Brasilia sin el éxito esperado, pero
en la Argentina
nunca se llevó a cabo.
Esta macrocefalia dada por
razones históricas y recientes de concentración de riquezas y poder político,
también generó graves consecuencias sobre el espacio urbano, entre ellas: la
alta contaminación por radicación industrial; el tránsito caótico, el surgimiento
de áreas muy degradadas; el surgimiento también de barrios privados, escindidos
del resto de la ciudad; la contaminación sonora y visual; la carencia de
espacios verdes como parques y plazas, etc.
En las restantes provincias también se reproduce esta jerarquización del
entramado urbano; en la mayoría, la ciudad capital –u otra- concentra gran
parte de la población total de esa jurisdicción, como ocurre en la ciudad de
Mendoza respecto de la provincia homónima, o en Salta, San Juan, Neuquén, etc.;
en algunos casos, son dos las ciudades que han crecido hasta concentrar casi la
totalidad de la población de la provincia en la que se encuentran, tal como
ocurre en Tierra del Fuego con Ushuaia y Río Grande.
T1 La segregación del espacio urbano (desigualdad)
Las grandes ciudades latinoamericanas como San Pablo (Brasil), Río de
Janeiro (Brasil), Santiago de Chile, Bogotá (Colombia) y Caracas (Venezuela), y
en Argentina Buenos Aires, Rosario y Córdoba con sus respectivas áreas
metropolitanas, han crecido fuertemente desde fines del siglo XIX, pero sobre
todo entre las décadas industrializadoras de 1930 a 1970, generando en
muchos casos gigantismo urbano
acompañado por situaciones de masivos asentamientos precarios, obsolescencia de
la infraestructura urbana, tránsito vehicular caótico y contaminación de los
recursos agua, aire y suelo.
Durante las dos décadas posteriores, la introducción del modelo
neoliberal en la Argentina
como en el resto de Latinoamérica (con puntuales excepciones) favoreció la
consolidación de estas características al remarcar cada vez de manera más
acuciante la brecha entre las clases que más y que menos poseían. La desigualdad
creciente en los ingresos de la población tuvo su correlato evidente en el
territorio, manifestación espacial de dicha desigualdad de la misma manera que
el espacio urbano durante las décadas pasadas había acusado recibo del masivo
éxodo rural que, junto con la industrialización (ver Unidad 7), dio lugar al
asentamiento de grandes oleadas migratorias en los núcleos urbanos que podían
absorber mayor cantidad de mano de obra.
Desde la década de 1930, entonces, y hasta la actualidad, los rasgos
mencionados más arriba se han acentuado. Emilio Pradilla Cobos destaca que “siete rasgos caracterizan a la metrópoli
latinoamericana reproducida por el neoliberalismo: gigantismo, desorden,
privatización, fragmentación, exclusión, conflictividad y violencia y contaminación”
(Metrópolis y megalópolis en América Latina. En Revista Interamericana de Planificación, SIAP, Cuenca, 1998). El
Gran Buenos Aires (o AMBA), el Gran Córdoba y el Gran Rosario dan cuenta de
ello.
En las grandes ciudades, pero cada vez más también en las medianas
(según el INDEC, aquellas que tienen entre 50 mil y 500 mil habitantes), el
espacio urbano ha dejado de ser el lugar de pertenencia mayoritariamente de la
aristocracia y la burguesía urbana, para dar paso a la coexistencia cada vez
más marcada, porque cada vez es más contrastante, entre esos sectores y las
clases desposeídas de todo, aún incluso de expectativas. Por ello en ciudades
como las mencionadas en el párrafo anterior y en otras más pequeñas como La Plata, Mar del Plata,
Mendoza, San Miguel de Tucumán, Zárate, Campana, etc., es cada vez más común
observar dicha coexistencia (paradójicamente intentando coexistir lo menos
posible) en forma de barrios cerrados o countries y barrios marginales,
rancheríos o villas, que son los extremos entre los que también cohabitan los
sectores denominados “medios”.
