jueves, 10 de mayo de 2012

Michelangelo Buonarroti Simoni


Michelangelo Buonarroti Simoni (Caprese 1475 - Roma 1564) fue un gran escultor, pintor y arquitecto renacentista italiano; también un destacado poeta.
Infancia y juventud
Nació el 6 de marzo de 1475 en Caprese, en el valle Tiberina, en la actual provincia de Arezzo. Fue el segundo de los seis hijos de Ludovico Buonarroti, podestá (alcalde) del gobierno de Florencia, y de su esposa Francesca di Neri, un matrimonio orgulloso de su linaje, que estaba ya en plena decadencia. Al nacer, dada la delicada salud de su madre, fue confiado a los cuidados de un ama de leche, Margherita, que vivía en Settignano, en el valle de Arno a unos tres kilómetros de Florencia, donde los Buonarroti tenían su casa solariega, y cuya familia trabajaba en las canteras. Allí fue donde aprendió a familiarizarse y a amar la piedra.
Trasladada su familia a las pocas semanas de su nacimiento a Florencia, gobernada en aquellos momentos por Lorenzo de Medici, Miguel Ángel pasa allí parte de su niñez y juventud, excepto breves temporadas en Settignano, donde siempre mantuvo buenas relaciones con la familia de su ama de leche. La muerte de su madre, cuando tenía seis años, le unió afectivamente a su abuela Alessandra. Años después su padre casó de nuevo con una mujer mucho más joven que él, a quien los hijos aceptaron y estimaron.

Educación y primeros trabajos
Deseoso de remontar la decadencia familiar, se padre hizo que Michelangelo tomara lecciones, siendo aún muy niño, de Francesco de Urbino, un gramático de Florencia. Pero Miguel Ángel no disfrutaba con estos estudios y comenzaba a sentir una irresistible atracción por el dibujo y el arte, lo cual desagradaba enormemente a su padre y a su tío por considerarlo un oficio manual e indigno de su linaje.
A través de su amistad con Francesco Granacci, entró en contacto con Doménico Ghirlandaio, un maestro muralista que tenía un taller de pintura en Florencia y que fue quien realizó el primer contrato al muchacho, por tres años, tras vencer la oposición familiar cuando este apenas contaba trece años. En él aprendió la técnica de la pintura al fresco y destacó pronto por su originalidad, pero su permanencia allí duró poco tiempo al eximirle de su compromiso su propio instructor.
El contacto con los Medici
Fue el mismo Doménico Ghirlandaio quien le recomendó a Lorenzo el Magnífico para que entrase en la escuela de escultura que había inaugurado en el jardín adyacente al convento de San Marcos, bajo la dirección de Bertoldo di Giovanni. Buscaba el magnate alumnos que quisiesen ejercitarse en este arte y les facilitaba el trabajo poniendo a su alcance su gran colección personal para que pudiesen estudiar los modelos clásicos. Asombrado por su talento, Lorenzo de Medici instaló a Miguel Ángel en su propio palacio, tratándolo como a un hijo, para que pudiera desarrollar su ingenio, y le puso en contacto con los sabios Marsilio Ficino, Cristóforo Landino, Piccolo della Mirandola y Angelo Poliziano, seguidores de Platón, que le iniciaron en la cultura clásica y le hicieron ver la necesidad de estudiar y crear poesía como complemento de su quehacer artístico. Allí conoció a Contessina, hija del Magnífico, de la que se enamoraría platónicamente, dado que su padre impidió la relación comprometiéndola con Piero Ridolfi.  Miguel Ángel permaneció en el recinto palaciego seguramente hasta 1492, por lo que presenció las muertes de su maestro Bertoldo y de Lorenzo el Magnífico. A esta etapa corresponden las esculturas del Fauno, la Virgen de la escalera y el Combate de los centauros contra los lapitas.
La desaparición de su protector y el derrumbamiento del mundo en el que se había sentido totalmente feliz le sumieron en una gran depresión. Retornó a su casa y permaneció durante un tiempo inactivo, incapaz de crear nada, hasta que se encontró de forma fortuita con el prior de la orden de los Ermitaños del Santo Spirito, antiguo amigo suyo, que le sacó de su letargo y animó a acudir a su convento para ejercitarse con la copias de las obras de arte del monasterio, además de proporcionarle la posibilidad de acceder al depósito de cadáveres del hospital, anexo al convento, a fin de que pudiera estudiar la anatomía del cuerpo humano diseccionando cadáveres, algo que Miguel Ángel había siempre deseado y era prácticamente imposible de conseguir al considerarse como una profanación y estar penado con la muerte. En agradecimiento, el artista realizó un cristo de gran tamaño en madera para el altar mayor del convento.
Volvió de nuevo a instalarse en el palacio de los Medici invitado por Piero, el hijo mayor y sucesor de Lorenzo, aunque su relación con él nunca fue tan cordial como había sido con su antecesor. Esculpió un Hércules de casi dos metros de tamaño que fue adquirido por los Strozzi.
Una serie de acontecimientos trágicos cambiaron el rumbo de su vida. La muerte de su abuela, el matrimonio de Contessina, la influencia desmedida que ejerció en Florencia el monje dominicano Girolamo Savonarola, los disturbios populares que se originaron en contra de los Medici, la entrada de Carlos VIII en Florencia como libertador y la caída y el destierro de Piero (1492) obligaron a Miguel Ángel a abandonar la ciudad, dirigiéndose primero a Venecia y después a Bolonia. Tenía entonces 19 años.
Breve estancia en Bolonia y nuevo regreso a Florencia
Huyó Buonarroti a Bolonia, donde permaneció casi un año protegido por Gianfrancesco Aldovrandi y conoció a Clarissa Saffi. Durante su estancia en esta ciudad (1494-1495), además de estudiar la obra de Jacopo della Quercia, se encargó de la finalización del Arca de Santo Domingo, sepulcro comenzado por Niccolo dell’Arca que había quedado inconcluso tras su muerte, y esculpió Ángel sosteniendo un candelabro y San Prócolo.
Regresó en 1495 de nuevo a Florencia, dominada por el poder de Savonarola, donde recibió el encargo de esculpir en mármol blanco un San Juan joven, San Giovannino.
Como regalo por su vigésimo tercer cumpleaños, su amigo Granacci le entregó un pequeño bloque de mármol, con el que realizó un Cupido dormido. Lorenzo Popolani le aconsejó tratarlo de forma que pareciese antiguo, y un marchante le compró la escultura para revenderla más tarde a Raffaele Riario, un cardenal sobrino nieto del papa Sixto IV. Advertido el engaño pero sorprendido por la habilidad de su ejecutor, su propietario encargó al noble Leo Baglioni que viajara a Florencia para descubrir la identidad de su autor e invitarle a acudir a Roma.
Su primera estancia en Roma
Su primer viaje a la ciudad eterna fue en julio de 1496 y su estancia duraría algo más de cuatro años. Roma, a pesar de estar en plena decadencia, asombró a Miguel Ángel por su grandiosidad.
Se instaló primero en la casa de Baglioni, y poco después, en el palacio del cardenal, aunque sin las comodidades que le habían ofrecido sus anteriores protectores, algo que no le importó en absoluto; sin embargo, la inactividad a la que le condenó el cardenal lo desesperaba y acabó abandonando el palacio y acogiéndose a la protección del banquero Messere Jacopo Galli, que le compró un Cupido y le encargó un Baco (1496-1498), además de introducirle en el ambiente cultural romano y presentarle al cardenal Jean Bilhères de Lagraulas, quien le encargaría su primera escultura para la basílica de San Pedro, la famosa Piedad (1498-1500), la única obra que aparece firmada por el artista.
Miguel Ángel decidió trasladarse entonces a una modesta casa en la que tuvo como discípulo y ayudante al joven Piero Argiento. A pesar de su éxito como escultor, su vida era de lo más austera pues prácticamente todo lo que ganaba se lo mandaba a su familia a Florencia, para solventar las deudas que esta mantenía, sin quejarse de la explotación a que le sometía.