Estos asentamientos precarios se contraponen a los barrios cerrados y
countries, que gracias al desarrollo de las autopistas, han proliferado en la
periferia de las grandes ciudades para reducir a lo mínimo posible el contacto
con las clases desposeídas que a raíz de las crisis de las décadas de 1980,
1990 y principios de 2000 han comenzado a volverse más “visibles” para el resto
de los habitantes urbanos y debido a un nuevo modelo de vida caracterizado por
la posesión o usufructo de los espacios verdes, tan escasos en los centros y
barrios de las medianas y grandes ciudades.
T1 Problemas ambientales urbanos
Entre los problemas mencionados anteriormente para las grandes ciudades,
sobre todo para las metrópolis como Buenos Aires, Rosario y Córdoba, la
contaminación grave del suelo, aire y agua, además de otros recursos (flora,
fauna), también es compartida por otros núcleos urbanos menores, incluso
pequeños (entre 2.000 y 49.999 habitantes, según INDEC), en los que la
presencia de una o más industrias repercutió negativamente sobre los
ecosistemas y la salud de los habitantes. Sin embargo, la contaminación no es
el único problema ambiental que deben afrontar los núcleos urbanos: carencia o
escasez de espacios verdes como parques y plazas, inundaciones, obsolescencia y
escasez de infraestructura básica, como la red cloacal y de agua corriente,
presencia de plagas denominadas urbanas, como ratas y murciélagos, entre otros,
son algunos de los problemas que el ambiente urbano ofrece a sus habitantes.
En relación con la contaminación del agua, son paradigmáticos los casos
de los ríos Matanza-Riachuelo y Reconquista en el AMBA, pero también está
presente en los lagos Nahuel Huapi a orillas del cual creció San Carlos de
Bariloche en Río Negro y Dique San Roque, por los desechos de la ciudad de
Villa Carlos Paz y sus alrededores en la provincia de Córdoba (este lago además
alimenta de agua de red a la ciudad de Córdoba, por lo que la contaminación del
lago es muy perniciosa), o los río Paraná, Carcarañá, Colastiné, Pilcomayo,
Salado del Norte, Salado del Sur (o de Buenos Aires), Colorado y Negro (ambos,
el del Gran Resistencia en Chaco y el de la Patagonia que desagua
directamente en el mar Argentino). En el caso del AMBA, “todos sus ríos están contaminados, pero dos de ellos son
dramáticamente críticos, el Reconquista y el Riachuelo. En las dos cuencas
viven 4.000.000 de personas y hay 9.000 industrias… de las que solo el 3 %
posee sistemas de tratamiento de efluentes adecuados en funcionamiento”
(Morello, Jorge et al., El ajuste estructural argentino y los cuatro jinetes
del Apocalipsis ambiental, CBC-CEA, UBA, 1997). Además de los efluentes
industriales, a los ríos, lagos y lagunas llegan muchas veces las descargas
domiciliarias, los químicos usados aguas arriba en la actividad agrícola y los
derrames de petróleo de los barcos o de las petroquímicas instaladas a orillas
de esos cuerpos de agua.
De acuerdo con la cobertura de infraestructura básica, en gran cantidad
de ciudades de la Argentina,
sobre todo en aquellas que han crecido fuertemente desde la década de 1930,
esta ha quedado obsoleta, por lo que una importante proporción de la población
urbana, la población en general –aunque no siempre- más pauperizada, no accede
a los servicios de agua corriente, cloacas y red pluvial, entre otros. En
ciudades de más de 500 mil habitantes, menos del 50 % de la población accedía a
mediados de la década de 1990 al servicio de red cloacal (ese porcentaje sube
significativamente si se tiene en cuenta la Capital Federal,
donde la cobertura llegaba al 100 %). La ausencia de cobertura total implica la
contaminación de las napas o acuíferos.
Otro grave problema en numerosas ciudades y pueblos argentinos es el de
las inundaciones, que entre muchas otras sufren el Área Metropolitana de Buenos
Aires, el Gran Resistencia (Chaco), Santa Fe, Villa Guaminí (Buenos Aires, hoy
bajo el agua), Goya (Corrientes), Gaiman, Dolavon y Trelew (todas en Chubut) y
Clorinda (Formosa). Las periódicas inundaciones en algunas áreas urbanas tiene
correlato en que se fundaron sobre áreas bajas, deprimidas, pero en otros
casos, si bien la fundación se llevó a cabo sobre tierras altas, el crecimiento
descontrolado impermeabilizó los suelos (aumentando la escorrentía y
disminuyendo sensiblemente la infiltración del agua de lluvia), y permitió que
sectores de la población de menores recursos se asentaran sobre las tierras
bajas, más baratas, sujetas a los riesgos de inundación.
TU Unidad 7: Industria y comercio
en Argentina
T1 Una industrialización a medias
Cuando la Argentina
comenzó su fase de despegue en el proceso de industrialización, a partir de
1930 aproximadamente (ver Unidad 3), ya contaba con algunas industrias en
general ligadas a las actividades agrarias, como por ejemplo la alimenticia,
frigorífica y curtiembres. Hubo algún incipiente desarrollo de otros rubros
industriales, pero se quedaron en intentos, como la industria automotriz a
principios de la década de 1910.
A partir de la situación de contexto mencionada en la Unidad 3, nuestro país,
como el resto de Latinoamérica debió comenzar a sustituir las importaciones de bienes
provenientes de los países europeos y de Estados Unidos y el Estado nacional
empezó a desarrollar un proyecto de industrialización.
Así se desarrollaron, muchas veces con fuerte apoyo estatal, industrias
químicas (y petroquímicas), metalúrgicas y siderúrgicas, automotriz,
alimenticias y textiles, entre otros rubros.
La localización industrial fue en un primer momento muy concentrada,
principalmente en las áreas urbanas y periurbanas de lo que se denominó el
cordón o cinturón fluvial industrial, a orillas de los ríos Paraná y de la Plata entre San Lorenzo, en
la provincia de Santa Fe, y La Plata-Ensenada-Berisso, en la de Buenos Aires.
Este cordón de fuerte radicación industrial abarcaba también a las ciudades de
Rosario, Villa Constitución, San Nicolás, Campana, Zárate, y el Área
Metropolitana de Buenos Aires (AMBA).
Otros núcleos urbanos de importante industrialización fueron Córdoba,
con industrias ligadas a la actividad agraria e industria automotriz y Mendoza,
con industrias ligadas a la producción agrícola (jugos, vinos, sidras) y
petroquímica.
Durante las décadas de 1960 y 1970, para desarrollar áreas que en el
contexto nacional habían quedado relegadas, se pusieron en práctica, con
disparidades en su aplicación como en sus resultados, los denominados sistemas
de promoción industrial (SPI), mediante los cuales se favorecía la radicación
de cierto tipo de industrias a partir de incentivos fiscales, como subsidios en
dinero, créditos, reducción o eliminación de tasas impositivas y aduaneras,
etc. Algunas áreas que se vieron beneficiadas con los SPI fueron San Luis, La Rioja, Tierra del Fuego (por
entonces, territorio nacional, estatus que conservaría hasta 1991, año de su
provincialización) y San Juan.
La radicación industrial, aún con las obvias limitaciones que tuvo en
nuestro país debido a políticas internas como a decisiones externas, generó un
efecto multiplicador en los territorios donde se asentaron, tanto en el caso
del cordón fluvial, como en Mendoza, Córdoba y en aquellas provincias con SPI.