El cardenal no pudo ver finalizada la magnífica obra, en la cual la Virgen sostiene con una mano sobre sus rodillas el cuerpo yacente y desnudo de Cristo, pero su belleza, así como la grandiosidad y maestría con las que plasma el dolor y la muerte siguen sin superarse todavía en la actualidad. Sin embargo, la escultura, quizá por la muerte de quien la encargó, no obtuvo en el momento de su presentación pública el clamor y reconocimiento que el autor hubiera deseado, por lo que, poco tiempo después de acabar el encargo, cansado, desanimado y solo, decidió regresar a Florencia. Era el año 1501
Retorno a Florencia
La ciudad, desde la desaparición de Savonarola, se había transformado en una democracia al estilo veneciano y de nuevo las artes habían comenzado a desarrollarse. En la plaza seguía después de muchos años un gran bloque de mármol semiestropeado que nadie se atrevía a esculpir y que a Miguel Ángel le atraía sobremanera. Sin embargo, y a pesar de su prestigio, no logró que se lo asignaran. Cansado de esperar que le ofreciesen la realización de alguna obra, se trasladó a Siena, donde, por .encargo del cardenal Francesco Piccolomini, comenzó a esculpir quince santos que debían servir para decorar su capilla familiar en la catedral, entre ellos un San Pablo, un San Pedro y un San Francisco.
Regresó de nuevo a Florencia tras comunicarle un amigo que podía hacer realidad su ansiado deseo de esculpir el bloque, el cual, según algunos testimonios, ni el mismo Leonardo da Vinci se había atrevido a desbastar cuando se lo ofrecieron. Fue así como firmó, en agosto de 1501, el contrato para realizar su celebérrimo y monumental David (1501-1504).
No fue el único encargo que recibió. Hubo de aceptar, por Piero Soderini y por el interés de la propia ciudad, el compromiso de hacer una copia en bronce del David de Donatello y, posteriormente, unas esculturas en mármol de Carrara en las que debía representar a los doce apóstoles para la catedral.
Las peticiones de los ciudadanos acaudalados se sucedieron sin interrupción. Todos querían contar con una obra del famoso artista. En forma de medallón redondo pintó una Sagrada Familia para complacer a su amigo Angelo Doni, un rico fabricante de telas, que deseaba entregarlo a su prometida como regalo de boda, la Madonna Doni y realizó otras obras marianas (Madonna y el Niño, Madonna de Brujas, Madonna Pitti) en relieves de mármol, destinadas a la oración privada.
Su creciente enemistad con Leonardo da Vinci le llevó a pintar al fresco la Batalla de Cascina para la sala del gran consejo del Palacio Viejo, a fin de enfrentar su arte al del otro gran maestro, al que se creía superior.
Regreso a Roma. La Capilla Sixtina
Miguel Ángel retornó a Roma en 1505, llamado por el papa Julio II, para encargarle la realización de un monumental sepulcro con el que honrar su memoria tras su muerte, aunque posteriormente postergó este proyecto al preferir encargarle los frescos que habrían de decorar la Capilla Sixtina, tarea que no agradó en exceso al artista, que se consideraba sobre todo escultor. A pesar de su decepción, no solo asumió la tarea, sino que amplió y mejoró el proyecto inicial del Papa, considerándose en la actualidad como una de las obras cumbres del genial creador. Firmó el contrato en 1508. En las pinturas se reflejan escenas del Génesis (Separación de la luz y las tinieblas, Creación del cielo, Separación de las tierras y las aguas, Creación del hombre, Creación de Eva, Pecado original y expulsión del Paraíso, Sacrificio de Noé, Diluvio universal, Arca de Noé), las figuras de las cinco sibilas y los siete profetas, y los ignudi, figuras juveniles desnudas, dispuestas por parejas, que sostienen medallones con representaciones bíblicas. En los lunetos y en las paredes triangulares aparecen representados los antepasados de Cristo, y en los ángulos extremos de la bóveda, cuatro episodios de la salvación de Israel.
El sepulcro de Julio II, en el que trabajó cuarenta años, se retomó en 1513, tras la muerte del Papa e innumerables disputas con su familia. Pero su proyecto, grandiosidad y dimensiones se redujeron drásticamente (lo que disgustó de nuevo al escultor por las grandes ilusiones que en él había puesto), quedando reducido a una tumba parietal en la que se integraron algunas de las esculturas ya realizadas por el artista: Moisés (1515), Lía y Raquel. Para el mausoleo también había esculpido entre 1513-1514 Los esclavos (el Esclavo rebelde y el Esclavo moribundo), actualmente en el Louvre.