Estos efectos fueron en algunos casos positivos y en otros negativos; entre los
primeros, cabe destacar la fuerte generación de puestos de trabajo y la
consiguiente aparición de barrios destinados a las clases trabajadoras u
obreras (los “barrios obreros”); también el dinamismo económico y social que
trajeron aparejadas; entre los efectos negativos, se enumeran la marcada
limitación en la innovación tecnológica aplicada a las industrias que las
volvió obsoletas en poco tiempo; la concentración de gran cantidad de población
en las áreas industrializadas, principalmente en el cordón fluvial y más aún en
el Área Metropolitana de Buenos Aires y en Rosario; la escasa importancia dada
al mercado interno que derivó en profundas crisis cuando se adoptó el modelo de
apertura económica a mediados de la década de 1970 y sobre todo en la década de
1990 y la contaminación de aguas, aire y suelos en las áreas urbanas, producto
de la escasa y muchas veces nula planificación estatal de los usos del suelo en
estas áreas.
La localización de industrias
Para instalar una industria o un conjunto de ellas en un lugar específico,
se tienen en cuenta una multiplicidad de factores ligados casi siempre a la
reducción de los costos del proceso productivo, por ejemplo, la cercanía al
mercado consumidor o al puerto de exportación, a cuerpos de agua con el fin de
abastecerse de ella o para arrojar sus desechos allí (hecho muy común que
desembocó en degradaciones ambientales importantes como el caso de los ríos
Reconquista y Matanza-Riachuelo, ambos en el AMBA), la provisión de servicios
requeridos en el proceso productivo (infraestructura para energía, agua,
comunicaciones, vías de transporte, etc.), la cercanía también de otras
industrias ligadas al sector o incluso del área de obtención de las materias
primas, como en los casos de la industria azucarera de Tucumán o vitivinícola
de Mendoza.
La importancia de la actividad industrial en la economía, más allá de la
relevante generación de puestos de trabajo, es que agrega valor a la producción
y por lo tanto, aumenta el precio del producto final, lo que genera mayores
ganancias tanto en el sector industrial o secundario de la economía como en el
Estado nacional, provincial y municipal por el cobro de impuestos y tasas
aduaneras, generando así un aumento en la recaudación fiscal. Fernando
Fajnzylber (La industrialización trunca
de América Latina, CEAL, 1983) señala que “la experiencia internacional confirma que la elevación significativa
de la productividad en el sector agrícola se obtiene fundamentalmente sobre la
base de la introducción de la ‘lógica industrial’ en las esferas de la producción,
transformación, distribución y comercialización de los productos agrícolas”,
aunque luego sostiene que esta relación supuestamente positiva entre sector
agrícola y sector industrial puede llegar a no serlo, y de hecho muchas veces
no lo es, cuando son las empresas transnacionales las que empiezan a intervenir
en este proceso económico.
T1 La inserción desventajosa: El
rol de la Argentina
como productora de materias primas y MOA en el mercado internacional
Según la lógica de la división del mundo en países desarrollados y
subdesarrollados, que comenzó a producirse principalmente desde fines del siglo
XIX y principios del XX, la
Argentina se insertó en el mercado mundial como proveedor de
materias primas y manufacturas de escasa transformación a partir de los
productos obtenidos de las actividades agrícolas y ganaderas (Manufacturas de
Origen Agropecuario –MOA-).
El mencionado proceso de industrialización de mediados del siglo XX no
logró una mejora significativa en la economía argentina que tras varios
vaivenes volvió a reinsertarse fuertemente a partir de 2002 -con la devaluación
de la moneda derivada de la salida del proceso de Convertibilidad previo-, como
país productor y exportador primario (ver Unidad 5).
En este contexto, y gracias a una importante aplicación de innovaciones
tecnológicas en los procesos productivos ligados a las actividades agrarias,
nuestro país pudo colocar sus productos primarios y MOA de manera creciente en
el mercado internacional.
Entre los países a los que la Argentina exporta soja y sus derivados, maíz,
trigo, girasol, cítricos, miel, yerba mate, lana, carne, cueros, vino,
combustibles y maderas, entre muchos otros bienes, se encuentran los del
MERCOSUR (Brasil, Uruguay, Paraguay, Venezuela), Estados Unidos, gran parte de
los de la Unión Europea,
Japón y los emergentes China e India. La diversificación de los mercados
compradores puede favorecer a las exportaciones argentinas en el sentido de
tener menor dependencia de uno o pocos mercados y de poder mejorar los precios
de sus productos. De todos modos, los acuerdos binacionales y regionales y las
presiones de las grandes empresas tornan bastante más compleja esta relación
entre mercados, productos y precios.