Nuevo retorno a Florencia. Sus primeras obras arquitectónicas
Cuando el hijo de Lorenzo el Magnífico, el cardenal Giovanni de Medici, accedió al papado con el nombre de León X, le llamó para que proyectase una suntuosa fachada para la basílica de San Lorenzo, que no se llegó a realizar. Le encargó la capilla funeraria de los Medici, en la Sacristía Nueva, cuyo proyecto inicial de cuatro sepulcros quedó reducido a dos, en la cual Miguel Ángel integra la arquitectura y la escultura. Representó a los duques Giuliano y Lorenzo (Il pensieroso), con armaduras de tipo clásico, y situó La acción y La contemplación sobre los sarcófagos, que llevan yacentes los desnudos de El día, La noche, La aurora y El crepúsculo. La capilla, con la Madona Medici y los santos Cosme y Damián, quedó inconclusa al trasladarse definitivamente Miguel Ángel a Roma. También le encomendó la construcción de la biblioteca Laurenziana para albergar en ella los tesoros bibliográficos de la familia, obra que terminó Vasari, en la cual destacan el vestíbulo y la escalinata, proyectados por Miguel Ángel.
Hasta 1530 participó además como ingeniero en la fortificación de la ciudad (fortificaciones de San Miniato).
Estancia definitiva en Roma
Al ser derrotada Florencia en 1530 y tras un intento fallido de asesinarlo, Miguel Ángel huyó a Roma, donde fijó su residencia en 1534, protegido por Clemente VII. Allí compuso poemas (rimas y sonetos), algunos de ellos dedicados a Vittoria Colonna, marquesa de Pescara, a la que le unió una gran amistad, e hizo dibujos sobre temas mitológicos, como La caída de Faetón, retratos, como el de su amigo Andrea Quaratesi, o dibujos de carácter religioso, como la Piedad que regaló a su amiga Colonna.
Pablo III, sucesor de Clemente VII, le encargó el fresco del Juicio final (1535-1541), para la Capilla Sixtina, en la que Cristo Juez sentencia a los vivos y a los muertos. Esta pintura, que tiene más de trescientas noventa figuras, sería retocada por Daniele da Volterra por decisión del concilio de Trento, a fin de encubrir la desnudez de los personajes, aunque ha vuelto a su estado original tras su restauración.
Los últimos años de su vida los dedicó fundamentalmente a la arquitectura. Remodeló la plaza del Capitolio entre 1538-1539, que concibió como un espacio ovalado, en el centro del cual se colocó la estatua ecuestre de Marco Antonio; realizó las obras de la basílica de San Pedro (1546), de la que proyectó la cúpula aunque no la finalizó; mejoró y amplió el proyecto original del palacio Farnesio, haciéndolo más suntuoso, y trabajó en la porta Pía, que no pudo concluir.
Hubo también de decorar la capilla privada del Papa con dos nuevas pinturas murales en las que plasmó escenas de la vida de los apóstoles San Pedro y San Pablo.
Realizó nuevos grupos escultóricos sobre la Piedad, la Pietà de Palestrina y la Pietà Rondanini, que seguramente destinaba a su propio sepulcro.
Murió en Roma el día 18 de febrero de 1564, a los casi 89 años, rodeado de sus amigos. Cumpliendo su último deseo de ser enterrado en Florencia, y para evitar que los romanos pudieran impedir el traslado de sus restos mortales por mantener en ella a tan ilustre personaje, por orden de Cosme I se trasladó oculto su cadáver hasta traspasar las puertas de la ciudad a fin de no ser descubierto. Logrado el objetivo, se celebraron solemnes exequias en San Lorenzo, similares a las que se tributaban a los grandes hombres de estado y fue enterrado en la iglesia de Santa Croce.
Giorgio Vasari con su Vidas de los más excelentes pintores, escultores y arquitectos (1550) y Ascanio Condivi con su Biografía (1552) potenciaron aún más la admiración por Miguel Ángel. Sus obras fueron tomadas ya en vida como superiores a las de los clásicos.
También su poesía fue admirada por su gran belleza. Escribió más de trescientos poemas: epigramas, rimas, sonetos, poemas amorosos y madrigales.
Irving Stone noveló su vida en 1961 en El tormento y el éxtasis, de la que se hizo una película en 1965, protagonizada por Charlton Heston.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Translate

Cantidad de personas que pasaron por este blog.