El comercio externo argentino aún no logra, y no parece que eso ocurra
en el corto ni mediano plazo, superar la instancia del deterioro de los
términos del intercambio, es decir, la creciente desigualdad generada con los
países desarrollados a partir de la exportación de productos primarios y MOA y
la importación de MOI, que tienen mayor valor agregado y por lo tanto, mayores
precios y ganancias para las naciones que pertenecen al Primer Mundo. Esto no
quiere decir que el deterioro implique déficit comercial, como lo demuestra el
caso de la Argentina,
con balanza comercial superavitaria en el primer quinquenio de este siglo, pero
dicho superavit está dado por el notable incremento de los volúmenes de
producción y de exportación de los mencionados productos primarios y MOA y no
por el haber agregado sustantivamente valor a esos bienes a través del proceso
de industrialización. En este sentido, los complejos oleaginoso (principalmente
soja) y cerealero (principalmente trigo y maíz) aportan el 30 % de las
exportaciones argentinas según ingreso de dinero, y el complejo bovino (carnes,
cueros, lácteos), algo más del 7 %.
Definición
Balanza comercial: diferencia entre las exportaciones y las
importaciones, medida en dólares.
TABLA DE EXPORTACIÓN POR GRANDES RUBROS DE ARGENTINA, A UNIÓN EUROPEA Y
MERCOSUR, SEGÚN INDEC.
Exportación a la Unión Europea y al
MERCOSUR, según grandes rubros (en miles de dólares), año 2005
|
Total
|
Productos
primarios
|
MOA
|
MOI
|
Combustibles
y energía
|
Unión
Europea
|
6.764.402
|
1.602.441
|
4.066.012
|
1.051.111
|
44.839
|
MERCOSUR
(sin
Venezuela) (*)
|
7.698.761
|
1.062.863
|
892.406
|
4.507.446
|
1.236.046
|
(*) Brasil concentra el 82,2 % del total exportado
hacia los tres países del bloque (Uruguay, Paraguay y Brasil): 92,2 % en productos
primarios; 75 % en MOA; 81,6 % en MOI y 80,9 % en combustibles y energía
recios y ganancias para las naciones que pertenecen al Primer Mundo. Esto no
quiere decir que el deterioro implique déficit comercial, como lo demuestra el
caso de la Argentina,
con balanza comercial superavitaria en el primer quinquenio de este siglo, pero
dicho superavit está dado por el notable incremento de los volúmenes de
producción y de exportación de los mencionados productos primarios y MOA y no
por el haber agregado sustantivamente valor a esos bienes a través del proceso
de industrialización. En este sentido, los complejos oleaginoso (principalmente
soja) y cerealero (principalmente trigo y maíz) aportan el 30 % de las
exportaciones argentinas según ingreso de dinero, y el complejo bovino (carnes,
cueros, lácteos), algo más del 7 %.
Definición
Balanza comercial: diferencia entre las exportaciones y las
importaciones, medida en dólares.
TABLA DE EXPORTACIÓN POR GRANDES RUBROS DE ARGENTINA, A UNIÓN EUROPEA Y
MERCOSUR, SEGÚN INDEC.
Exportación a la Unión Europea y al
MERCOSUR, según grandes rubros (en miles de dólares), año 2005
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Total
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Productos
primarios
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MOA
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MOI
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Combustibles
y energía
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Unión
Europea
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6.764.402
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1.602.441
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4.066.012
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1.051.111
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44.839
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MERCOSUR
(sin
Venezuela) (*)
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7.698.761
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1.062.863
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892.406
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4.507.446
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1.236.046
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(*) Brasil concentra el 82,2 % del total exportado
hacia los tres países del bloque (Uruguay, Paraguay y Brasil): 92,2 % en productos
primarios; 75 % en MOA; 81,6 % en MOI y 80,9 % en combustibles y energía